Carta abierta a Camilo Zúñiga
Estimado Camilo, quería expresarte mi solidaridad –y la de algunos amigos de Facebook con los que comenté tu caso– por los irracionales ataques que estás recibiendo por parte de las viudas de Neymar. Es cierto, la fregaste, le entraste demasiado duro… vamos, casi a lo bruto, a la joya de la Copa del Mundo. Se te pasó la mano, viejo.
Pero no te culpo, al contrario, te entiendo. O sea, estás perdiendo, probablemente sintiéndote vejado por el árbitro que, crees, debió expulsar a Julio César, y con el 1-2 piensas que puedes empatar y te pasas de revoluciones. Ves a la niña de los ojos de Brasil, piensas “le voy a dar su chiquita”, y ¡zas!, le caes encima con ese rodillazo digno de Tong Po directo a la columna.
Pero ya está. Lesionaste a Neymar y quedó ahí. La fregaste, sí, pero qué puedes hacer, ¿ir a buscar una semilla del ermitaño para sanarlo? Más allá de las disculpas públicas que diste, el resto fue cosa del fútbol, una lección aprendida que, estoy seguro no olvidarás a la hora de apuntarle la placa a un colega.
Me pregunto, ¿Y si no hubiera sido Neymar sino un jugador de Argelia o Irán? Así es: a nadie le hubiera importado. El escándalo por tu falta ha sido proporcional a la popularidad mediática del jugador que tuvo a mal cruzarse con tu rótula desbocada. Se podría decir que te equivocaste de hombre. Apuesto que si te hubieras bajado a Robben, por ejemplo, muchos (los brasileños sobre todo) estarían satisfechos. Creo que son injustos contigo Camilo, pero es parte del fútbol y de la vida.
He visto muchos comentarios en Facebook. Algunos piden que asumas tu responsabilidad. ¿Eso qué significa? ¿Qué hagas mea culpa y te retires del fútbol para poner una carnicería? ¿Qué vayas a Zúrich y pidas que te sancionen más ferozmente que a Luis Suárez, bebe de pecho a tu lado? ¿Que le dones una vértebra a Neymar? Bah…
Tu falta no es como la de Juanito, el ídolo del Real Madrid que pensó que estaba aplastando uvas en la cara de un rival; o la de Goikoetxea, que fue directamente a retirar a Maradona (claro, las comparaciones en ambos casos están de más), así que tú tranqui Camilo, sigue siendo el tipo que los colombianos reciben con cariño cuando regresa a casa, el jugador que rompe la seguridad para tomarse una foto con un hincha del club de sus amores; sigue siendo tú aunque siempre, de aquí para adelante, serás el detestable carnicero que sacó a Neymar de su Copa del Mundo.