Papá lo sabe todo
VIEJO… MI QUERIDO VIEJO
La última vez que le escribí un texto a mi padre fue en 1991. Lo redacté con un lapicero Faber Castell verde (tapa azul), en un papel rayado tamaño carta. Era una epístola triste, donde trataba de contarle lo que hacía, qué notas me había sacado en el colegio, le hacía todas las preguntas, le prometía portarme bien. Pero sobre todo le pedía que vuelva. En aquel sobre blanco donde envolví la carta dibujé el rostro de papá, con el ceño fruncido y los lentes de montura gruesísima, cual Marco Aurelio Denegri. Mi hermano, Rafael, fue quien se lo llevó. Demoré más de diez años en confirmar que la había leído, cuando hacíamos nuestra última mudanza juntos y encontré la carta en un cajón, al lado de fotos mías, de mis hermanos, al lado de mi libreta de notas de sexto grado. Allí estaba. Con el dibujo intacto y con una frase de niño faltoso:
“Te escribo para que no pienses que sigo llorando” Nunca nadie me dijo dónde estuvo papá aquel invierno del 91. Tampoco quise averiguar. Pudo ser una separación de mi madre o una mala jugada de su socio en la agencia de viajes. De todas maneras, no había espacio para el drama. Mi viejo siempre fue el hombre que nunca estuvo. Viajero y obsesivo del trabajo. Sin sábados, sin domingos. Extrañarlo era un deporte. Cuando la distancia se mantiene, uno se acostumbra, como si la ausencia fuera un chicle globo que pierde el sabor con el paso de los tiempos. Aprendí a caminar solo, sin ruidos, libre. Hasta que mi padre decidió hacerse cargo. Ya era tarde.
En tiempos de jubilación, de reposo del guerrero, mi viejo se convirtió en un secuestrador y en un guardián a tiempo completo. Quería estar todo el tiempo conmigo, el último de sus hijos. Siempre le expliqué que no era necesario, que todo bien. Que descanse, que no se culpe, que me dejara salir. Pero él siempre se opone. Jamás dice que sí. Desde que me fui de casa me llama todos los días, me deja mensajes de todo tipo con el portero del edificio (quien cada vez tiene una mirada más vigilante, qué le habrá dicho). Y ha encontrado el mejor de los pretextos para “visitarme” con inusual afán: dejarme las cuentas del banco y del teléfono que aún llegan a su departamento.
No le escribo desde 1991 porque él no me lee. Mi padre no es un lector, pero sí un coleccionista. A diferencia de Angélica (mi madre), él no recuerda si escribí en tal o cual revista o si entrevisté a Paolo Guerrero o a Claudio Pizarro. Eso sí, en su cuarto tiene el 90 por ciento de los artículos que he publicado en los últimos cinco años. Yo no tengo ninguno, no me preocupo. Si algún día necesito revisar alguno, sabré dónde encontrar un ejemplar. No es un lector pero sí un estadístico. No le pregunten si escribí un perfil de Guardiola o de Cristiano Ronaldo, pero lo que sí sabrá es si ayer publiqué “algo” o no.
(…)
Me gustan las películas y series de televisión donde padres e hijos se encuentran y se desencuentran. Tengo una sensibilidad especial con películas como “El abrazo partido” o “Derecho de familia”, con hijos deshallados, padres en conflicto que quisieron lo que sus hijos no pudieron ser.
No me conmuevo con “Cinema Paradiso”, no llego siquiera al estado de “lagrimeo” con “La vida es bella”. Donde sí me descoloco es con el capítulo 58 de “Los años maravillosos” (La aceptación), cuando Kevin Arnold, aturdido porque Winnie Cooper lo dejó, se encuentra con Jack, su padre, en el garaje y llora abrazado a él porque, a sus 14 años, la vida comenzaba a dolerle.
Ese abrazo de Kevin con su padre me toca porque quizá esa sea la deuda que tenga contigo Pablo Absalón Canelo Vásquez. He tenido varias para contarte (y llorarte y abrazarte), viejo. Tengo 29 años y no he aprendido a explicarte que tu hijo menor ha muerto y resucitado varias veces. Tú no sabes, no tienes que saberlo, tampoco sabrás (porque este texto tampoco lo leerás). Este domingo iré a verte y seguro me hablarás de Kina Malpartida o del mitin de Toledo. O mejor, me preguntarás si Belgrado es la capital de Serbia o si Cortázar se escribe con “z” para tu crucigrama. A veces no sé si eres demasiado práctico o un distraído. A veces no sé si yo para ti sigo siendo un niño sin problemas o un robotito que no se ensucia.
