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Día de los Inocentes: costumbres limeñas en cada 28 de diciembre durante la segunda mitad del siglo XX
El día que muchos bromistas de efemérides esperan con impaciencia es el 28 de diciembre. En esa jornada, cada año, tienen supuestamente “carta blanca” para hacer de las suyas con amigos y familiares, y hasta con desconocidos. Es el “Día de los Inocentes” y en el Perú se “celebra”, de una forma u otra, desde hace muchísimas décadas.
Dos niños jugando "Mundo" o "Avión" en una calle del Centro de Lima, en julio de 1961. Ellos representaban la verdadera inocencia, y no lo que hacían los bromistas cada 28 de diciembre. En la década del 60 estos últimos hicieron de las suyas. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Se le conoce como el “Día de los Inocentes” o el “Día de los Santos Inocentes”, pero en los años 60 el nombre que se usaba era más completo y preciso: el “Día de los Santos Niños Inocentes”. La fecha anual es el 28 de diciembre, ese día la mayoría de los peruanos vivían la tradicional festividad –incluida en el calendario católico– poniéndole el acento a las bromas, que solían ser muy pesadas o mal gusto, aunque otras veces eran ligeras y casi infantiles.
El “Día de los Inocentes” tiene un origen bíblico, basado en el Evangelio de San Mateo, que relata la orden del rey Herodes de matar a todos los niños menores de dos años en Belén, tras enterarse del nacimiento del “Hijo de Dios” o el “Mesías”. La historia se fue transformando hacia lo pagano y en la etapa Medieval el pueblo empezó a celebrar la “Fiesta de los Inocentes” con bastante desparpajo.
Así, la fecha de reflexión cristiana se convirtió en un pretexto para festejar y, sobre todo, bromear con el “inocente de turno”. Un espíritu carnavalesco se consumaba de esa forma, y todos parecían tener licenciado para actuar como niños, lo que incluía un espíritu sumamente lúdico, divertido y audaz.
EL “DÍA DE LOS INOCENTES”: ANTECEDENTES
Cuentan los antiguos que por estos lares peruanos, la gente vivía con inusitado interés la fecha de los inocentes, a modo de desahogo o desquite con la vida cotidiana que los agobiaba. Muchas personas llegaban a disfrazarse de diablos, gitanos o payasos; otros, de vaqueros o indios apaches.
La tradición cristiana recordaba cada 28 de diciembre el sacrificio de los niños de Belén, asesinados por orden del nefasto rey Herodes. Imagen de un niño en el cementerio el 1 de noviembre de 1961. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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Típico titular del 29 de diciembre en portada. En la nota de 1963 se daba cuenta de las bromas de inocentes más características. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Una típica “broma”, que provenía del siglo XIX y llegó hasta el siglo XX, era invitar a tomar café con sal en vez de azúcar. Esas eran las “licencias” que se autoimponían en ciertos círculos sociales. Pero lo del café no era lo único: se mandaban cartas y telegramas con falsas noticias (una antesala del fake news); y se enviaban “regalos” en unas cajas donde solo había arena o piedras, e incluso sapos y grillos.
La antigua confitería “Broggi Hermanos”, ubicada en la calle Plateros (hoy jirón Ica, en el Centro de Lima), empezó a vender, a fines del siglo XIX, chocolates rellenos de algodón, un “inocente” clásico enfocado a las señoritas, las cuales nunca perdonarían la “bromita” ni al bromista, con toda seguridad.
A inicios de los años 60, eran habituales las bromas por “Santos Inocentes” en el Perú. Una muy repetida por los diarios populares era la de anunciar la llegada al país de una estrella del cine. Un caso de esos se dio al darse la “noticia” de que la actriz y “símbolo sexual” de la época, la francesa Brigitte Bardot, había llegado a Lima.
La Bardot, decían, quería tomar sol en las bellas playas de Ancón, al norte de Lima, y por eso, en un arrebato caprichoso, había llegado a la capital. Se armó un escándalo y confusión. Esa vez… ¡Todos cayeron! Solo en enero de 1965, los limeños pudieron ver por algunas horas a la hermosa Brigitte respirar el mismo aire que ellos.
Imagen del 6 de enero de 1969, en Bajada de Reyes, en el Parque de las Leyendas. Otra vez los niños eran los protagonistas, pero esta vez sin bromas. Había que adorar al Niño Jesús recién nacido. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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Titular y nota de inicios de la década de 1990. Los inocentes seguían cayendo. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
Pero el año de 1963 fue uno de los más extremos en cuestiones de “bromas de inocentes”. Entonces se llamaba “Día de los Santos Niños Inocentes”, y la iglesia celebraba la fecha del “28 de diciembre” solo pensando en el sacrificio de los niños de Belén a manos del cruel rey Herodes. Pero, sin duda, la gente fue más allá de eso.
Hubo desde anuncios de “falsos matrimonios” e “invitaciones de reuniones” que nunca se dieron, hasta regalos con “muñecos saltones” o “bichos repelentes”. Todas esas bromas, al ser descubiertas, terminaban con un solo grito: “¡Inocente!”. En otros países se decía: “Que la inocencia te valga”. (EC, 29/12/1963)
En 1963, se llegó al colmo de escuchar en una emisora radial la falsa nota cablegráfica en la que se decía que el papa Paulo VI había sufrido un ataque cardíaco. En general, esas ocurrencias o bromas no tenían un tiempo determinado de duración: unas acababan de inmediato, pero otras duraban todo el día, y recién el 29 de diciembre se aclaraban las cosas, tras encolerizar a sus “inocentes” o haberles dado una pena gratuita.
Tal década del 60 fue de terror para las víctimas de los “Santos Inocentes”. Por ejemplo, en 1964, el propio broadcaster de la televisión peruana, Genaro Delgado Parker, cayó víctima al creer que Panamericana Televisión se había incendiado.
Setiembre,1967. Un niño lustrabotas durmiendo en una banca de la Plaza Bolognesi de Lima. El Día de los Inocentes es una jornada para pedir por la atención a esa niñez desvalida, desprotegida que vemos todos los días. (Foto: Archivo Histórico de El Comercio)
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EL “DÍA DE LOS INOCENTES” EN LAS ÚLTIMAS DÉCADAS DEL SIGLO XX
Las décadas siguientes continuaron con sus bromas de 28 de diciembre. Así, en 1978, una emisora radial transmitió la noticia de que el Gobierno Militar (fase II, con FranciscoMorales-Bermúdez) había cesado “a todos los alcaldes del Perú”. La noticia fue tan impactante que la Dirección de Gobierno Interior debió desmentir la información.
Ya en los años 80, los diarios populares se especializaron en titulares de inocentes, y jugaban irresponsablemente con los miedos de los peruanos: muchos avisaban de ataques del grupo terrorista Sendero Luminoso o de tanques en Palacio de Gobierno. Todo era falso, al menos esas veces (otras, no).
A fines de los años 90, se leían titulares en portada con frases como “Keiko se casa” o “Se va Montesinos”, como ocurrió en 1997. Pero, claro, eran mentiras, como cuando titulaban que algún futbolista peruano había firmado con un club “grande de Europa”, o cuando OVNIs descendían en lagunas o parques nacionales. O peor: cuando los bomberos recibían llamadas de incendios inexistentes. Allí, las bromas se convertían en una plaga.
Pero, más allá de las bromas, estaba el mensaje de la fecha cristiana que primaba en la conciencia de la mayoría de los peruanos: como ocurría en muchas iglesias del Perú y el mundo, se oraba por la niñez desprotegida o en peligro constante, al borde la muerte incluso. Y eso no era una broma sino una lacerante verdad.