La denominada vacunación pasiva tiene la ventaja de que, para combatir una infección, el cuerpo no tiene que producir primero anticuerpos, sino que obtiene directamente los anticuerpos correspondientes y puede combatir inmediatamente el agente patógeno. (Foto referencial/ Archivo/ Silvio AVILA / AFP)
La denominada vacunación pasiva tiene la ventaja de que, para combatir una infección, el cuerpo no tiene que producir primero anticuerpos, sino que obtiene directamente los anticuerpos correspondientes y puede combatir inmediatamente el agente patógeno. (Foto referencial/ Archivo/ Silvio AVILA / AFP)
/ SILVIO AVILA
Agencia EFE

Investigadores del hospital berlinés Charité y del Centro Alemán contra Enfermedades Neurodegenerativas (DZNE) anunciaron este jueves que han comenzado a desarrollar una vacuna pasiva contra el SARS-CoV-2 tras descubrir nuevos anticuerpos contra ese .

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La identificación de unos “anticuerpos altamente efectivos” contra el SARS-CoV-2 comenzó con el análisis de unos 600 tomados de pacientes que habían superado la COVID-19 y de ahí se pudo seleccionar a los más idóneos, explicaron los investigadores en un comunicado.

“Los llamados anticuerpos neutralizantes identificados se unen al virus, como muestran los análisis estructurales, y así evitan que penetre en las células y se multiplique”, agregaron.

Estudios realizados con hámsters han demostrado la elevada efectividad de los anticuerpos seleccionados, puesto que, administrados después de una infección, los animales “desarrollaron síntomas leves en el mejor de los casos”.

“Si los anticuerpos se administraran de forma preventiva, antes de la infección, los animales no se enfermarían”, aseguró Jakob Kreye, coordinador del proyecto de investigación actual y que es uno de los dos autores principales del estudio.

“Tres de los anticuerpos identificados hasta ahora son particularmente prometedores para el desarrollo clínico”, dijo por su parte Harald Prüß, líder del grupo de investigación de la DZNE y médico de la Clínica de Neurología con Neurología Experimental de la Charité.

“Con estos anticuerpos, hemos comenzado a desarrollar una vacuna pasiva contra el SARS-CoV-2”, reveló Prüß, quien agregó que la cooperación con la industria farmacéutica es esencial para ello y que se está trabajando con la empresa Miltenyi Biotec.

Además del tratamiento de personas enfermas, la protección preventiva de personas sanas que han tenido contacto con personas infectadas también es una posible aplicación de la vacuna pasiva, aunque Prüß advierte que la duración de la protección debe investigarse todavía en estudios clínicos.

“A diferencia de la vacunación activa, la vacunación pasiva utiliza anticuerpos terminados que se descomponen después de un cierto período de tiempo”, recordó.

La denominada vacunación pasiva, sobre la base de plasma extraído de pacientes que han superado la enfermedad, tiene la ventaja de que, para combatir una infección, el cuerpo no tiene que producir primero anticuerpos, sino que obtiene directamente los anticuerpos correspondientes y puede combatir inmediatamente el agente patógeno.

La desventaja es que en general tiene efecto durante pocas semanas o meses ya que los anticuerpos se debilitan después de unos 30 días; posteriormente el organismo incluso puede volver a contagiarse con el mismo agente patógeno.

Sobre la disponibilidad de vacunas activas o pasivas, Prüß indicó que “sería ideal” poder contar con ambas, “para poder reaccionar de manera flexible según la situación”.

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