La arquitectura en un planeta con coronavirus
Recuerdos del futuro
El año 2019 fue muy importante para los amantes del cine de ciencia ficción: es el año donde se desarrolla la historia de la película “Blade Runner” (1982), de Ridley Scott.
En la cinta – considerada por muchos como la primera película posmoderna – se proyecta un futuro parcialmente distópico, en parte familiar pero a la vez diferente a la realidad que se vivió en el 2019 verdadero, no sólo por la tecnología sugerida sino sobretodo por la presencia de cyborgs y su conflicto con nosotros.
En las historias de ciencia ficción, la aproximación a la imagen del planeta tierra en el futuro real es en gran parte lo cautivador de estas, más aún si como en el caso de “Blade Runner” se puede revisar hasta dónde el autor acertó con el futuro que había imaginado.
En esta línea, un planeta atacado por un virus mortal es un buen guion para una película de ciencia ficción. De hecho se han realizado varias con ese tema (“Twelve Monkeys”, por cierto, una de las mejores).
En el 2020, sin embargo, esta ficción no es el tema de una nueva película: es exactamente la realidad que estamos viviendo hoy.
La sensación de estar viviendo un sueño sci-fi, además, se potencia en la medida en que además tratar de entender el presente nos preguntamos cómo será el futuro próximo a partir del ahora (aunque en realidad “ahora” ya forma parte ese futuro próximo). Es decir, estamos viviendo la primera parte de una película de ciencia ficción cuyo desenlace aún no conocemos.
Es en este singular contexto en el que buena parte de las miradas se dirigen a nosotros, los arquitectos. Finalmente nuestro trabajo es imaginar cómo debe construirse el futuro.
El futuro, precisamente, una de las palabras más repetidas en estos días.
Ayer
No es la primera vez que la humanidad enfrenta una pandemia. La última, hace un siglo , dejó cerca de cuarenta millones de víctimas, la llamada gripe española.
Las pandemias anteriores, el cólera y la viruela en el siglo XIX, las plagas y pestes de los siglos XVII y XVIII y la famosa gran peste negra del siglo XIV, entre otras, sumaron cientos de millones de víctimas.
Todas ellas tuvieron impactos posteriores en las ciudades, en su mayoría relacionados con mejoras en la sanidad urbana: desde proveerlas de agua dulce en la forma de fuentes de agua, pasando luego por las redes de agua y desagüe, hasta su rediseño urbano. Los cambios más profundos, a la larga, fueron definiendo la forma de las ciudades contemporáneas.
Luego de una crisis (guerras, catástrofes naturales, etc.) la humanidad ha realizado los cambios y ajustes que eran necesarios hacer para recuperar la normalidad – o establecer una nueva – en la vida urbana cotidiana.
Al final, como siempre, hemos sabido reponernos.
Dos futuros
Habrán dos futuros después de la pandemia que estamos padeciendo: uno mediato con COVID – 19 – el hoy ya forma parte de él – y otro, posterior, con el virus bajo control. Eventualmente será un trayecto gradual de uno al otro: de la emergencia extrema, pasando por estados intermedios, hasta la prevención.
En el primer caso se evidenciará – y se evidencia ya – el cambio en la dualidad conceptual casa/ciudad, en el giro del sentido de lo íntimo a lo público a uno nuevo, de lo público a lo íntimo.
Si antes de la pandemia el esquema era el de un cono que desde nuestras casas se abría a la ciudad, hoy es el de un cono que desde la ciudad se abre a nuestras casas. Estar en la ciudad es ahora estar en ella pero desde nuestro hogar.
La relación de nuestro trabajo con nuestro hogar está cambiando: en vez de llevar nuestra vida privada al trabajo llevaremos cada vez más el trabajo a nuestra vida privada. La casa deja de ser el lugar para vivir para ser el lugar para vivir y trabajar. Este cambio en la dualidad casa/ciudad será cada vez más evidente durante este futuro próximo con pandemia hasta que se domine al virus y se reajuste el balance entre lo público y lo privado.
Respecto del futuro con el COVID – 19 controlado, no podemos asegurar cómo el shock de la pandemia determinará cambios en la dualidad casa/ciudad, aunque podemos perfilar – y desear – algunos de ellos.
En principio, la realidad, más que ser reemplazada drásticamente por otra completamente diferente eventualmente será la misma pero reajustada y enriquecida. Basta recordar cómo el cine no reemplazó al teatro, la televisión al cine, el DVD a la televisión y Netflix al DVD. Todos coexisten ofreciéndonos una mayor gama de elección.
