Todavía una canción de amor
Yo no quiero 14 de febrero pero ¿cuál es la balada de tu vida?
La balada de mi vida se llama Creep. Una canción culposa, desgarrada, un poema maldito que se ilumina con la mejor voz a pesar de convivir con los acordes más oscuros. Nunca se la dediqué a nadie, y así fue mejor. Puedo escuchar “Creep” de Radiohead sin cansancio, sin sentir su ida y vuelta. Hay baladas cómplices, composiciones vírgenes, sin la contaminación del otro. Para ti solo. Muchas veces estas canciones de amor se instalan en tus días como brújulas que señalan el punto de retorno. Te recuerdan de dónde viniste cuando más ganas tienes de sentirte perdido.Repito “Creep” en todas sus versiones y puedo formatearme. Quedar con el alma en blanco. No me pasa lo mismo con “When you’re gone” de Cranberries, ni mucho menos con “Lo ves” de Alejandro Sanz. Las imágenes aparecen y sangran si me tomo un vino escuchando “Contigo” de Joaquín Sabina o si enciendo el último cigarro con “Lo que un día fue no será” de José José. Por eso prefiero las baladas, o canciones lentas, que no tienen nombre ni apellido, ni fecha, ni lugar. Siempre pido “Creep” en los karaokes porque sé que no me malogrará la noche.
He dedicado todo tipo de baladas pero ninguna ha sido rescatada en mi banda sonora. Tengo el soundtrack lleno de otras canciones de amor, las que mandaré por correo el próximo año, las que, como diría Beto Cuevas, serán escuchadas por mi futura ex. ¿Y tú? ¿Recuerdas cuándo fue la última vez que bailaste pegado a alguien? Porque bailar pegados es bailar. Siempre habrá baladas pero hoy casi nadie las baila. ¿Es muy grande tu colección de baladas? ¿Cuándo comenzó tu castigadora recopilación? Hace unos quince años, algunas radios limeñas repetían la fórmula de programa hecho para contar historias de amor (ninguna con final feliz) y después una canción lenta para darle ritmo fúnebre al corazón acribillado.
¿Se acuerdan de “Directo al Corazón?
***
En mi casa los problemas afectivos siempre fueron una suerte de expediente secreto. Mis padres se ponían serios y hablaban de sus desacuerdos cuando creían que yo estaba dormido. Jamás supe, siempre intuía. Con tres hermanos que me llevaban más de diez años, y que vivían sus pasiones encerrados en sus cuartos, a mí me quedaba la curiosidad, las ganas de escuchar historias de encuentros y desencuentros. Quería conocer para ejecutar. Saber cómo era para salir a buscarlo.
Cuando nos daban las diez, antes de dormir, encendía el minicomponente negro Panasonic, con CD incorporado. Si la información no comenzaba por casa, la radio sintonizó conmigo. De pronto se asomaba Kenny G, ese exponente del new age noventero, con su archiescuchada “Forever in Love”. Esta melodía, empalagosa como canto de sirena, avisaba que iba a comenzar “Directo al Corazón”, el programa que por muchos años acompañó a los pobres corazones del Perú por Studio 92. Héctor Felipe, aún disjockey sin rostro (recién en 1997 dejó de ser solo voz en Campaneando) susurraba los desvaríos de los otros, esos tropezones por fáciles precipios que siempre terminaban en lo mismo: una baladita para que me perdones setenta veces siete.
–Volvemos en Directo al Corazón. ¿A quién tenemos en la línea?
–Soy Fausto.
–¿De dónde nos llamas, Fausto?
–De Independencia.
–Cuéntame Fausto… ¿alguna balada que quieras escuchar?
–Sí Héctor Felipe, sé que mi novia está escuchando el programa. Antes de venirme al trabajo peleamos en su casa y sé que debe estar cansada de estas discusiones. Yo solo quiero decirte chiquita… solo quiero decirte que ya no le haré caso a mi familia, que me perdones si te ofendí y que mañana podamos arreglar todo. ¿Puedo dedicarle una canción no?
–Sí amigo, adelante.
–Para Melanie… quisiera pedir “Palabras del alma” de Ilan Chester.
