En el siglo XVII, la conquista del reino de España de los territorios americanos supuso un cambio para toda la humanidad y una revolución para Castilla, cuya lengua se expandió por las nuevas tierras, contagiándose a su vez de un sinfín de expresiones con referencias a la exploración de aquellas tierras. Muchas de esas expresiones son poco usadas por aquí, pero en la península mantienen su salud. Por ejemplo, la fórmula “de aquí a Lima”, tan usada en España para dar a entender que una persona o cosa supera ampliamente a otra, que posee u origina algo en abundancia, o que se refiere a una gran distancia por recorrer.
—”Estar de Jauja”—
Al escritor limeño Santiago Roncagliolo, radicado en Barcelona, le resulta familiar oír “estar de Jauja”, para denotar lo que se presenta como modelo de prosperidad y abundancia, un lugar donde nada faltaba y todo eran placeres. “De hecho, la frase se usó mucho en España a partir del 2008, durante la crisis económica, cuando empezaron a desatarse una serie de casos de corrupción política”, comenta.
Por cierto, Lope de Rueda escribió en 1547 “La tierra de Jauja” y fabuló que allí por las calles corrían arroyos de leche y miel. Pero si bien “Estar de Jauja” expresa abundancia, también puede tener un sentido irónico: “¿Estamos aquí o en Jauja?” es una expresión coloquial usada para reprender una acción o un dicho importuno o indecoroso.
—”Vale un Perú”—
Más conocido nos resulta el “Vale un Perú” como sinónimo de “riqueza extraordinaria”, según lo define el Diccionario de la lengua española. “Costar o valer un Perú”, “un Potosí” o “valer un imperio”: todas estas frases están relacionadas y aluden a las minas de oro y plata en el sur andino. En concreto, se refiere a las minas de Potosí, actualmente Bolivia, que en la época colonial pertenecían al virreinato del Perú. La frase entró en el idioma español en el siglo XVI, aunque se volvió popular al siglo siguiente, tras ingresar a la literatura barroca. En la comedia “La entretenida” (1615), Miguel de Cervantes escribe: “Espero un Potosí de barras y dinero”.
—”Ser pobres en Panamá”—
Pareciera una expresión sin vínculo con el Perú, pero lo tiene: tras dos años y medio de viajes sin éxito, Francisco Pizarro recibió órdenes de cancelar su expedición al Perú y volver a Panamá. El extremeño, convencido de que la conquista del imperio de los incas era la empresa más importante de su vida, trazó una raya en el suelo en la isla del Gallo (actual Colombia) y dijo a sus huestes: “Por este lado se va a Panamá a ser pobres. Por este otro, al Perú a ser ricos. Escoja el que fuere buen castellano lo que más bien le estuviere”. Solo 13 hombres de los 112 supervivientes de su expedición decidieron cruzar la línea, y los perdedores fraguaron la frase resignados en el istmo.
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