Veinte puntos de sutura
Ya no es asombro lo que causa la imagen del pitazo final en Matute. Ni siquiera es decepción lo que uno llega a sentir. No se acerca a la frustración el sentimiento de meterse un puntito al bolsillo cuyo eco en el fondo del pantalón suena parecido a la caída de una moneda de 10 céntimos. Tampoco es vergüenza lo que se proyecta en las caras de fastidio de una fanaticada ejemplar que no merece tan poca recompensa. No sé. O sí sé.
Entiendo que es momento para que cualquier oportunista encuentre su minuto de gloria para ironizar sobre la mala racha grone. El aliancista perderá tiempo en leerlos o escucharlos.
Yo voy a los 20 puntos que la blanquiazul perdió en esta campaña jugando en Matute y aunque está de más lamentar lo que ya acontenció, es claro que la posición geográfica del equipo sería otra en la tabla -y de escándalo- por encima del resto de participantes del torneo.
Veinte puntos repartidos en cuatro empates y cuatro derrotas es una producción inaceptable. Lo que en su momento debió cambiar y mejorar siguió su curso y el crédito se terminó para este grupo de jugadores y comando técnico que ven pasar los partidos en casa y le abren la puerta a los rivales para resuciten cualquier ego maltrecho.Los defectos del equipo son puntuales y a pesar de estar identificados fueron maquillados con pundonor en algunas ocasiones. Pero el sudor también supo poner al descubierto las ojeras, arrugas y cicatrices de este rostro que todavía quiere ganar el concurso de belleza.
La pésima marca en las pelotas paradas ha sido el sello distintivo de la zaga de Gustavo Costas y han costado partidos que, al menos, no se debieron perder.
La poca efectividad de los delanteros es otro asunto al que no se le dio importancia al rescatar puntos en provincias gracias a la participación de otras líneas del equipo. Pero Fernández, Velázquez, Aguirre y Gonzáles Vigil están en deuda con respecto a su trabajo en el área. Ahora más que entrega, sacrificio y corazón, es momento de demostrar calidad en serio. Sobre ellos pesa la modalidad con que a veces quiso jugar Costas: un solo delantero en punta, un 9 con dos extremos abiertos como Sánchez y Aguirre por los costados, o dos netos de área como Fernández y Velázquez. En ningún caso resultó el sistema apropiado para abrir defensas humildes y heróicas. Eso, a mi entender, solo podía ser solucionado con la contratación de un delantero que marque la diferencia y que en definitiva no se encuentra en el medio peruano, pero esto ya no es posible.
Sin embargo sigo pensando que es Alianza el único responsable de no ser el puntero, habiendo logrado partidos muy por encima de otros clubes y que aquí los definimos como picos de rendimiento. Así como Alianza supo arañar el techo también se fue al piso con la misma facilidad y la poca conciencia y propósito de enmienda es lo que no se puede permitir.
Yo diría que Alianza todavía puede ser campeón, pero hay una sola manera: que Roberto Ovelar nos tape la boca a los escépticos de su contratación y se convierta en el que no falle cada avance, en el que sea amigo de los palos y no le provoquen infelicidad; en el que se eleve y gire la cabeza con propiedad y ojos bien abiertos. Nada más. Con sus defectos y virtudes, el equipo de Costas puede cambiar su suerte hasta fin de año. Nos vemos en diciembre y que esos veinte puntos que se perdieron en casa no se reproduzcan más.