Ayer en Acho: seis mansos apagan el ímpetu de tres bravos toreros y del público entusiasta
Contra seis desrazados astados de Las Ventas del Espíritu Santo, del maestro César Rincón, se estrellaron el arte de Finito de Córdoba, el poderío de Miguel Ángel Perera y la clase de Alejandro Talavante para desilusión del público de Acho, que esperaba una gran tarde.
PABLO J. GÓMEZ DEBARBIERI
Ayer se presentaron en Acho tres toreros que despertaban mucha expectativa. Finito de Córdoba, artista de gran clase, en su año de retorno a la primera fila; Miguel Ángel Perera, triunfador de la temporada española, que este año aunó a su poder lidiador el buen gusto del que a veces carecía, y Alejandro Talavante, con una privilegiada mano izquierda, a quien su apoderado Curro Vázquez ha depurado y desentrañado.
Como cartel, sobre el papel, era quizá el mejor de la feria. El más interesante, que eligieron muchos que escogen una o dos corridas para ir a Acho cada temporada. Pero se requerían toros que pusieran emoción y bravura; que aportaran la argamasa para que los artistas la moldearan. La tauromaquia es arte efímero, que se evanesce en cuanto se crea, pero requiere bravura y embestidas galopantes repetidas, para que los lidiadores las domeñen. Hacen falta astados con raza y dispuestos a luchar hasta la muerte.
Las Ventas del Espíritu Santo, de César Rincón, bautizada con el nombre de la plaza madrileña que dio todo al maestro colombiano, ha permitido tardes triunfales en Colombia; pero es cierto que no es del todo regular y que a veces salen toros mansos o complicados.
Ayer saltaron al ruedo más que bicentenario de Acho seis toros desrazados, seis; es difícil que todos sean igual de mansos y que ninguno se salve; tanto así, que cabría dudar de la salubridad de dichas reses. Tenían cuajo, edad y buena presencia, salvo los muy pobres pitones de algunos, pero estaban vacíos; sin bravura; sin emoción que aportar. Sin la sustancia que los tres artistas requerían para satisfacer a los espectadores.
Hubo detalles valiosos y momentos que brillaron como pepitas de oro en el cieno; instantes a los que debieron aferrarse los aficionados que son capaces de encontrar momentos brillantes, incluso en medio del desierto de la mansedumbre.
FINITO DE CÓRDOBA
Dejó en la memoria los mejores momentos; pinceladas de fina torería; muletazos inspirados toros sin raza no repetían− aprovechando las querencias que le pedían sus enemigos. Al primero de la tarde lo recibió con soberbios trincherazos y muletazos por bajo –ovacionados con fuerza−, con los que lo llevó a los medios. Prosiguió por largos derechazos, reuniendo técnica y temple con arte y clase; logró dos series superiores, antes de que el toro se aplomase y se apagase. Mató deficientemente, sin echar la muleta al hocico y a las pezuñas del astado –ya se sabe que es la mano izquierda la que mata, antes que la que lleva el estoque−; todo quedó en cariñosas palmas.
Al cuarto −que quería huir a tablas a refugiarse−, logró atraparlo en los vuelos de su muleta; mientras pudo sujetarlo, dejó derechazos con gusto y sabor. Luego, el toro derivó hacia toriles y allí, con maestría e inteligencia dio breves, aunque muy toreras pinceladas.
MIGUEL ÁNGEL PERERA
La mansedumbre del segundo de la tarde ofrecía pocas esperanzas. Pero él hizo una faena impensada. Tras derechazos, más técnicos que artísticos; ante lo aplomado que estaba el toro, se metió entre los pitones y clavado en la arena, le ofreció la muleta por el reverso y ligó de forma increíble, varios circulares invertidos. El temple privilegiado de Perera mantenía la muleta a milímetros de la cara del astado y así, tiraba de él, para enroscárselo alrededor de la cintura, de ida y vuelta. Puso él la emoción que el toro no tenía y se inventó una faena donde no había nada de nada.
