Tenemos COVID-19 para rato
La semana pasada, el Centro de Investigación y Política de Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Minnesota (Cidrap, por sus siglas en inglés) publicó un reporte titulado “COVID-19: punto de vista del Cidrap”. En este, se esboza el posible futuro de la pandemia causada por el SARS-CoV-2; y entre otras cosas, indica que debemos acostumbrarnos a vivir con este virus por los próximos 24 meses.
El reporte empieza reconociendo que muy pocos vieron el peligro de la infección que se anunció en China el 31 de diciembre del 2019. Incluso en enero, cuando se produjo la epidemia en la ciudad de Wuhan, muchos esperaban que la infección se controlara como sucedió con las epidemias de SARS y MERS –enfermedades causadas por coronavirus– en el 2002 y en el 2012, respectivamente. No fue así, y ya en febrero la epidemia se instaló en Europa, y en marzo, en EE.UU. La Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó la epidemia como una emergencia global el 30 de enero, y el 11 de marzo como pandemia. Del mismo modo que casi nadie previó lo que podía pasar, el Cidrap sostiene que en este momento nadie tiene una bola de cristal para predecir lo que puede traer el futuro.
–Comparaciones–
Los investigadores dicen que si bien es cierto que la pandemia no puede compararse con las epidemias de SARS y MERS –la primera ha desaparecido y de la segunda se han detectado casos ocasionales–, sí es posible hacerlo con las ocho pandemias de gripe que se han producido desde los años 1700, cuatro de ellas desde 1900 (1918-19, 1957, 1968 y 2009-10).
Si comparamos la pandemia de SARS-CoV-2 con la de 1918, las semejanzas son que los virus detrás de estas eran desconocidos para el ser humano, se transmiten por vía respiratoria, pueden expandirse a través de personas asintomáticas y se diseminan rápidamente en la sociedad. La diferencia es el período de incubación: en la gripe de 1918 fue de uno a cuatro días (promedio de dos días) y en el SARS-CoV-2 es de dos a 14 días (promedio de cinco días). Esta diferencia hace que la actual pandemia se mueva más silenciosamente en la sociedad, y explica la miopía de muchos gobernantes que minimizan esta crisis en sus países.
Otra diferencia importante es la proporción de asintomáticos. Mientras que en la gripe de 1918 fue de 16%, en la actual pandemia es de 25% a 50%. Muchos infectados sin síntomas son capaces de transmitir el virus, esto estaría vinculado a un mayor número de contagios en la sociedad. Del mismo modo, la proporción de personas que son capaces de contagiar antes de que aparezcan los síntomas parece ser mayor en la crisis por SARS-CoV-2. Finalmente, el nuevo coronavirus es mucho más contagioso que el virus de la gripe de 1918.
–Predicciones–
Después de analizar reportes históricos de pandemias anteriores, datos del Instituto de Métricas y Evaluación de Salud de la Universidad de Washington (IHME), del Imperial College of London y estudios epidemiológicos actuales, el Cidrap predice que esta pandemia probablemente durará entre 18 y 24 meses, y que es probable que no se detenga hasta que 60% a 70% de la población mundial se infecte y desarrolle inmunidad natural. Se estima que en este momento solo el 1% de las personas en el mundo están infectadas.
Dice también el Cidrap que, dependiendo de las medidas de control de salud pública y otros factores, los casos de COVID-19 pueden venir en oleadas de diferente intensidad e intervalos, y augura tres posibilidades:
1. El primer pico de infecciones estaría seguido de varias más pequeñas, las que durarían dos años más, bajando poco a poco a fines del 2021.
2. Así como sucedió en 1918, el primer pico sería seguido de uno mucho más intenso y devastador, para luego dar paso a múltiples brotes más pequeños hasta fines del 2021. Esta posibilidad implicaría volver al punto cero y tener nuevas cuarentenas.
3. La pandemia se iría apagando poco a poco sin causar picos de mayor intensidad como los que hemos visto hasta ahora. Esto implicaría que se produzcan miles de casos y muertes durante los próximos dos años.
Los autores del reporte recomiendan que los gobernantes no les digan a sus habitantes que la pandemia va a desaparecer, sino que asuman que la segunda posibilidad es la más probable. En otras palabras, es mejor estar preparados para lo peor que esperar lo mejor.
–Corolario–
En un interesante artículo en “The Economist”, Bill Gates asegura que esta pandemia traerá enormes adelantos en el desarrollo de tratamientos antivirales, pruebas de diagnóstico y vacunas, pero expone también –en la misma línea del Cidrap– que esta pandemia durará muchos meses más y que sus consecuencias serán mayores en los países pobres, que aún no han empezado sus picos de infección.
Citando a Winston Churchill en su discurso después de la primera victoria de Inglaterra en la Segunda Guerra Mundial, Gates asegura que la vida después de la pandemia no será el final de esta, y ni siquiera el comienzo de su fin, sino el final del comienzo de la próxima. Es decir, que al salir de esta pandemia, el mundo debe prepararse para la siguiente, que –quién sabe– puede ser mucho peor.