PPK
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Pedro Tenorio

Si una caída de 13 puntos en la aprobación presidencial –¡en un solo mes!– no es señal de serios problemas de conducción política, ¿entonces qué lo es? Súmese a ello la subida en 19% de la desaprobación al mandatario en el mismo lapso (y luego de un mensaje por 28 de julio que debió relanzar al Gobierno). Si estos datos de la última encuesta nacional de GFK no le mueven un pelo al presidente y a su equipo, es porque probablemente habitan una dimensión más allá de cualquier entendimiento político. Una “Dimensión desconocida”, como en la mítica serie de TV de los 60, donde fantasía y ciencia ficción tomaban por sorpresa a sus protagonistas.

La situación que hoy reseñamos no es como quieren pensar los fans del presidente, un simple capricho de opinólogos. Veamos qué más dice GFK: no solo que dos de cada 10 peruanos aprueban la gestión del presidente, sino que observando la segmentación geográfica del sondeo encontramos señales mucho más alarmantes. Así, de junio a la fecha PPK ha perdido más de la mitad de su respaldo en el norte del país (de 36% aquel mes pasó a 17% en agosto), y en el sur lo mismo (de 36% bajó en dos meses a 18%). La caída fue vertiginosa, pero Kuczynski ahí siguió riendo.

El problema, aunque PPK y compañía se resistan a aceptarlo, es que su distanciamiento popular profundiza aun más su debilidad política dado su respaldo minoritario en el Congreso. ¿Cómo enfrentar sindicatos bien organizados (para no hablar de una oposición muchas veces ciega) con un apoyo menguante en las calles? La situación de cara a los meses que siguen es incierta, salvo para quienes habitan Palacio de Gobierno.

Se dirá que exageramos porque la crisis de representación arrastra a todos. “Miren al Congreso, con 19% de aprobación como Kuczynski” (sí, la mayoría fujimorista tampoco da pie con bola, lo hemos escrito). Sin embargo, son situaciones distintas: el Parlamento ha sido por décadas un poder muy rechazado por la ciudadanía. Ni en sueños contó con el 63% de aprobación que tuvo PPK hace 10 meses. Sus problemas son notorios, pero los del Ejecutivo son mucho más urgentes de atender.

En esta columna creemos que la salida a esta crisis no pasa solamente de la PCM y operar otros ajustes al Gabinete. Quien debe cambiar es Kuczynski, asumiendo voz, decisiones y gestos que coloquen al país ante un líder, un conductor, y no un gerente empoderado (un CEO, como él mismo diría) que maneja su administración a telefonazos mientras lo ataranta la competencia. Sin esto, cualquier cambio de rostros y nombres será meramente cosmético.

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