Con el quinto lo intentó por todos los medios, pero no tenía faena lucida. Se estrelló con un manso impenetrable.
ALEJANDRO TALAVANTE
Sus toros fueron los peores. El tercero de la tarde, además, el de mayor peligro. Mirón y complicado; se lo pensaba y probaba, a ver por dónde se lo echaba a los lomos. Lo intentó Talavante, al inicio de faena, tratando de llevarlo largo y por bajo, para ver si le daba algo de recorrido, pero el astado era un nudo desenredable y sin solución.
Cerró la corrida un sobrero de Achury Viejo. Vega Neciosup, presidente de plaza –asustado por las protestas de algunos que ya estaban aburridos−, lo devolvió de forma absolutamente antirreglamentaria y abusiva. El toro de Rincón acudía a los capotes, aunque sin celo, pero ni era cojo ni carecía de trapío. Debió picársele y de una forma u otra, ser lidiado por su matador. La empresa debería cobrar el toro de reemplazo a la Municipalidad del Rímac o, en todo caso, descontar su costo de los impuestos que debería pagarle.
CORRIDA DE EXPECTACIÓN, CORRIDA DE DECEPCIÓN
Resumen del festejo
Plaza de Acho, domingo 16 de noviembre de 2014.
Dos tercios de plaza; tarde ventosa.
Toros colombianos de Las Ventas del Espíritu Santo, de César Rincón y uno (sexto bis) de Achury Viejo. El sexto toro fue antirreglamentariamente devuelto por el presidente de Acho, Víctor Vega Neciosup.
Juan Serrano ‘Finito de Córdoba’ (de morado y oro): silencio y ovación.
Miguel Ángel Perera (de turquesa y oro): palmas y palmas.
Alejandro Talavante (de malva y oro): silencio y aviso.
Los toros estuvieron, en general, bien presentados (exceptuando los pobres pitones de algunos) y con edad. Todos carecieron de raza; fueron mansos y aunque solo el tercero presentó complicaciones y peligro, imposibilitaron el triunfo y el lucimiento de los matadores.
El primero se ovacionó de salida y se pitó en el arrastre. El segundo, pobre de cara, de romos pitones y excesivamente astigordo; basto y alto de agujas, a pesar de romanear en el caballo, se apagó muy pronto. El tercero, bajo y bonito de tipo, tuvo hechuras como para embestir, pero no lo hizo; aunque recargó en el caballo y fue bien picado por David de la Barra, se aplomó y fue complicado. El cuarto, bien picado por Rafael López, recogido de cuerna, fue manso. El quinto, muy pobre de cara, fino de cabos y bonito de tipo, recargó en el caballo, pero se aplomó pronto. El sexto, de Achury, manseó, fue complicado y calamocheó. El comportamiento en el caballo de varios toros y su posterior falta de raza desconcertaron; podrían indicar una deficiente salubridad del ganado.
DENUNCIA EFECTIVA
Ayer sí se usaron puyas casi reglamentarias
A lo largo de la historia, los intereses de picadores y ganaderos (en este caso, también el del público que paga el espectáculo) han sido contrapuestos.
Los picadores, tratando siempre de picar de la forma más efectiva y rápida posible, con el menor riesgo y los ganaderos, intentando que el quebranto del toro en la pica fuese solo el justo y necesario para la lidia. Por ello, a comienzos del siglo XX, se logró que tras la púa de acero de la puya se colocase un encordado plano y cilíndrico que sería sellado por la autoridad competente antes de su utilización, para evitar fraudes y triquiñuelas. Lo que nuestro Reglamento Taurino también recoge.
Por eso, el encordelado ni es inútil ni carece de importancia que se utilice indebidamente la puya sin él.
La autoridad municipal de Acho, en efecto, verifica y sella las puyas antes de cada festejo. Pero en las tres primeras corridas de la feria se ha estado dejando hacer el cambiazo y algunos picadores nacionales han estado utilizando puyas de mayor dimensión, sin encordelado. Obviamente, nadie las había revisado ni aprobado.
