Su majestad el tarwi
El tarwi, leguminosa originaria de los andes, fue una revolución para mí. Nunca escuché de ella sino hasta que llegué a Cusco. Un día decidí probarla y se convirtió en un fijo de mi dieta. El tarwi es como una lentejita color crema, propia de la sierra de Perú, Bolivia, Ecuador, Argentina y Chile (en otros países se le llama chocho). ¿Qué tiene de especial? Además de que es deliciosa, tiene propiedades nutritivas incomparables, alto valor proteico que reemplaza la carne, rinde como loco y es versátil para cocinar: puedes hacer ceviche de tarwi, hamburguesas de tarwi, crema de tarwi, huancaína de tarwi, humus de tarwi y lo que tu imaginación disponga.
Era consumido desde etapas pre incas. Se le conoce como la “soya andina”, sin embargo, las cualidades de este grano son ampliamente superiores. Cuando llegaron los españoles a Perú implantaron su dieta, basada principalmente en trigo y el tarwi fue desplazado. Lo mismo que la quinua, que con el tiempo se convirtió en “comida para cuyes”.
Se cultiva desde los dos mil metros de altura, en climas fríos. En el Perú principalmente se le encuentra en zonas como Cajamarca, Ancash, Valle del Mantaro, Ayacucho, Cusco y Puno. Además de su poder en proteínas, contiene grasas buenas para la salud, así como omega 3, que es beneficioso para las funciones cerebrales. Es altamente recomendable para niños en crecimiento, mujeres embarazadas y en época de lactancia. Reúne y supera las cualidades de la leche, la carne, el queso, el huevo, por lo que es un súper alimento para los vegetarianos y veganos.
Otra de las propiedades del Tarwi es la presencia de lisina, un aminoácido que absorbe el calcio y recompone el tejido muscular. Tiene bajo nivel de carbohidratos, a diferencia de otras menestras, lo que lo hace ideal para personas con diabetes y para aquellos que quieren bajar de peso.
Tradicionalmente también se le emplea para controlar los parásitos intestinales, para la caspa, caída de cabello, en cataplasmas de semillas molidas, estreñimiento, para la fiebre y la gripe (en infusión). El agua y la ceniza del Tarwi sirven como repelente de plagas en los cultivos. Además, sus tallos secos son empleados como combustible gracias al alto grado de celulosa, por lo que es también un gran aliado en el trabajo de campo.
Por esto y muchas cosas más, su majestad el tarwi tiene toda mi reverencia. Acá en mi casa se volvió un fijo: de hecho cuando “lo descubrí” lo comí cuatro veces en una sola semana.
No sé si en Lima se puede conseguir, seguro que sí pero no tengo ni idea dónde. Cuando pasen por Cusco anímense. Ya sé que muchos vienen para empujarse su Papachos, su Chicha, su Bodega 138 o la Cicciolina, también está rico, pero por ahí, sin luces ni publicidad, hay menúes de cinco soles, que salvan y se come como en casa. O mejor.