El sí de las niñas
¿Qué fue de la vida de las pequeñas de “Tres por tres”? ¿Dónde está su padre Bob Saget? ¿El tío Jesse? Volvemos al blog con esta serie que acompañaba al inicio de las noches noventeras por Panamericana Televisión
La hora del lonchecito comenzaba para mí a las seis de la tarde. Aún con el uniforme escolar puesto esperaba a que mi hermano Rafael regresara de la universidad. Era el ritual de lunes a viernes. Mis padres volvían muy tarde de trabajar y la espera se hacía menos urgente cuando salíamos a comprar el pan y la jamonada de ternera en la tienda de Kenyi. Servíamos el banquete con la exactitud y el apremio de una dupla perfecta e insuperable. No podíamos demorar porque antes de las siete comenzaba la función continuada de series imperdibles. Allí, solidarios y cómplices, entendíamos que éramos pocos para una casa tan grande y despoblada. En nuestra sala del departamento de la avenida Canevaro éramos solo dos mientras que al frente el hogar estaba repleto, casi inhabitable. Nosotros solo éramos dos y ellos eran tres (por tres).
DJ nunca tocó música hasta el amanecer. DJ fue, digamos, nuestra primera jotita. Donna Joe Tanner era la hermana mayor. Después la más graciosa y natural, Stephanie, y al final Michelle (que en realidad eran Michelles). Tres niñas y un papá soltero que le pidió una ayudita a sus amigos. “Tres por tres” era uno de los programas infaltables en mi hora del lonchecito, aquella donde no sonaba ni Camilo Sesto menos José José pero sí las canciones de introducción para series ochenteras que hasta hoy sirven como caja de cambios para manejar siempre en reversa.
CANDACE CAMERON VERSIÓN 2010 ¿QUÉ TAL?
A diferencia de otras series que funcionaban como diario paralelo para adolescentes confundidos, “Tres por tres” era multigeneracional. El protagonismo podía tenerlo DJ con su primer amor o sino el mejor amigo del papá (Joey Gladstone) con sus desvaríos vocacionales. Había una linda bebe (que en realidad eran dos), una niña que ni se asomaba a la pubertad y adultos que tropezaban ante la teleaudiencia con sus interminables situaciones y desencuentros. En resumen, una serie relax y sospechosamente light que servía de buena compañía a un cachimbo universitario (mi hermano) y a un imberbe que no culminaba todavía la primaria (este pechito).
JODIE SWEETIN EN TIEMPO PRESENTE
Como las buenas series hechas con muchos personajes, esta también duró más de cinco temporadas. Llegó hasta ocho y fue casi un reality para las tres niñas protagonistas. Cuando “Full house” (nombre original de la serie) acabó ya DJ era Donna Joe para los amigos, Stephanie se despojó de su maldita ternura para mirar con seriedad y Michelle tenía la inquietud que luego la desbordó en la vida real.
A pesar de que no me perdía un solo episodio, con frecuencia le decía a Rafael que esos tres buenos varones que improvisaban sus tareas de paternidad responsable a veces más parecían “Los tres chiflados”. Perdía todo tipo de respeto ante la generación adulta al ver a Bob Saget convertido en Bobo Saget o a un Joey que, para nuestra desgracia, era doblado al español por el mismo que le daba voz a Snarf de los Thundercats. Del casi nunca gracioso Gladstone solo rescato la creación de un castor atontado llamado “Mascamadera”, que sirvió de sobrenombre para un compañero de colegio que hasta hoy luce su archiestereotipada dentadura de Bugs Bunny.
LAS HERMANAS OLSEN QUE JUNTAS ERAN MICHELLE
Como vivo en moda retro permanente, como soy un Quique el antiguo a blanco y negro, siento que lo nuevo debe ser mejor para clasificar a segunda ronda o para ir a la peña como diría Ferrando. Y John Stamos como Jesse Katzopolis podía tener buena voz y oído pero para usar casaca de cuero y moto solo hay un Fonzie. Era una valla demasiada alta para dar el salto. Aunque eso sí, sus afiebradas manías con el cabello lo consagraron como el primer metrosexual de la televisión noventera. Con la gomina de Travolta y el peine de Fonzarelli, el tío Jesse jugó a ser un macho que se respeta pero sus baladas lo mataban más que a Bon Jovi en Always.
Seguí la serie hasta el capítulo final y unos 15 años después me siento algo sorprendido por ese síndrome llamado “expectativa superada”. Busqué a las niñas de “Tres por Tres” y encontré a mujeres con belleza letal y con una vida que se excedió en sobresaltos. Solo Candance Cameron, mi querida DJ, gracias a su influencia evangélica se portó mucho mejor y hoy tiene un programa de modas que se sigue transmitiendo en los Estados Unidos. En cambio, Jodie Sweetin (Stephanie) demoró unos años en retomar el camino y pudo liberarse del chantaje obsesionado de las drogas para convertirse en una madre linda y que hasta ofrece consejos por la TV. Con las hermanas Olsen es difícil definir: ambas juntas sumaron a Michelle y hoy fusionadas a lo mucho llegan a ser una Paris Hilton.
Hay algo que nunca se pudo ver en la serie, o al menos por distraído me lo perdí. ¿Cómo era la mamá de estas niñas bonitas? Mejor dibujo en la mente la versión más ideal. Esa señora que se fue temprano y que no apareció ni en el capítulo cero (creo que salió después en un flashback pero no estoy seguro), prefiero pensarla parecida a DJ. No sé ustedes, pero ella fue la mejor. La hermana mayor que a esa hora del lonchecito me hubiera gustado tener (sentimientos incestuosos al margen). Hoy vivo solo y espero que por la madrugada repitan la serie en canal 2. Es bonito y reparador fundar la independencia personal en un cubil felino amoblado pero a veces cierro los ojos y prefiero imaginarme otra vez en una casa llena. Home alone en la vida real, Full House en los sueños que me quedan.
¿Te acuerdas de “Tres por tres”? ¿Qué opinas de la versión actual de las actrices de la serie? ¿Cuál fue tu capítulo favorito?
LA PALABRA ES DE USTEDES
AVISOS PARROQUIALES
1. Mil gracias por esperarme y quedarse cerca del blog a pesar de mi mes de vacaciones bloggeras. Necesitaba un respiro para retomar el paso en estos meses que quedan del año. Prometo no irme más y postear con fuerza hasta que los temas y los recuerdos nos digan stop. VAMOS TODAVÍA.
2. GRACIAS Y GRACIAS Y GRACIAS a todos aquellos que me apoyaron en el curso de los blogs. Les cuento que el blog fue finalista por tercer año consecutivo. Esta vez el jurado le dio el premio a un blog muy entretenido llamado Perú Fail y desde aquí aplaudo la decisión. Es mi última participación en el concurso de 20 Blogs porque el 2011 me tocará ver esta votación desde la otra vereda.
3. He descansado, he viajado, he hecho mil cosas, pero hemos vuelto. La nostalgia no merece acabarse. Quizá respondí poco a los comentarios de los últimos posts pero ahora retomaremos la charla con ustedes. Gracias por seguirme y quedarse cerca. Un abrazo ahora sí. Hasta la próxima semana.