La crisis ocasionada por la pandemia del COVID-19 en el Perú, la prolongada incertidumbre política y económica puede profundizar el impacto en nuestra la salud mental. Si bien ya estábamos estresados por el temor de contraer coronavirus o por las dolorosas pérdidas de nuestros seres queridos, a esto se ha sumado el incremento en el precio de los productos de la canasta básica.
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José Luis Cabrera, docente de la carrera de Psicología de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), advierte que los cúmulos de situaciones adversas minan la salud mental y las relaciones humanas entre peruanos. “Son fenómenos que parecen aislados, pero configuran reacciones en cadena”, explica.
La pandemia trajo angustia, la sensación de un peligro constante y una disonancia cognitiva, la crisis política, económica y social desencadenada en los últimos meses representa un riesgo de caer en una sensación de crisis perpetua.
“La idea de crisis perpetua extiende la incertidumbre y hace aparecer temores de perder la estabilidad, de perder el trabajo o de ya no encontrarlo, de perderlo todo. Esto instala en las personas la desesperanza aprendida, un fenómeno que nos hace creer que nada de lo que hagamos va a cambiar la situación. Esto es peligroso porque puede sumirnos en el conformismo y en la inacción total”, advierte el experto.
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¿Cómo reducir el impacto en trabajo?
Mitigar el impacto psicológico que puede tener la coyuntura actual en las personas requiere de un abordaje colectivo del problema y no solo individual. En ese sentido, el rol de la sociedad y, sobre todo, de las organizaciones será clave para devolver la confianza y la seguridad a los peruanos.
“En estas circunstancias, es importante establecer mecanismos de comunicación con información oportuna, clara y positiva. La empresa debe mantener un sentido de objetividad, imparcialidad y asertividad, para lo que es indispensable una coherencia a nivel organizacional. Esto generará más confianza en sus colaboradores y, por lo tanto, mayor calma entre peruanos”, resalta Silvia García, directora de la carrera de Administración y Recursos Humanos de la UPC.
Frente a la incertidumbre y sensación de crisis constante, las prácticas de bienestar cobrarán aun mayor relevancia entre organizaciones. Además de elevar la productividad, podrían brindar más satisfacción y, a su vez, menor rotación y ausentismo entre los trabajadores.
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Algunos ejemplos son talleres o conversatorios de temas vinculados al manejo del estrés, la organización del tiempo, los diversos roles que se tienen en casa y en el trabajo, e inclusive consejos financieros, que ayuden a hacer un presupuesto familiar más eficiente en épocas de incertidumbre.
“Es muy importante que, aun en la virtualidad, se mantengan y fomenten momentos de integración como eventos o reuniones donde se brinden reconocimientos. Todas estas acciones no requieren de un presupuesto adicional; por ejemplo, se pueden generar convenios con los proveedores de servicios de salud o inclusive, con los mismos colaboradores”, agrega García.
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