Busco burbujitas (o cíndelas)
O GÓLMODIS, O NUBELINAS…
Primer acto: Lo que quedó de un gólmodi
Todos los viernes, durante casi tres años, me junté con unos amigos del colegio en unas bancas del Parque de los Bomberos, en Lince. Ya éramos casi veinteañeros y al comenzar el fin de semana nos encontrábamos para decidir dónde iríamos a conversar, bailar o tomar unos tragos. Cuando Susana llegó para presentar a su novio no hubo sobresalto, el chico caía muy bien y nos hacía reír mucho con sus coreografías de música brasileña. Pero de repente, P. se acabó el vino, apagó la radio y se me acercó desafiante, casi en guardia.
-¿Te estás burlando de cómo bailo?
-¿Qué fue compadre? Estamos entre patas…
-¿Susana no les ha dicho? Ustedes no tienen idea de quién soy.
-Pues no, yo solo sé que eres P. el enamorado de mi amiga Susana Banana.
-Yo… (previa bamboleada en espiral), yo fui un gólmodi y ahora lo voy a demostrar… ponme la música.P. nos dijo durante años que había sido un gólmodi pero nunca nadie le creyó. Por eso, cada vez que nos visitaba el anuncio era inevitable: “Llegó el gólmodi, o lo que quedó de él”. Apenas crecía la marea del alcohol, P. sacaba sus cassettes de Nubeluz y se mataba imitando las coreografías. No lo hacía mal, pero su figura decadente no encajaba con el imaginario de la cíndela o gólmodi ideal. La gente recordaba a Marco Zunino (hoy actor, bailarín y máquina de hacer “fans”), a José Val (cantante fuera del país de latin pop) y hasta a Martín del Pomar, el vilipendiado ex alcalde de Barranco. No había forma que P. sea una de ellos.
Después de tantos intentos, de tanto vino y de tantas canciones glúficas, P. se sentó en el piso alfombrado de la casa de Susana y confesó su culpa. No era un gólmodi en sí mismo, sino era como un bailarín suplente que tenía como trabajo principal el ordenar a los niños a entrar al auditorio del Coliseo Amauta. Por eso se sabía los pasos, por eso nos contó todos los chismes del programa. Sus relatos tenían hartas dosis de fantasía pero a mí me gustaba escucharlo. El día que Susana contó que iban a separarse sentí que debí hacerle más preguntas. ¿Por qué P. no siguió bailando o cantando? ¿Qué le faltó?
P. también era fanático del mismo equipo de fútbol que yo y hace muy poco nos encontramos en la tribuna de un estadio limeño. “¿Por qué nunca te promovieron a Gólmodi oficial?”, le disparé. “Por disciplina, ya había comenzado con estas vainas, tú entiendes”. Y se fue, tocando el bombo y pidiendo a la gente que aliente. Teníamos razón, él era lo que quedó de un gólmodi. O más que eso. Era nuestro gólmodi quemado que quiso curar las heridas con una última coreografía ante cinco personas.
Segundo acto: Burbuja de amor
Hace un año viajé a Israel. Recuerdo que le dije a Y. (ver post Yo estudié con Winnie Cooper) que todo tenía que cambiar después de esa larguísima travesía. Y así fue. Busqué todo tipo de aventuras, me dejé llevar en cada una de las estaciones. De ida y de vuelta. Para el viaje de retorno estaba conforme, había hecho lo que tenía que hacer. Lo que no esperé en esa sala de embarque del aeropuerto de Amsterdam, donde hice una escala de día y medio, fue encontrarme con una de esas amistades fugaces que para ti fueron importantes y para ellas quién sabe. No me podía equivocar, ella era la “muñeca” de Yola Polastri que me ayudó a entrar a uno de los programas de la ‘Chica de la Tele’. ¿Pero qué hacía en Holanda?
Abril de 1993. Cuando comienzas la secundaria ya no quieres saber nada de programas infantiles. Pero a mí me gustaba una chica de mi cuadra, la llamaré C., y ella tenía dos hermanos menores que amaban a Yola. ¿Vamos? Por supuesto que fui. Al final fuimos varios. La cola era larga para entrar y hacía calor. Fui por unas gaseosas y cuando regresé ya el grupo había entrado. Estaba fuera, me había quedado solo. C., por eso la quise tanto, se preocupó y al darse cuenta que nadie más podía ingresar buscó a M., quien –según me explicaron todos después- era la única “muñeca de Yola” con cara de buena gente. M. supo que yo había sido el valiente que fui por las gaseosas y que me había quedado sin entrada. Salió a la puerta del set y le dijo a uno de los coordinadores: “dejen pasar a mi primo, va a cantar”.
No canté (al menos no esa tarde), pero sí le di las gracias a M., quien era uno o dos años menor que yo pero con el discurso de una madre de familia. Así maduran rápido estas estrellas adolescentes, leí algún tiempo después. Me quedé hablando con M. durante casi 10 minutos porque la grabación ya había comenzado y tenía que esperar para ir a sentarme. M., al igual que el gólmodi fallido, era una bailarina de reemplazo. Pero ella sí llegó a sobresalir y fue una de las principales burbujas de los noventa. Durante meses y semanas la buscaba cuando aún transmitían “Hola Yola”, los sábados por la tarde, hasta mediados de los años noventa. Cada año, M. estaba más linda y bailaba mejor. En el aeropuerto de Amsterdam, casi 15 años después, era obvio que quien iba a recordar era yo.
