Ni tan joven, pero más nostálgico
Reflexiones y conclusiones de un treintañero que no quiere festejar su cumpleaños. Este es también un mix de casi todas las ideas y temas que circularon durante más de cuatro años en este blog. Con ustedes el inicio de la última temporada de este blog,
El hombre de treinta y tres años sabe que todo lo que termina, termina mal. Alguna vez ese buen varón sufrió una soberana sobredosis de ternura para después despertarse bajo los cuidados intensivos de la realidad. El hombre de treinta y tres fue un buen samaritano hasta que aprendió que las chicas se enamoraban de los más desordenados rebeldes sin pausa.
El hombre de treinta y tres años está algo cansado de ese disco rayado que le repite, con voz de Darth Vader, que ha alcanzado la edad de Cristo. El hombre de treinta y tres ya fue crucificado setenta veces siete y resucitó sin necesidad del tercer día.
El hombre de treinta y tres años vive en permanente concierto de despedida. Su conciencia, con voz de maestro Yoda, le dice que deje los cigarros, le dice que ya está viejo para tomar tanto, que incendie las cartas de sus ex enamoradas, que organice su despedida de soltero. Mejor que te afeités, mejor que madurés, mejor que laburés.
El hombre de treinta y tres años no sabía si ver el “Triki Trak” o “Trampolín a la Fama” y también se hacía el distraído viendo “Goles en Acción” cuando lo que en verdad quería era que comience la “Serie Rosa”.
El hombre de treinta y tres años nunca vio a Perú en un Mundial de Fútbol pero sí estuvo frente al televisor cuando Maradona se llevó a siete ingleses en el Estadio Azteca. El hombre de treinta y tres jugó con un Max Play antes de usar a Roberto Carlos como delantero en el Play Station I para acompañar a Ronaldo.
El hombre de treinta y tres años pensaba que Falkor, el dragón de la “Historia sin Fin”, era un amable perro blanco y alguna se vez se juró el rey del mundo cuando Mario Bros saltaba hacia la bandera alcanzando el olímpico registro de 5000 puntos.
El hombre de treinta y tres años se ensució la camisa Polystel del colegio con el ‘Chocomel’, llevaba en la lonchera su lata de jugo “Selva”, tomaba gaseosa IQ o Pasteurina y se enamoró de la gitanilla de galletas “Royal”. El hombre de treinta y tres participó de vergonzosas coreografías del Carrapicho y la Macarena en su fiesta de promoción. En esa misma fiesta dibujó figuras a ritmo del “Tiempo de Vals”. El hombre de treinta y tres años sabe lo que es bailar una balada. Porque bailar pegados es bailar.
El hombre de treinta y tres años usó un ring para llamarte por teléfono o para jugar “Space Invaders” en el desaparecido “Big Bang” de Miraflores. El hombre de treinta y tres jugó “Soccer Human” y “Street Figfhters” del SuperNintendo. También coleccionó GI Joes, muñecos de He-Man, de los Thundercats y hoy visita el Centro Comercial Arenales para comprar todos los que le faltan.
El hombre de treinta y tres años usó gorro a los dieciocho porque sus mejores amigos lo raparon después de su ingreso a la universidad. El hombre de treinta y tres bailó los “Cuentos de la Cripta” en su fiesta de cachimbo. También dejó de ir a sus clases de la mañana para ver “Dragon Ball Z” y se juntaba con sus compañeros en el comedor para ver los partidos de Zinedine Zidane en Francia 98.
El hombre de treinta y tres años entiende cuando alguien le dice “Cachete, brother” o “Pajita pulenta”. El hombre de treinta y tres usó polos OP, se vistió con las camisas floreadas de Sunset Beach, o con pantalones carpintero, y fue un faro luminoso por las calles de su barrio con sus zapatillas Troop con luces.
El hombre de treinta y tres años estudió sin Wikipedia ni Google. Usó su “Escuela Nueva” o su colección de figuritas “Huascarán” para hacer la tarea de primero de secundaria. El hombre de treinta y tres se enamoró sin Facebook ni Twitter. Su primera canción de amor la grabó en un cassette Maxwell escuchando el programa “Directo al Corazón” con Héctor Felipe.
El hombre de treinta y tres años ya usó un Soldimix imaginario para recolectar los mil pedazos de su corazón roto. En su doctorado de empíricos conocimientos afectivos ha conocido la deslealtad y la promesa de amor eterno. El hombre de treinta y tres alguna vez fue infiel y otras tantas le pagaron con lo mismo en cómodas cuotas.
El hombre de treinta y tres años quiere ser padre, o por lo menos piensa serlo. Si a esa edad no estás casado, si a esa edad no encargaste, pues jódete que tendrás que responder en sucesivas conferencias de prensa a la impertinente marea de curiosos que no se explica por qué le rindes tanto culto a la señorita soledad. El hombre de treinta y tres tiene que manejar con brevete, debe vivir solo y tiene que haber viajado por los lugares más remotos del planeta Tierra. Si no lo hiciste, te tratarán igual como los que no se casaron. Tienes treinta y tres. No te pases, pues.
El hombre de treinta y tres años no tiene miedo a quedarse solo porque ese plato ya se lo comió hace tiempo. Su condición de veterano de guerra lo mantiene armado ante cualquier remedo de enemigo que quiera vulnerarlo en cualquier batalla emocional. El hombre de treinta y tres se hizo fuerte, compacto, certero. Su corazón es un pan que hace mucho salió del horno. Ya no quema, ahora es una piedra que rebota apenas hace impacto con el suelo.
El hombre de treinta y tres años tuvo un blog, un diario, un registro de sus tiempos. Un reloj de arena textual. Un álbum sin fotos pero con muchas imágenes. El hombre de treinta y tres les presenta esta quinta temporada (que también será la última). Nos vamos en cualquier momento. Este puede ser el último post (o el penúltimo o algo así). El hombre de treinta y tres prefiere no despedirse porque sus 12045 días aún no le han enseñado a decir adiós.
¿Algunos de ustedes sigue por allí? Fueron largas las vacaciones pero quería comenzar el 2013 con este reencuentro. Aún tengo 32 porsiacaso. Mi cumpleaños es el jueves.
Por un tiempo quise esperar a mi último post para ponerles este video pero como la despedida será larga comencemos a darle un poco de pena a la tristeza.
Quizá este sitio herede dentro de un tiempo toda la nostalgia de este espacio. Pueden seguirlo desde ahora. Mi página de Facebook.
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