Yo estudié con Winnie Cooper
UN TEXTO HOMENAJE A LA MEJOR SERIE DE TODOS LOS TIEMPOS: “LOS AÑOS MARAVILLOSOS”
A Winnie Cooper le he traído un tulipán de madera. Tenía que ser una réplica porque no confío en el aire acondicionado de los aviones. “Es original de los Países Bajos”, le digo y ella no me cree. Winnie Cooper es desconfiada porque, como diría Andrelo Calamaro, “no tiene muchos años pero le hicieron daño”. Le propongo una salida de miércoles para ver una película. Ella, aún escéptica por mi poco convencional regalo, acepta después de cinco segundos. A Winnie, que también se llama Y., la recuerdo con afán “kevinarnoldiano”. No fue mi primera novia pero Winnie, o Y., no tiene que ser eso. Los verdaderos años maravillosos no regresan con la primera enamorada, sino con la primera vez que te enamoras (que no es lo mismo, pero que es mejor).Apenas sonaba Joe Cocker para pedir “una pequeña ayuda de sus amigos” me sentaba para ver mi programa favorito en Panamericana Televisión a las siete de la noche. De lunes a viernes. Al diablo con las tareas de la secundaria, muerte al teléfono de casa que sonaba mucho porque en 1991 el celular era un privilegio lejano. No importaba si los platos del lonche seguían en la mesa, mucho menos si afuera alguien quería jugarse un partidito nocturno. “Los años maravillosos” fue lo más importante en mis tardes, por muchos años. Fue la mejor serie que haya conocido (y que, creo, conoceré).
Todos quisimos ser alguna vez Kevin Arnold, aunque por torpezas y cercanías físicas más fácilmente podríamos pasar por ser un Paul Pfeiffer (el amigo nerd y superfiel que se le rebeló en los últimos años de la serie). Es más, no solo podría afirmar que todos quisimos ser Kevin (en pasado) sino también que hoy, en esos cuerpos treintañeros, aún llevamos dentro a ese Kevin adolescente que siempre regresa al bosque Harper o que tiene una voz (de la conciencia o la experiencia) acompañante al lado del oído.
¿Por qué Kevin Arnold? Porque era un soñador, como tú y como yo, porque no necesitó escuchar a Nicola di Bari para ser el último romántico. Porque era absurdo y siempre aparecía en el lugar y momento equivocado. Por eso aquel guionista de esta genial frase encontró en la identificación una posibilidad de larga vida para esta serie. “Los años maravillosos” o “The Wonder Years” duraron seis geniales años. De 1988 a 1993.
Ese Kevin Arnold que todos llevamos dentro (o esa Winnie Cooper que las chicas tienen derecho a ser) es torpe y no tiene certezas. Pero así como tiene dudas (las dudas de chiquillo que a veces regresan) también tiene el corazón salvaje de los jóvenes. Hace poco le hablé a Winnie, que también se llama Y., sobre mi capítulo favorito de la serie: el episodio 66, llamado “El accidente”. Winnie Cooper trata de crecer rápido, deja a Kevin, se va con chicos más grandes y en una de sus arriesgadas travesías tiene un accidente automovilístico. Kevin se entera y la espera en la puerta de su casa. Winnie vuelve, magullada y con muletas, pero no lo quiere ver. No importó, Arnold se trepó a un árbol y solo se asomó a la ventana para convencerse (y convencerla) que él estará para quererla y cuidarla toda la vida.
Si tú jugaste a ser Kevin Arnold tendrás que aceptar la existencia de alguna Winnie Cooper, sinónimo de primer amor, amor de tu vida, la de siempre, la de ahora, la que regresa, la que no envejece, la que ahora ha vuelto a estar sola, la única que sabe, la ex novia perfecta, la novia que dura y durará, la esposa, la que te espera. Winnie, siempre tan ingrata Winnie, tiene otro nombre y otro apellido en tu anuario personal. Porque tu vida también fue una serie de televisión.
Recuerdo a “Los años maravillosos” porque era el tema principal de conversación con mi hermano mayor cuando él llegaba de la universidad. Yo le contaba los capítulos con precisión y detalles y él me escuchaba interesado. Además, siempre vuelvo a esta buenísima serie porque a los 11 años entendí que una buena narración atrapa a cualquiera. Me compré el DVD con la colección de “Los años maravillosos” porque, como diría la voz en off de la serie, “hay cosas del pasado que no se pueden negar”.
Winnie Cooper era la chica que vivía al lado y la que siempre está volviendo. Para mí Winnie Cooper también es Y. y mañana le recordaré que le he traído un tulipán. Con Y. nos conocemos hace más de diez años. Solo ella sabía que el día de mi muerte me gustaría que suene con volumen alto “In my life” de The Beatles y que mi primer libro de cuentos tiene que llamarse “La última vida del gato rojo”. Con Winnie siempre regresamos a los mismos temas. Si terminaremos juntos o no, si es correcto salir o no. Ambos nos hemos visto partir varias veces. Nunca sabremos donde estaremos en los próximos años. Nunca sabremos si, como en la serie, ella viajará a Europa (porque quiere hacerlo) y unos años después yo la recibiré en el aeropuerto casado y con hijos.
“Winnie Cooper era parte de mí y yo era parte de ella. Y no importaba cómo, pero mientras viviéramos sabía que nunca podríamos olvidarnos”, dice la voz en off de la serie en la parte final de ese episodio 66. Mañana, a las diez en punto de la noche, veré a Winnie Cooper, que en la vida real se llama Y. Le daré un tulipán de madera.. No diré mucho, no diré más. Y. (es decir, Winnie) hoy es una amiga muy especial y sabe que no tendré que recitarle declaraciones de amor ni mucho menos sintonizar baladas o encender velas en la mesa para explicarle que si algún día tiene otro contratiempo, otro accidente, yo treparé al árbol, cual Kevin Arnold, para evitar desde cualquier parte del mundo que alguien siquiera intente hacerle daño. The end.
¿Eras fan de “Los años maravillosos”? ¿Cuál es tu capítulo favorito de esta genial serie? ¿Tú también tienes a un Kevin Arnold escondido? ¿Te animas a contar la historia de tu “Winnie Cooper”? ¿Qué canciones recuerdas de esta serie? ¿Alguna frase de Kevin o Winnie para recordar?
[La parte final del episodio 66 de la tercera temporada: “El accidente”. La canción es genial, se llama “We’ ve got tonight” de Bob Seger. Muy recomendable]
[Un compilado de los mejores momentos de Kevin Arnold y Winnie Cooper. La memorable canción es “Wild heart of the young” de Karla Bonoff. Esta serie no tenia pierde con el soundtrack, siempre muy bueno]
[El último capítulo de esta inolvidable serie]
[La escena final del último capítulo]
Para recordar: Gracias a los pacientes lectores que esperaron el retorno. Espero no tener que esfumarme tanto tiempo de ahora en adelante. He contestado algunos comentarios de posts antiguos. El objetivo ahora sí es fijar la reunión del Club de la Nostalgia. Espero que aún quieran hacerlo. Abrazos. PC