M. se mató de risa y dijo que le parecía locazo encontrarse no solo con un peruano sino con un peruano que la conocía y que casi era su fan. Yo la había perdido de vista, pero mi corazón no. “Yo también estoy de regreso”, me dijo en la cola de los pasaportes. “Vamos, todavía”, me di ánimo. Nos sentamos algo lejos, pero esperé a la hora de llegar a Lima. Le había dicho a Y. que las cosas cambiarían y tenía que arriesgarme para eso. Me acerqué, le sonreí, ella también. Todo estaba saliendo de manera ideal (casi un sueño) hasta que M. fue rodeada. Intimidado por esa pequeña avalancha de seguridad, di unos pasos para atrás. A la dulce y bonita M. se le acercaron tres hombres y tres carnosas mujeres. Eran peruanos que le pedían que se apure. No entendí nada hasta que M. se detuvo para dar unas entrevistas y hacerse inalcanzable. Antes de irme le pregunté a una de las periodistas –amiga mia de la universidad- que la abordaba.
-¿Por qué tanta cosa con estas chicas?
-¿Qué pasa Canelo? ¿No sabes? Tienes que leer tu Trome pues, son las chicas de moda en la cumbia.
Allí me vino la duda. ¿Era la misma persona? ¿Había sido burbujita y hoy una reina de la cumbia? ¿Hará los mismos pasos? ¿Sabrá Yola de todo esto? ¿M. fue “muñeca”? ¿Era ella? ¿A quién le pregunto? Lo último que supe de M. (a estas alturas ya no sé si es la misma M. que yo conocí) fue que era la bailarina principal de un programa sabatino por las tardes. Los sábados, cuando ella baila por la TV, yo debo escribir para el suplemento deportivo del domingo. Ya no pude volverla a ver.
Tercer acto: Se pareció tanto a ti
¿Cuántas ex burbujitas de Yola llegaron a la televisión o al espectáculo? Con Patty Loyola y Roxanita Vargas fuera de órbita solo nos quedan los de siempre: Alberto Beingolea, Jorge Benavides y el inefable Jossy Tassy, ese ícono del trasvestismo que heredó un estilo de Yola Rocker. No son muchos. Me acuerdo también de ese muchachito que imitaba a Luis Miguel y que luego apareció en “Los Choches”. Pero tampoco son muchos ¿o sí? La mayoría hoy son fanáticos y ex miembros del elenco que se juntan en grupos para fiestas temáticas donde puedes bailar desde “La feria de cepillín” hasta “Baila bacán”.
Lo de Nubeluz sí es una lista más extensa donde puedes encontrar desde gatitas de Playboy (las Bernaola), alcaldes (Martín del Pomar), actrices de novelas (Daniela Sarfaty) e íconos culturales en el imaginario limeño (el extraño caso de Marco Zunino). Todos se despeinaron y saltaron con las dalinas y hoy, ya casi treintañeros todos, se reinventaron para salir, aunque sea por una sola vez, en primer plano.
Hubo otros casos de “fue ayer y no me acuerdo”. Fabrizio Aguilar y Gabriel Calvo en Hexágono eran algo asi como gólmodis tardíos. O Alessandra Graña o alguien con quien quiero cerrar este post megainfantil: Rossana Fernández Maldonado. Nombre y apellidos, por favor. Ex cíndela y hoy una actriz de primer orden, Rossana te robó el corazón todos los sábados por la noche pero conmigo lo hizo hace más de 10 años con su interpretación de “Candy”. Creo que muchas burbujas, gólmodis o cíndelas se la jugaron en los descuentos porque sabían que merecían más. Por eso es justo que exista espacio y tiempo para que Rossana Fernández Maldonado siga cantando y bailando. Para ella es este post. Los que sentimos que Nubeluz se fue muy temprano ya tenemos nuestra revancha.
Ha regresado la que debió ser nuestra última dalina.
¿Qué recuerdos tienes de las burbujitas o cíndelas o gólmodis? ¿Qué casos de “reinvención” te llamó más la atención? ¿Qué burbuja o cíndela crees que hemos omitido? ¿Qué opinas de los cambios en muchos de ellos?
La palabra es de ustedes
VAMOS CON LOS VIDEOS
[Rossana Fernádez Maldonado en tierna interpretación de Candy. ¿Puede haber algo más dulce que eso? Un video sacado del baúl nubecino]
[En este video llama la atención la aparición de dos gólmodis conocidos: Marco Zunino y José Val. Ambos siguen en el espectáculo. Rossana también aparece]
[Aquí podemos ver a Fabrizio Aguilar y a Martín del Pomar con mucho cabello. Fue una invitación especial para un programa de Almendra]
TRES FUNCIONES TRES
La invitada de esta semana es…. es… la gran Marta Sánchez (quien pronto tendrá post)
[Lili Marleen, con el grupo Olé Olé. Mi favorita]
[La Chica Ye Ye. Esta canción me hace reír mucho, me hace acordar a un compañero de colegio, jajaja]
[Desesperada, un clásico de Marta]
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