La petroquímica parece estar cada vez más lejos. Hasta hace unos años había cinco inversionistas dispuestos a construir complejos petroquímicos en el sur del país. Hoy solo queda uno: la brasileña Braskem. La ausencia de suministro y la competencia del shale gas hicieron que los demás se desanimen.
Pero Braskem tampoco la ve muy fácil. La brasileña lleva años solicitando definiciones al Gobierno, mientras su proyecto de etano flota a la deriva. La construcción del Gasoducto Sur Peruano alentaba sus expectativas, lo mismo que las del Ministerio de Energía y Minas (Minem).
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Hace apenas medio año esta cartera propuso construir una petroquímica del metano en Lomas de Tarpuy (Arequipa), a través de un concurso público. Pero este proyecto también ha caído en el olvido. Hoy, no hay entidad que lo gestione. Pro Inversión acota que no tiene el encargo y el Minem dice ahora que no hay ningún proyecto de metano definido en Arequipa.
¿Habrá una petroquímica en desarrollo para cuando el gasoducto llegue a Ilo y Mollendo? ¿Cuál es el panorama para esta industria?
EL FACTOR SHALE
La realidad es que los especialistas en hidrocarburos no avizoran en el horizonte cercano un solo proyecto petroquímico en el Perú.
“Sabemos que Braskem sigue en el país, pero no si continúa con su proyecto. En este momento no existe ninguna dinámica orientada al desarrollo de una petroquímica, ni siquiera del metano, más fácil de desarrollar que la del etano”, refiere Edgar Ramírez, gerente general de Latin Energy.
Pero, ¿qué pasa en América Latina? Carlos Octtinger, especialista argentino, advierte que solo hay tres proyectos petroquímicos que avanzan en la región: Bulo Bulo, que convertirá a Bolivia en productor de amoníaco y úrea (antes que el Perú); Etileno XXI, que Braskem desarrolla en México, y Comperj (Brasil), suspendido momentáneamente debido al escándalo de corrupción que compromete a Petrobras.
Todos los demás se han quedado en meras intenciones. ¿Por qué razón? Álvaro Ríos, ex ministro de hidrocarburos de Bolivia y socio director de Gas Energy, apunta que la principal complicación es la proverbial abundancia del gas de esquisto (shale gas) extraído en EE.UU., factor que determina que el precio de este recurso se mantendrá más barato que el gas natural producido en Latinoamérica por un horizonte de 5 a 10 años.
“Esto significa que los proyectos petroquímicos privados se darán, mayormente, en Norteamérica”, refiere. En su opinión, el Perú no escapa a esta realidad, y esa es la razón por la cual nuestros proyectos petroquímicos no salen adelante.
Edgar Ramírez tiene una percepción diferente. Él asevera que los precios internacionales no tienen relevancia frente a la determinación de ejecutar o no un proyecto petroquímico.
“El contexto internacional impacta en el corto plazo, pero no en la decisión de desarrollar una industria que es de largo plazo. Eso puede afectar a algunas empresas, como las que se han ido del país, pero no al Estado, que debe tomar una decisión de política energética”, advierte.
Un claro ejemplo es Bolivia, cuyo éxito en Bulo Bulo se fundamenta en el “gran empuje” de su gobierno por sacar delante la petroquímica, según apunta Carlos Octtinger. Mientras tanto, ¿qué viene haciendo el Gobierno Peruano para alentar esta industria?
EL EMPUJE DEL ESTADO
Al gobierno de Ollanta Humala solo le queda un año para encaminar la petroquímica. Según Ríos, ese lapso debería ser aprovechado en otorgar incentivos que garanticen el precio y suministro de la materia prima (gas natural), bajo una metodología de costos y precios netback.
La preocupación del Minem se enfoca, empero, en la negociación con los productores de gas. “En el poco tiempo que resta [para que termine este gobierno] la principal medida será el aseguramiento del suministro del gas natural, por lo que el Minem viene coordinando con el Consorcio Camisea (lote 88) la subasta de los 120 millones de pies cúbicos diarios (mmpcd) que se necesitan para desarrollar la petroquímica del metano”, apunta la ministra Rosa María Ortiz.
Pero esta medida podría no ser suficiente. Así lo asegura Carlos Herrera Descalzi, ex titular del Minem. A su entender, existe una sola manera de hacer despegar la petroquímica, y es que el Gobierno se siente a negociar con todos los actores del mercado gasífero: productores, transportadores, distribuidores y comercializadores.
“La negociación debe comprender, en primer lugar, la obligatoriedad de entregar la materia prima y, en segundo lugar, la fijación de un precio razonable. El Gobierno tiene las herramientas para hacerlo”, señala.
Ese es, también, el parecer de Edgar Ramírez, quien sostiene que los negocios energéticos no se pueden dejar al influjo del mercado, sino que deben ser encaminados por un gestor que trace los incentivos y alinee a los distintos actores. “Si un actor cualquiera se niega a transar, el proyecto se bloqueará por completo”, anota.
Lamentablemente para el Perú, esa negociación podría darse demasiado tarde.
“Era más lógico negociar en el primer año [de gobierno], porque el último se complica por las dificultades políticas que consumen la atención del gabinete. Ahora se perderá un año y habrá que esperar otro para que el próximo gobierno aprenda. Dos años es demasiado”, sentencia Herrera.
EL DILEMA DEL ETANO
Según cálculos de Gas Energy, las reservas de etano existentes en el país durarán unos 20 años, al ritmo en que este combustible se quema diariamente en las plantas térmicas de Chilca.
“Eso significa que si la petroquímica del etano (para producción de plásticos) se empieza a desarrollar hoy, habrá materia prima suficiente para 15 años,descontando los cinco que tomará la construcción de la planta”, explica Luis Fernández, socio director de Gas Energy.
Es por esta razón que urge hallar más reservas de gas en Camisea y en los lotes adyacentes, como el 58, 57 y el 76.
Pero no solo eso, también hace falta que el Gobierno tome una decisión sobre el poliducto, alternativa más eficiente y económica para transportar el etano que el transporte a través del ducto de gases.
De allí que el Gobierno apueste por la petroquímica del metano, para la producción de fertilizantes y explosivos. Según Carlos Octtinger, esta es una inversión segura y rentable porque no hay proyectos similares en la costa del Pacífico.
Falta, sin embargo, el empuje del Estado. Eso era algo que venía tejiendo el ex ministro Eleodoro Mayorga. Solo resta esperar ahora que esta política tenga continuidad o la petroquímica seguirá como hasta aquí: en el limbo.