Así, probablemente no nos encontraremos en el futuro pos virus con una ciudad radicalmente diferente a la que conocemos aunque, más bien, será una con más niveles de privacidad incorporados (por ejemplo, muchos regresarán a trabajar a sus oficinas como siempre, otros harán parte de ese trabajo en casa y otros simplemente decidirán ahora hacer todo el trabajo desde su hogar).
Es decir, lo mismo pero con más alternativas.
Probablemente no desaparecerá la tendencia a vivir en ciudades más grandes pero surgirá un mayor interés por vivir en ciudades de menor escala o, incluso, en pueblos fuera de la ciudad, en el campo.
Las escalas y tipos urbanos también se repotenciarán o redefinirán: el barrio, por ejemplo, recuperará su importancia en la medida en que genera interacciones más cercanas de la casa con el exterior público, tanto humanas como materiales (vecindad, servicios, etc.). Cada sector de la ciudad sufrirá algún ajuste en este sentido.
Así, acaso la pos pandemia contribuirá a potenciar más alternativas de vida que a reemplazar a las ya conocidas, ampliando la diversidad urbana en vez de reducirla.
La arquitectura hoy: La emergencia
El primer impacto que ha generado el COVID – 19 en la arquitectura ha sido en el uso, adaptación y transformación de diferentes tipos de edificios y espacios abiertos, públicos y privados para proteger, cuidar y tratar a las víctimas del virus.
Los diseños temporales van desde la implementación de nuevos sistemas estructurales ligeros desmontables diseñados ex profeso hasta el uso creativo de otros materiales como telas, etc.
De esta manera, estadios, espacios feriales, parques, etc. están sirviendo en todas las ciudades del mundo infectadas como estructuras de soporte cuando la crisis supera la capacidad de los edificios diseñados para la atención de la salud como hospitales, clínicas o postas médicas. Juntos constituyen el primer frente arquitectónico contra la pandemia.
La arquitectura mañana
Las experiencias de la lucha contra el COVID – 19 en los diferentes centros de salud significarán en un futuro ajustes determinantes en los nuevos diseños de este tipo de edificios.
Las salas de emergencia, por ejemplo, están en la actualidad demasiado conectadas a una ciudad que ya es un potencial foco de infección. Además, reúnen a pacientes y familiares en un espacio de alta densidad. Eventualmente estas salas cambiarán su ubicación en el lay out del centro de salud al tiempo de no ser ya más un salón único para ser muchos pequeños e independientes, conectados todos con el control de recepción.
En esa visión, la idea de filtros arquitectónicos entre la ciudad y el centro de salud podría consolidarse en el tiempo así como la incorporación de espacios exteriores semipúblicos de atención rápida al paciente sin que este tenga que entrar al edificio.
La flexibilización del diseño de las habitaciones regulares del centro de salud para convertirlas de ser necesario y rápidamente en UCIs es una variable que podría ser considerada en los diseños futuros.
Cambios prácticos puntuales también se irán incorporando a la arquitectura en general: desde tecnológicos como el aumento de puertas eléctricas, controladores de temperatura en locales públicos y ascensores controlados por voz, entre otros, hasta la eliminación de puertas en servicios higiénicos públicos, la subdivisión de los ambientes en otros más individuales, la incorporación de filtros previos (túneles desinfectantes integrados arquitectónicamente, etc.)
Por otro lado y considerando la tendencia que habrá a quedarse más tiempo en casa luego de la cuarentena y después ya con el virus bajo control, muy probablemente los diseños de edificios residenciales presentarán diferentes ajustes y variantes en las nuevas soluciones de departamentos: la flexibilización del uso de los diferentes ambientes buscando una neutralidad que permita su polivalencia funcional; la presencia de terrazas y balcones, espacios privados de contacto con lo público, que funcionarán como bisagras de nuestra vida en casa y el primer espacio público y la independización de los ambientes a la vez que su interconexión cuando se desee para sentir una mayor amplitud espacial (cocinas integradas al comedor, etc.).
De esta forma, las condiciones base de los departamentos tendrán que ser revisadas y acaso vueltas a reglamentar en lo concerniente a las áreas verdes (fachadas verdes, vegetación interior, etc.), a la buena ventilación e iluminación naturales y a la altura mínima de piso a techo, todo ello considerando un futuro donde se pasará muchas más horas en casa que en la actualidad y donde será valiosa una mejor calidad espacial.
Hay que agregar aquí, para el caso de nuevos edificios residenciales de una escala media o alta, el potencial giro que tendrán los usos de los espacios cerrados comunes como gimnasios, salas de tv, etc., los que pasarán ahora a ser espacios comunes de trabajo a la distancia. Si esos ambientes no son reemplazados y se siguen manteniendo simplemente se agregará uno nuevo al lado de ellos para el home office de uso común. En cualquier caso la frase “trabajo en casa” se incorporará cada vez más a los futuros edificios y condominios residenciales verticales.
