Cusco: casarse, preparar pizza o ir al cine. Descubre todo lo que puedes hacer en este hotel del Valle Sagrado
Cada vez más parejas viajan al Valle Sagrado de Cusco para dar el sí. Peruanos y extranjeros eligen lugares como el Aranwa Sacred Valley Hotel & Wellness para celebrar su boda. ¿Las razones? Paisajes andinos de ensueño, buena energía y su capilla, una réplica de las tradicionales iglesias cusqueñas. Edificada en adobe, con arcos de piedra laja y altar en pan de oro. Decorada con 13 cuadros de la escuela Cusqueña y un órgano antiquísimo que se luce (y funciona) en el coro alto.
Hasta esa capilla llegamos hace un par de semanas, durante nuestro viaje a Cusco, en un intento por escapar de la locura citadina. Y horas más tarde veíamos desde el restaurante una sesión de fotos en ese escenario que, aunque no haya boda, se ha convertido en el spot preferido de los fotógrafos profesionales.
Una joya en el Valle Sagrado de Cusco
Una hora y media nos toma llegar al hotel que está ubicado en Huayllabamba, en pleno Valle Sagrado. Un destino que goza de buen clima todo el año y donde se puede experimentar una serie de actividades perfectas para encontrarse con la naturaleza y la aventura. Motivos de sobra para salir de la ciudad de Cusco y pasar al menos una noche por esos lares.
El alojamiento ha sido construido en los terrenos de la antigua hacienda Yaravilca, que data del siglo XVII. De esta quedan los patios, una sala con mobiliario de la época, una biblioteca donde el tiempo parece haberse detenido y varios salones donde se han implementado algunas de las 115 habitaciones con las que cuenta en la actualidad.
Ni bien llegamos, recorrimos el hotel en una visita guiada que nos lleva a conocer la galería de arte Martín Chambi, que expone algunas obras de nuestro máximo exponente de la fotografía. “Son 32 fotos originales de Martín Chambi y sus hijos, Teo Allaín y Julia”, precisa Raúl Sallo, encargado de guiarnos. En los pisos superiores hay un pequeño orquideario implementado para dar a conocer algunas especies que crecen en el santuario de Machu Picchu.
De camino a la hacienda nos detenemos para ver un par de papagayos rescatados y unos comederos instalados para alimentar a los colibríes que habitan el lugar. En el biohuerto crecen coliflores, zanahorias, habas, huacatay, culantro, distintas variedades de menta, espinaca, cebolla china y otras verduras que se lucen en la carta del restaurante. Antes de terminar el recorrido, ingresamos a un criadero con entre 500 a 800 cuyes que también surten la cocina.
Cocina andina
Con los productos orgánicos que siembran en el hotel y los que proveen productores locales de Cusco, el chef ejecutivo, Elmer Benavente, ha creado una nueva carta para el restaurante Pukawi. Con entradas como el ceviche de trucha arcoíris o la ensalada Biohuerto. De fondo, puedes optar por el lomo de alpaca grillado con ñoquis de papa Huamantanga o el cuy crocante con papas andinas y choclo gigante de Huayllabamba. “Mi propuesta es la cocina franca, que consiste en controlar y usar productos naturales con técnicas vanguardistas”, explica Benavente.
El chef nos sugiere probar la trucha crocante, que proviene de Pumahuanca y se sirve bañada en una salsa estilo a lo macho y acompañada de papas salteadas. De postre, sugiere Cacao de Quillabamba que, como lo indica su nombre, lleva chocolate de esta región cusqueña en mouse, sablée y ganache. Una delicia que es como un viaje sabroso por los andes de Cusco.
Clases de pizza y coctelería
Por la tarde, la cocina colonial es el escenario de una muy divertida clase de pizza. Una sesión dirigida por el sous chef de Aranwa Sacred Valley Hotel & Wellness, Raúl Uñapillco, quien nos enseña a preparar calzone relleno de lomo saltado y una pizza en horno de barro. Con paciencia y sabios consejos para un buen amasado y cocción, logramos el objetivo.
El complemento ideal de estas recetas son las clases de coctelería de Elvis Páucar, quien prepara un pisco sour clásico y el icónico cóctel Aranwa, que lleva un destilado de caña, limón y un jarabe de hierba luisa que ellos mismos elaboran. Con este abrebocas nos sentamos a disfrutar de una velada deliciosa a la luz de las velas.
Para cerrar la jornada, el hotel propone ver una película en una sala bien acondicionada y con canchita gratuita. Como si fueras al cine en la ciudad, pero en el corazón del Valle Sagrado de Cusco y sin salir del alojamiento.
El segundo día puedes comenzar con una caminata a orillas del río Vilcanota para ver el amanecer, seguir con un contundente desayuno buffet y terminar en el circuito de agua del UNNO Spa, uno de los más completos y grandes de la región. Sus piscinas con chorros, jacuzzis con hidromasajes y saunas son ideales para relajarse antes de volver a la rutina.
Una noche nunca será suficiente para disfrutar del Valle Sagrado, pero a veces es todo el tiempo que uno tiene. Mi recomendación es que aproveches cada minuto y le saques el jugo a tu estancia.
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