Me gustaron series como “Papá soltero” o “Grande Pa” porque me mostraron la paternidad con diferentes rostros. Con ficción y guiones forzados, pero con historias donde los padres aconsejan y solucionan. Antes de que mi abuelo muera, le prometí que no seré un padre ausente. Hoy, mientras juego con mis sobrinos, y siento ese cosquilleo extraño y disparatado, me pregunto si estoy listo, si ya es la hora es la hora…
(…)
Mi padre fue un héroe. En 1964 sobrevivió a la tragedia del Estadio Nacional cargando en sus hombros a mi tío. Desde que escuché esa historia supe de dónde vino ese extraño síndrome mío de querer salvar a todo el mundo, cual fallido Superman (que más parece Capaudaz). Por eso debe ser más difícil verlo vulnerable y débil, como hace dos años cuando tuve que sacarlo de Requisitorias por culpa de un caso de homonimia.
Siempre has sido bien piña viejo, te pasan unas cosas. Fuiste tú quien quisiste salir sin hacer problemas y olvidarte del tema. Yo quise demandar al hijo de mil putas que se llama como tú y que te jodió ese fin de semana pero no me dejaste, no quisiste. Nunca quieres.
Dudo que él se entere de este espacio, de este blog. No sé si aparezca un cómplice que le haga saber que después de 18 años le he escrito de nuevo. No lo dibujo porque he perdido la práctica pero sería genial que sepa de este texto y de todos los que vendrán.
Lo siento Pablo, no pude ser el abogado que quisiste pero dame una chance. Pienso en ti y me apuro con los textos de ese libro que espero pronto publicar. Me apuro porque debemos llegar, vamos todavía. Porque tienes que estar, porque aún sueño con presentar un libro contigo en primera fila. Así no sepas de qué se trate, así no entiendas nada.
Sus nietos le dicen “jefe” y eso le gusta. Mi viejo se acerca a la base siete y ha vuelto a trabajar. Está feliz y recuperado de una anemia que casi lo mata hace dos años. Ya se está quedando calvo y creo que necesita unos lentes con nueva medida. Aún jode, aún quiere ganar siempre. Tengo una hermana (Patricia) que se ha asociado con unos inversionistas para el levantamiento de un edificio. Y mi viejo es el supervisor de las mañanas. Es el hombre, es el bravo. Como siempre le ha gustado ser. Yo me preocupo con eso de que el Perú es un país sísmico pero, por alguna estúpida razón, me cuesta decirle que no quiero que le pase nada en medio de tanta construcción. Al igual que él, aprendí a no decirle ni escribirle. Una señal basta para hacerle saber que lo extraño demasiado y que me gusta verlo a pesar de que sea tan terco, a pesar de que me haya transferido por los genes su carácter de mierda. Solo una señal, Pablo Canelo: a tu casa seguirán llegando mis cartas del banco y del teléfono. Siempre habrá un pretexto para que volvamos a vernos. Mi pedido de cambio domiciliario puede esperar.
¿Qué ideas se te vienen a la mente a pocos días del Día del Padre? ¿Te animas a recordar las series o películas o canciones que hablan de las relaciones entre padres e hijos?
La palabra es de ustedes
[“La aceptación”, capítulo 58 de Los Años Maravillosos. Es la mejor escena de padre e hijo que he visto. La que me faltó, la que me falta]
[El intro de la primera temporada de “Grande Pa”]
[El primer capítulo de “Papá Soltero”. La serie de padres que más recuerdo junto con “Grande Pa”]
BAILA CONMIGO
[“The time of my life”, la canción de batalla de Dirty Dancing. Un pequeño homenaje al gran Patrick Swayze]
LO MÁS CURSI
[“Endless love”, Lionel Richie y Diana Ross. Comenzamos con los cursis en inglés. Hay muchos en cola. Una balada recomendable para todo. Suave con eso]
ACTUALIZACIÓN DE DOMINGO (Y UN FELIZ DÍA A LOS PADRES QUE LEEN ESTE ESPACIO)
Lo que queda de mí solo quiere agradecer y agradecer. Fue demasiado paja e inesperado lo del viernes. Más de 50 personas, un bar miraflorino que tuvo que cerrar a la una de la mañana porque no entraba màs gente y una cadena de detalles que sigo sin asimilar. La tercera reunión de “Los Nostálgicos” (así se ha rebautizado el club de la nostalgia) fue TODO. El martes les cuento todos los detalles con hartas fotos y más anuncios. Se vienen cambios…