Finalmente, una muy relevante consideración para el caso de ciudades del tercer mundo como Lima, donde la gran mayoría de viviendas son muy pequeñas y de pocos ambientes o incluso de uno solo, es la de mejorar sus interiores con el apoyo estatal: se hace imprescindible diseñar e implementar masivamente mobiliarios multifuncionales y muy eficientes que permitan el máximo uso del espacio doméstico por sus usuarios.
Este es un trabajo que reunirá a arquitectos con diseñadores de interiores y diseñadores industriales para facilitar la vida de las familias de bajos recursos. En ambientes pequeños donde habrá que estar más tiempo el diseño del mueble adquirirá un importante protagonismo.
Y es que la crisis nos ha acercado a nuestra envoltura más íntima: nuestro propio cuerpo. La arquitectura empieza nuevamente en la antropometría: en el azafate que se usa como la base mínima donde apoyar una laptop, pasando por pequeños muebles o estaciones móviles, hasta elementos permanentes que se irán incorporando al lugar cuando el área lo permita.
Ciudad
Como en siglos pasados, posiblemente resurgirá el interés por el tema sanitario en la ciudad y acaso sea la oportunidad de unirlo a un objetivo actual trascendente: el paradigma de la ciudad ecológica y sostenible. La crisis actual puede significar un buen empujón en ese sentido y hacernos reaccionar mejor para acercarnos más rápido a ese fin pasada la pandemia.
De otro lado, aunque el uso masivo de grandes espacios públicos como plazas y parques es por ahora algo a no considerarse, lo más seguro es que tarde o temprano recuperarán su fortaleza social y se reactivarán plenamente.
El tiempo que pasará para que ello suceda es por ahora un enigma pero es posible que los nuevos espacios abiertos futuros contemplen la combinación de sub espacios de diferentes tamaños de manera de contar con varios niveles de privacidad/no privacidad así como de distintas densidades de ocupación. Acaso se seguirán diseñando plazas y parques de gran tamaño pero aparecerán otros nuevos de mediana y pequeña escala urbana.
La ciudad se enriquecerá.
Aunque ha quedado probado que muchos podíamos realizar nuestro trabajo desde nuestros hogares lo cierto es que muchos otros no lo pueden realizar simplemente porque viven en viviendas muy pequeñas o muy densas. En esos casos, muy numerosos ciertamente, la ciudad debería proveer a los barrios de nuevos centros comunitarios de trabajo a distancia. Sin tener que ir al trabajo que queda lejos de casa, sólo bastaría caminar algunas cuadras para encontrar un lugar que cuenta con todo el equipamiento necesario para realizar dicho trabajo digitalmente a distancia.
Estos nuevos tipos arquitectónicos serían una positiva intervención urbana, consecuencia de la crisis que vivimos hoy.
Finalmente, el borde de lo público con lo privado será de gran importancia esperándose que, además de elementos de transición en las edificaciones privadas, como fachadas permeables, etc., la propia ciudad incorpore más áreas verdes en la forma de jardines y árboles en las secciones de calles y avenidas que lo permitan.
La recuperación e incremento decidido de las áreas verdes como símbolo de una voluntad urbana ecológica debe ser otra característica de la ciudad que deberíamos tener después de la crisis.
Arquitectura y abstracción
Para los arquitectos, el hecho de diseñar y coordinar las diferentes partes y etapas de un proyecto arquitectónico a distancia en estos días nos ha revelado – o confirmado – que la creación arquitectónica es un proceso más abstracto de lo que creemos. Acaso por ello los arquitectos nos hemos adaptado rápidamente al trabajo en casa en estos tiempos de pandemia.
Aunque la arquitectura se registra principalmente de manera visual y háptica el pensamiento arquitectónico funciona con la imaginación y la memoria. Es por esto que dos personas pueden hablar sobre arquitectura aunque no tengan al edificio construido delante de ellos o lo estén viendo en alguna imagen. Su mente y memoria construyen dicha imagen.
En estos días, cuando damos clases de diseño arquitectónico en alguna universidad, empezamos el diseño de nuevos proyectos y avanzamos y coordinamos otros en curso, todo dentro del universo digital, nos encontramos nuevamente con lo más esencial del proceso creativo de la arquitectura: la abstracción.
Acaso esta crisis del COVID – 19 nos esté recordando el contrapunto entre esa abstracción y la realidad, de cómo las creaciones que tenemos en nuestra mente los arquitectos pueden contrastar dramáticamente con la sólida materialidad de la arquitectura construida.
Hoy más que nunca.
Javier Artadi
Estudio: Artadi Arquitectos