[No sé por qué pero mientras veo este clip encuentro un gran parecido entre Ilan Chester y el cantante de cumbia (ex chicherito) Ricky Trevitazo]
Pero Héctor Felipe no era el único. Recuerdo un programa en Radio A con el horroroso nombre de “El club de los gatos enamorados”. ¿Alguien podría explicarme eso? ¿Por qué los gatos? ¿Por nocturnos? ¿Porque el amor tiene siete vidas? El formato era el mismo: canción triste, llamada suplicante, mensaje sanador del disjockey y Kenny G. De esos programas radiales hoy quedaron las baladas. Las más cursis, las que te mueres por cantar pero que tanto te avergüenza pedir, las de Luis Miguel, las de Ricardo Montaner, las de Alejandra Guzmán o Gloria Trevi. ¿Qué pasaría si los Ipod no usarán audífonos y todo el sonido fuera exterior?
–Soy Héctor Felipe y te acompañaré hasta la medianoche aquí en Studio 92. Nos escribe Jesús de Pueblo Libre, nuestro amigo está muy dolido porque acaba de culminar una relación de siete años debido a un viaje de estudios y dice que este programa es su única compañía por estas semanas. Vamos Jesús, hay mucha gente que espera que te levantes, hay amigos, hay familia, tanta gente que te quiere y espera que levantes esa mirada. Te mando un abrazo, hombre, te complacemos con tu pedido…
***
No soy un conocedor de baladas pero juego a ser pretencioso al teorizar sobre ellas. La balada en sí misma no es un canto. Nació como una invocación, como una sentencia y un puñal. De poetas marginales, herederos de la cultura medieval, de fallidos compositores que no le escribían al amor sino a la muerte (su muerte).
Hay baladas de pérdida, baladas de despecho, baladas para un sí, baladas de retorno, baladas trampolines, baladas para los amigos, baladas para estar solo. Hay miles de canciones para quererse un poquito más. Pero pocas han sido creadas para ser la última de la fiesta, cuando todos se fueron. Solos los dos. Pocas tienen espíritu de cierre como esta de Percy Sledge.
La balada de tu vida es eterna, puede ser en inglés, en español, de los sesenta u ochenta, en sepia o en todos los colores. Puede tener la rima excesiva de Arjona o los arranques de penosa soprano de Cristian Castro. La balada de tu vida no es un ránking, es una declaración, un currículum vitae, una radiografía. Hazle un homenaje entonces, libérate, pídela, no temas, estamos contigo. A pesar de su insoportable sutileza, de sus palabras fáciles, siento que algunas canciones de amor están hechas solo para los más valientes. Por eso prefiero el rock, porque algo de mí aún les tiene miedo.
¿Ya escogiste a tu balada nostálgica? ¿Te animas a hacer una lista? ¿Las prefieres en inglés o en castellano? ¿Votarías por un baladista (cualquier género, mujer u hombre)? ¿Tienes alguna historia-balada que quieras contar?
Como diría Cerati, la palabra es de ustedes (los leo)
[La canción que mencioné al comienzo: “Creep” de Radiohead. Espero ordenar horarios para irme a verlos a fines de marzo a Santiago de Chile. Vamos, todavía]
[“When you’re gone” de Cranberries. La mencioné en otro post (Mi fiesta de promoción) pero es la primera vez que la pongo. Es una versión anime pero muy buena]
[Un clásico de todos los tiempos: “Only you” de The Platters. Solo para nostálgicos nivel “sayayin”]
El nostálgico de la semana
Ya que estamos con las baladas de todos los tiempos, les presento a mi balada nostálgica favorita. Los italianos de I-Pooh y “Tantos deseos de ella” (más conocida como “Debes comprenderme”). Tengo una debilidad especial y muy grande por esta canción. El mensaje es muy directo y oportuno. Va para ti.
Lo más cursi
Orlando Netti y su “Clásico es amarte”. Ochenterísima balada que sonó mucho por aquí. ¿Qué sera de la vida de este buen hombre? Pueden pifiar. Aunque no me lo crean, hay gente que lo pidió. Pero yo me hago responsable de semejante desatino. Dale al play.
Aviso parroquial: Para los que aún quieren unirse al grupo del facebook aquí les paso el link de nuevo (y por última vez). Pasen la voz.
http://www.facebook.com/group.php?gid=41906902077