Con esa fe de ayer, con esa fe de hoy
Porque a pesar de las notables bajas creo que es válido volverse a ilusionarse con una selección de fútbol. No importa si nos rompen el corazón de nuevo. Como en el mundo de los amores imperfectos, un nuevo intento nunca está demás. Comparto con los cibernautas del blog la columna que apareció ayer en la versión impresa del diario.
Cuando trato de rescatar alguna imagen de Perú en un mundial de fútbol siento la impotencia de esas personas que, al despertar con violencia, no pueden evocar lo que soñaron. Tenía solo 2 años en la época de España 82 y no me acuerdo de nada. Absolutamente nada. Hago el intento de revivir el Perú-Italia o el Perú-Camerún y todo se hace nublado, tan difuso como si hubiera borrado caset después de una soberana borrachera. Debería decir que yo sí pude ver al Perú en un mundial. Pero eso no es verdad. Mi VHS mental dice lo contrario. Esa película no la tengo. Si no me acuerdo, no estuve allí.
Cuatro años después mi grabadora mental sí acumuló momentos en alta definición. Ya nunca más Perú clasificó a los mundiales, pero sí estuvo el golazo de Maradona a Inglaterra, el Francia-Brasil, la goleada de Dinamarca a Uruguay. No leía aún con mucha fluidez, pero a los 6 años me terminé toda la colección El Gráfico y los Mundiales que publicó este Diario en 1986. No sabía ni de Caperucitas, ni de lobos feroces. Mis primeros cuentos infantiles fueron las finales Alemania-Hungría en el 54 o Uruguay-Argentina en el 30. Mis héroes no eran de cómic, sino personas pegadas a una pelota de cuero.
Así pasamos los ochenta y los noventa, con nuestra selección entregada a un síndrome de ausencia en las copas del mundo. Eran tiempos sin cable, y mucho menos HD, eran años en los que esperábamos con exagerada ansiedad las Eliminatorias mundialistas porque era el único fútbol que podíamos ver en vivo y en directo. El campeonato peruano o la Copa Libertadores llegaban solo por radio, con los épicos relatos de Elejalder Godos (“van, van cuareeenta”), Roberto Zegarra (“la pelooootaaa, informóoo”) y los infaltables comentarios de un siempre afónico Vides Mosquera por Ovación. Por los parlantes un locutor anónimo decía que Pollos y Parrilladas Hilton eran un placer y que Rayovac era la mejor pila.
Hasta hace unos quince años solo teníamos las Eliminatorias o la Copa América en tiempo real. Por la televisión aparecían enseñoreados Humberto Martínez Morosini (“el rincón de las ánimas”) o ‘Rulito’ Pinasco (“tremendo cañonazo”). Cada intento por un boleto mundialista era una promesa de amor eterno que terminaba con el corazón roto. Y así sucesivamente hasta hoy. Ahora sí quiero estar. Como en el terreno de los amores imperfectos, nadie puede quitarnos el derecho de ilusionarnos de nuevo. Hace 30 años fui un niño que no tenía uso de razón para vivir un mundial. Hoy tengo la razón. Hoy he vuelto a ser niño. Solo me falta el Mundial. Tan solo faltas tú, Perú.
¿Y tú? ¿Cuándo fue la última vez que viste a Perú en un Mundial?
La mejor canción en la historia de las selecciones de fútbol
El último partido épico de Perú rumbo a un Mundial. Fue en 1981 ante Uruguay
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