Los problemas de Monsanto (o de ¿Bayer?) en India
India siembra cerca de 12 millones de hectáreas de algodón, de las cuales más del 90% se hace a partir de semillas genéticamente modificadas (transgénicas) desarrolladas por Monsanto. No hay dudas que es un negocio rentable para la empresa norteamericana líder en biotecnología agrícola, que fue recientemente adquirida por la alemana Bayer por 66.000 millones de dólares. Sin embargo, algunas medidas establecidas por el gobierno indio y fallos judiciales adversos, han generado que Monsanto considere abandonar este mercado.
Plantas resistentes a insectos
Hace más de 100 años, se descubre una bacteria que enfermaba y mataba a las larvas de diversos lepidópteros (grupo al que pertenecen las mariposas y polillas). La llamaron Bacillus thuringiensis o Bt en honor al lugar donde el microbiólogo alemán Ernst Berliner la aisló y describió. En 1920 ya se comercializaban los primeros insecticidas basados en las esporas de Bt.
Estudios posteriores revelaron que una proteína de estructura cristalina —a la que llamaron “Cry“— era responsable de la acción insecticida de la bacteria, y se descubrieron otras cepas de Bt capaces de matar larvas de dípteros (moscas) y coleópteros (escarabajos). Sin embargo, con la llegada de los insecticidas sintéticos, las Bt fueron dejadas de lado.
Micrografía electrónica de esporas de B. thuringiensis (a) y de proteinas Cry purificadas (b y c). Fuente: Swiecicka et al. (2007). doi: 10.1128/AEM.01955-07
A fines de la década de 1970, los científicos contaban con herramientas que les permitían transferir secuencias de ADN (genes) entre diferentes especies. Así nacía la ingeniería genética. Gracias a ella, lograron introducir el gen que codifica la toxina Cry en diversas especies de plantas, especialmente, las de importancia agrícola para que se defiendan de sus plagas al producir su propio insecticida. Así nacieron las famosas plantas transgénicas, como el maíz y algodón “Bt”.
Algunas empresas que producían y vendían agroquímicos se interesaron por esta tecnología. Una de ellas fue Monsanto, que para inicios de la década de 1990 había logrado patentar algunas semillas transgénicas y obtener el permiso del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) y la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA).
Algodón transgénico en India
India siempre fue un gran productor de algodón a nivel mundial. Sin embargo, sus rendimientos (cantidad producida por hectárea) eran sumamente bajos. Las plagas como el gusano rosado eran parte del problema.
En 1993, una empresa agrícola llamada Mahyco Seeds, que ya producía semillas híbridas de algodón en India, se unió con Monsanto para desarrollar variedades resistentes a esta plaga aplicando su tecnología. Fruto de este trabajo, en el 2002 sale al mercado la primera versión del algodón Bt llamado Bollgard I, el cual producía la toxina Cry1Ac.
Sin embargo, debido al alto precio de las semillas transgénicas —que podían costar hasta cinco veces más que la convencional— muchos agricultores indios optaron por variedades comercializadas ilegalmente. Si bien eran más baratas porque se obtenían de las cosechas del algodón transgénico (también llamada “pepa”), su protección contra las plagas no era eficiente. Esto provocó que las plagas se vuelvan resistentes al Bollgard I al poco tiempo.
En el año 2006, Mahyco/Monsanto sacaron al mercado la segunda versión del algodón Bt llamado Bollgard II, el cual poseía las toxinas Cry1Ac y Cry2Ab. Era muy eficiente controlando las plagas, por lo que su adopción creció rápidamente. Hoy en día, más del 90% de agricultores algodoneros indios lo utilizan. Sin embargo, la evolución no para y las plagas se volvieron resistentes nuevamente.
Patentes y regalías
Muchas empresas semilleras de India —al igual que otras en el mundo— pagan a Monsanto una licencia de uso de su tecnología para poder desarrollar sus propias semillas híbridas de algodón transgénico. Además, Monsanto cobra una regalía (royalty) por cada bolsa que se venda de esta semilla.
Hasta el año 2015, la bolsa de 450 gramos de semillas de algodón Bollgard II costaba 930 rupias, de las cuales, 170 eran regalías para Monsanto. Sin embargo, en diciembre de ese año, el gobierno indio dictaminó que el precio de venta de la semilla de algodón Bt sería 800 rupias por bolsa, y que las regalías se reducirían a 49 rupias (un 70% menos). En marzo de este año, nuevamente el gobierno redujo los precios de las semillas de algodón transgénico a 740 rupias, dejando solo 39 para Monsanto.
Y, por si esto fuera poco, a fines de 2015, Nuziveedu Seeds, la empresa comercializadora de semillas híbridas más grande de India, se ha negado a pagarle las regalías a Monsanto. Su argumento —que ha sido ratificado por el Tribunal Supremo de Delhi— es que en ese país no se pueden patentar semillas, por lo que Monsanto no tiene derecho a cobrar regalías por el uso de la tecnología Bollgard I y II. Lo que debió haber hecho fue registrar sus variedades transgénicas ante la Autoridad de Protección de Variedades Vegetales y Derechos de los Agricultores, y adecuarse a las regalías establecidas por ella.
Debido a estos temas legales, Monsanto ha optado por no sacar al mercado el algodón Bollgard III, una nueva versión que cuenta con las toxinas Cry1Ac, Cry2Ab y Vip3A, para un control más eficaz de las plagas. Sin embargo, dado que esta semilla ya está autorizada en otros países, podría crearse un mercado negro y provocar los mismos problemas que tuvo Bollgard I por un uso inadecuado de la tecnología.