Ponte Mosca
Los más emblemáticos juegos de mesa de nuestros tiempos. Desde el “Millonario” de Fi-fi-fiori hasta el histórico “Ponte Mosca”. Cuando ser niño y jugar dejó de ser un Monopolio.
Alguna vez fui millonario. No me acuerdo bien ni cómo ni dónde. Mis hermanos incrédulos, la sala de mi casa silenciosa. Había ganado los últimos billetes en mi “Millonario” de Fi-Fi-Fiori y nadie lo podía creer. Tenía 9 años y era un consumado experto en los juegos de mesa. Ya me había “puesto mosca” y ya no había dejado lugar para el “palabreo”. El pequeño cretino que solo lanzaba los dedos para obtener el número que le faltaba había sufrido mucho para alcanzar su estatus. Cuando eres un niño sentarte a jugar “Monopolio” o el clásico “Ludo” no es una forma sana de pasar el rato. Es una cuestión de honor. Y antes de ese triunfo letal en “Millonario” había soportado un ataque fulminante en el centro de mi orgullo.
¿Con quiénes jugaba “Ponte Mosca” o “Millonario”? Con mis hermanos más grandes que yo y con sus respectivas parejas. Ellos lo hacían como para distensionar momentos, yo lo hacía para ensayar una adultez que no tenía. Antes de dejar en “bancarrota” a mis seres más queridos soporté que mi cuñado me arrebate de las manos una partida de “Ludo” gracias a una inusual aparición consecutiva de números ‘6’ en los dados. Fue insoportable ver al novio de mi hermana bailar al estilo Carlton del Príncipe del Rap por dejarme atrás cuando yo tenía todo controlado y ganado. Peor fue cuando uno de mis primos me hizo un jaque mate pastor y provocó que patee el tablero literalmente.
Me habían dañado en el amor propio de pequeño varón. Yo había nacido para jugar (porque vivir es jugar y yo quiero seguir jugando) y tenía que demostrarlo ante el público más exigente. Así que entrené, leí, evalúe tácticas. Pregunté a los que más sabían. Tenía que estar listo para darles en sus lados más débiles. Ellos, mis hermanos y cuñados, solo querían relajarse un poco. En cambio yo tenía que jugarme todas las fichas. Apostar por mí mismo así a pesar de que aparecía último en las apuestas.
Logré lucirme esa noche en el “Millonario”. Compré lo que tenía que comprar, gasté lo necesario. Me entrené en solo 2 horas para toda una vida. Me convertí en un pequeño zar de los bienes raíces y fui sumando millones de soles hasta obligar que uno por uno se fueran retirando. Los condené a la muerte lenta. El último fue mi hermano Rafael que pensó haber perdido o dejado caer un fajo de billetes de utilería. Era imposible que el menor se imponga con tanta clase. Fue el inicio de una racha y de una sana costumbre. A mi primo lo revolqué en el ajedrez pocas semanas después. Hoy nadie debe saberlo pero soy un incurable jugador de póker de lunes por la noche.
¿Y tú que jugabas? Durante los años ochenta aparecieron marcas peruanas como Fiori o Maxi que le abrieron espacio a una serie irrepetible de juegos de mesa. “Monopolio” tenía el monopolio pero tuvo que ceder ante el “Millonario” o el juego de “Atrapados”, ese que consistía en acorralar al rival en huecos hasta dejarlo sin opción de movilidad. Eran años donde el Perú padecía de inflación crónica y los únicos billetes que podíamos ver eran esos que venían con los juegos de mesa.
Era un tigre del “Millonario”, un entusiasta del “Palabreo” y un obsesivo del “Ponte Mosca”. Hasta que mis hermanos crecieron, se fueron a la Universidad y me repetían hasta el cansancio que no tenían tiempo para jugar con su hermano menor. Fui dejando en el armario todos estos entrañables juegos hasta refugiarme en los naipes y en el único juego hecho para uno: el venerable “Solitario”.
Esta semana regresé a la casa de mis padres por unos días y mientras buscaba unas fotos mías vi caer un objeto extraño. Era un cassette pero no entraba en una grabadora. Era un cassete pero no tenía música. Era un cassette juego de Maxi. Tuve como cinco de ellos, todos comprados en los Polvos Rosados (y siempre después de las compras mi madre me llevaba a comer al Pop’s) y hoy perdidos a excepción de ese “Juego de la Oca” sobreviviente. ¿Por qué ya no fabrican juegos así?
Es inevitable, los juegos de mesa viven tiempos de extinción porque el videojuego se innovó y lo va fulminando día a día. Tanto se apoderaron las consolas de los juegos de salón que hoy puedes jugar “Monopolio” en un Play Station. Yo también me adapté al cambio y hoy juego torneos de Winning Eleven con relativo éxito. Pero, eso sí, cambiaría mucho de eso por una noche de sábado tranquilo, con la mesa gigantesca de casa, con mis juegos y mis seres más queridos a mi costado. La realidad no debe ser virtual. Quiero a mis hermanos al lado, no quiero llamarlos por celular. Quiero abrazarlos en persona y no verlos por web cam. Esta vez le diré que no a los juegos en línea. Hay que hacer una pausa como dice el comercial de una marca de café. Muchas cosas extravié de mis tiempos de niñez, pero yo sé dónde está mi “Millonario”. Así que me “pondré mosca”, me dejaré de “palabreo” e iré por él. Ya estoy muy cerca. Solo necesito un ‘6’. Pásenme los dados.
¿Cuál fue tu juega de mesa favorito? ¿Cuál crees que debería volver al mercado? ¿Monopolio o Millonario? ¿Alguno de ustedes conserva su juega de mesa?
COMO DECÍA CERATI: LA PALABRA ES DE USTEDES
Vamos con los videos!!!
[Gracias al usuario de Youtube, Alleyviper, por subir esta toma a uno de nuestros juegos más emblemáticos: el “Millonario” de Fi-fi-fiori]
[¿Se acuerdan del juego “Atrapado”. Era de la misma compañía que fabricó los “Ponte Mosca”
[Los cassettes juegos de Maxi eran mis favoritos. ¿Y los tuyos?]
[“Antimonopolio” de Fiori. El nombre del juego parecía un mensaje subliminal]
AVISOS PARROQUIALES
1. Si te gusta este espacio hacer click aquí debes. También tenemos el grupo del Facebook para contactarnos en manera seguida con los lectores. Y si quieren algo más inmediato sigan mi cuenta en Twitter: @jovennostalgico.
2. Un llamdo al grupo nostálgico para comenzar con los preparativos del segundo aniversario de este blog. Avisen si tienen ideas. Es la úlitma semana de junio.
OTROSÍDIGO
Aquí el video de “El negro no puedE” cantado por las Chicas del Can. Cualquier parecido con el himno mundialista es pura coincidencia