Tomás tenía 4 años cuando le pidió a sus papás un perro. «Cuando tengas 8 años, tendrás un perro, hijito», le respondieron en casa. Y él no olvidó esa promesa. Ni bien llegó su cumpleaños número 8, volvió a hacer la misma solicitud: tener una mascota.
“Acabábamos de tener una bebé y creíamos que, como familia, aún no estábamos listos para una responsabilidad tan grande. Recién a sus 8 años, sentíamos que él ya podía estar un poco más preparado para entender lo que significaba cuidar a una mascota”, cuenta Andrea Camacho, mamá de Tomás y Emma.
Para cumplir el sueño de su hijo, Andrea buscó mascotas en la página web de WUF, en donde encontró al perro ideal. “Nuestra visión como familia siempre fue adoptar, y ya conocíamos el trabajo de la ONG”, confiesa.
En la sección Adopta, vieron a Momo, una mascota que cumplía todas las características que estaban buscando como familia. “Mi esposo leyó la descripción de Momo, y le pareció súper tranquilo, perfecto para acompañar a nuestros hijos”, agrega.
Así, llegaron al albergue Milagros Perrunos, en donde vieron al Wuf por primera vez. “El día que lo conocimos, lo sacamos a pasear entre los cuatro, y se notaba que él estaba muy asustado”, recuerda.
Tras conversar con Sara Morán, la encargada del albergue, Andrea fue consciente de la situación de Momo: conoció que él fue rescatado de una azotea tras años de maltrato. “Por eso, le dijimos a los niños que tuvieran mucha paciencia con él hasta que nos tuviera más confianza”, revela.
Un vínculo especial
“Momo siempre se ha portado muy bien, ya que jamás ha hecho sus necesidades dentro de la casa, pero al inicio sí estaba muy asustado… No podíamos ni ponerle su collar”, recuerda Andrea.
Felizmente, ella y su familia tuvieron muchísimas paciencia para acercarse a él, y dejar que sintiera seguridad y confianza en su nuevo hogar.
Por eso, hoy coinciden en que adoptarlo ha sido una gran decisión, no sólo porque han podido darle una segunda oportunidad de vida, sino también porque el perrito se ha complementado a la perfección con su familia, especialmente con su hija menor.
“La primera vez que Momo malogró algo fue una de sus muñecas, y pensé que ella se iba a molestar, pero no hubo ningún reclamo. Me dijo «Momo es un perrito, ya va aprender… No se molestó con él»”, recuerda Andrea.
Incluso, hoy Momo acompaña a Tomás y su hermanita a jugar, pasear y hasta en sus salidas al parque. “Se quieren un montón”, enfatiza Andrea.
¡No compres, adopta! Ingresa a wuf.pe/adopta, y encuentra al Wuf ideal para complementar la felicidad de tu familia.