Ello motivó la denuncia que hicimos la semana pasada. Fuentes confiables han confirmado que así ha estado sucediendo. Por supuesto, tras dicha denuncia, ayer en Acho se tuvo más cuidado, aunque se siguieron empleando puyas sin tablillas ni encordelado.
¿Y el alcalde del Rímac, Enrique Peramás, qué ha hecho al respecto para proteger los intereses de los aficionados pagantes como es su obligación? Solidarizarse y adoptar un equivocado espíritu de cuerpo con su regidor y presidente de Acho, Víctor Vega Neciosup −cuya negligencia permite que se incumpla el Reglamento Taurino− y con los picadores nacionales que utilizaron la puya antirreglamentaria. No se ha sancionado a nadie. Es lamentable que Acho dependa de esas autoridades.
QUÉ DICE EL REGLAMENTO TAURINO VIGENTE ACERCA DE LA PUYAS
ARTICULO 214.- Las puyas que hayan de utilizarse en la lidia serán en número de dos para cada picador que actúe las que serán afiladas para cada espectáculo.
ARTICULO 215.- Las puyas tendrán la forma de pirámides triangulares con aristas o filos rectos, de acero cortante y punzante, afiladas, no atornilladas al casquillo sino con espigón remachado y sus dimensiones apreciadas con el escantillón modelo serán de:
- 29 mm. de largo en cada arista, por 19 mm. de ancho en la base de cada cara o triangulo. Estarán provistas en su base de un tope de madera, cubierto de cuerda encolada, de 3 mm. de ancho en la parte correspondiente a cada arista, 5 mm. a contar del centro de la base de cada triángulo, 30 mm. de diámetro en su base inferior y 60 mm. de largo terminada en una cruceta fija de acero, de brazos en forma cilíndrica, de 50 mm. desde un extremo a la base del tope y un grosor de 8 mm.
- En poder del delegado de la Autoridad obrará constantemente un escatillón para poder comprobar estas medidas.
- Al montar las puyas se cuidará que una de las tres aristas que la forman quede hacia arriba, o sea coincidiendo con la parte convexa de la de la vara, a fin de evitar que se desgarre la piel de los toros y la cruceta en posición horizontal y paralela a la base de la cara indicada. El largo total de la garrocha, es de 2.45 a 2.70 mts. El delegado de la autoridad que asista al acto de reconocimiento delas puyas, requerirá la presencia de los representantes de la empresa, picadores y ganaderos, levantándose un acta que firmarán conjuntamente con el delegado que actuará como secretario.
- En las novilladas picadas se utilizarán puyas de las mismas características indicadas, pero se rebajarán en 3 mm. la altura de la pirámide.
ARTICULO 216.- El picador que con conocimiento utilizará antes de cada corrida, para que si las encuentra conforme, las selle en la parte del encordelado, debiendo precintar la caja que las encierra.
ARTICULO 217.- Las puyas serán presentadas a la autoridad antes de cada corrida para que si las encuentran conformes, las selle en la parte del acordelado, debiendo precintar la caja que las encierra.
ARTICULO 218.- En la puerta de arrastre habrá una bastonera con su respectiva puerta y candado, donde se colocará las garrochas con sus puyas después de su medición, conservando las llaves el representante de la presidencia hasta antes de comenzar el espectáculo. Al empezar el espectáculo -corrida-, las garrochas deben permanecer a la vista del público custodiado por un representante de la autoridad y entregadas a los picadores por un encargado de ese servicio, no permitiéndose asistir a dicha operación a representantes de picadores, ni ganaderos, debiendo el delegado de la autoridad, mandar recoger y hacerse cargo de las puyas que se hubiesen desarmado y las que penetrasen en las reses más de lo que marque el escatillón a fin de establecer las responsabilidades a quien hubiere lugar, en caso de haberse reemplazado la puya reglamentaria.
ARTICULO 219.- El representante de la autoridad deberá conservar bajo su custodia y responsabilidad, todas las puyas que se utilizasen en la lidia, hasta media hora después de terminado el espectáculo, por si cualquiera de los interesados solicitará se lleve a cabo un comprobación.