HONESTIDAD RECONTRABRUTAL
Después de leer los comentarios de mi último post y de haber conversado con Santiago, pienso que el tema no es él; hace mucho tiempo que no lo es, pero me di cuenta que en efecto tenía algo pendiente con él. Y muy al contrario de lo que algunos de ustedes piensan, no fue una “despedida de soltero” ni nada parecido. Lo que quería era la respuesta a una cuestión muy puntual y que me ha fastidiado no siempre, pero sí de vez en cuando al recordar el pasado, como el dolor sutil pero persistente de un pellejito que te muerdes sin querer, y no pensaba conformarme con una respuesta que no fuese honesta.Días antes ya había pensado: sí, yo lo perdoné, yo también decidí taparme los ojos con una mano y los oídos con la otra, y además, nunca lo dejé porque no quise. Y me encontré cuestionando el porqué. Pienso que cada uno es responsable de sus decisiones. El culpable de mis decisiones en esos años no fue él, fui yo. Él seguro tuvo sus razones, lo extraño es que nunca me las dijo, y ahora ya no me importan. Sin embargo había algo que tenía que saber y ya no sólo de Santiago, sino de las personas en general.
Así que me ajusté la bufanda y le pregunté lo que jamás, por orgullo, resentimiento y otras razones más estúpidas, me hubiera atrevido a decirle a nadie: ¿Nunca te arrepentiste de haberme hecho daño al no decirme la verdad? Quedé sorprendida con la respuesta: Si, a veces, pero en esos momentos sólo estaba pensando en mí.
Ahora que lo vuelvo a pensar, no es tan desconcertante. No es fácil decir la verdad cuando sabes que vas a herir a alguien o más, cuando uno mismo sabe con certeza que va a pasar por un momento incómodo, doloroso y que, de modo paradójico, también se va a sentir herido. Yo misma me he oído diciendo: “te dejo porque ya no es lo de antes” y demás palabras para tratar de edulcorar un “ya no estoy enamorada y, además, me gusta otro”.
¿Qué es mejor? ¿La honestidad o una mentirilla para salir del paso? Personalmente, me quedo con la primera, así duela más, seguro que será más fácil olvidar, y seguir para otro lado. Con las cartas sobre la mesa, y es mi opinión nada más, la realidad por más dura que sea hace más fácil elegir. Olvidar o no, quedarse o no, irse por un tiempo o largarse para siempre. Es mejor sufrir un rato que vivir en la fantasía de un regreso o en un largo tiempo de dudas y reproches. Y mirar de rato en rato el pasado no es tan malo. La conciencia menos cargada, hace más divertido estar en el hoy.
Es así que esa noche agradecí la sinceridad tardía y subí a mi carro con un check en mi lista mental de pendientes con el pasado, y una estrellita invisible en la frente. ¿Mi futuro próximo? Llegar a casa y elegir entre un libro que no quiero terminar porque me gusta mucho, una película en pijama o simplemente lo que me dé la gana, quizás nada, sólo dormir. Esta noche, todo está bien.