Slayer viene: gran noticia, solo que 20 años tarde
Varios pidieron que comentara la llegada de Slayer, me lo han pedido tantos que casi decidí no hacerlo, pero bueno escribí algo al respecto y aquí está.
Slayer viene y eso es una gran noticia. Quizás muchos esperen una nota laudatoria de uno de los indiscutibles gigantes históricos del thrash metal. Ese no es el estilo del blog, porque decir lo que todos piensan es perder el tiempo. Este espacio es para hablar y discutir sobre metal, en lo bueno y en lo malo, en sus luces y oscuridades. Así que allí va una pequeña nota sobre esta banda, que en nada podrá ni aumentar ni mellar su gloria ya ganada. Slayer fue una de las primeras bandas de thrash metal; se formaron en un proceso de dos años, desde 1981 hasta 1982, en una época de verdadera ebullición creativa del género y en la que cientos de bandas con sus propuestas diversas hacían que en un año se suscitase tal cantidad de opciones que el metal evolucionaba a velocidades impresionantes. Partiendo del heavy metal de la nueva ola inglesa, se decantó un grupo de bandas en Estados Unidos y en Alemania que igualmente influenciados por cierto punk rock (Misfits, Discharge, Black Flag, Amebix) decidieron llevar la agresividad del metal a sus últimas consecuencias. Nació lo que en un primer momento sería llamado speed metal. Exodus, Metallica, Possessed y Slayer serían sus primeras expresiones. De estas bandas, Slayer fue la que desarrolló la aproximación más oscura. Apoyados no solo en un agresivo rock and roll de reminicencias punk de alta velocidad, recubierto de riffs acelerados de heavy metal y maquillaje de escenario, en la onda Misfits, se abrieron paso en una época en la que la gente estaba desesperada por cosas nuevas. Ellos eran la versión radical de lo que Metallica estaba haciendo y pronto gustaron a los sectores más extremos de los headbangers, movimiento que estaba alcanzando proporciones planetarias en aquellos años. Su primera entrega en vinilo fue el Show no Mercy (1983), excelente disco de presentación pero en el que aún no alcanzaban sus cotas más extremas. De hecho gran parte de la fama de Slayer se creaba en la difusión de sus conciertos en versiones tape no oficiales en los que se oía una agresividad poco común. Fieles a semejante estilo lanzaron Hell Awaits (1985), con una portada y una actitud más desafiante y su público se incrementó, aunque siempre dentro de círculos extremos. La velocidad de los temas en este disco es mayor y la metalicidad planteada también creció, estaban listos para editar lo que sería el más importante e influyente disco de thrash metal de la historia y uno de los mejores del heavy metal y rock en general; el Reing in Blood (1986). Con apenas 29 minutos de duración, la velocidad y extremismo así como lo torcido de las melodías era algo nunca oído en la música hasta entonces y en términos de violencia sónica dejó a todo por detrás de ellos. Sé que dentro del underground ya estaban trabajando Napalm Death y Repulsion y los Poison de Alemania, sé de Celtic Frost y su antecedente Hellhammer, e incluso acepto que mucho de este material podría ser considerado más agresivo que Slayer; pero no es solo eso. El Reing in Blood no es bueno solo por su violencia, sino por su equilibrio. La disposición de los temas y los saltos de ritmo parecen haber estado planeados para generar un efecto total. El Reing in Blood no es una colección de canciones arbitrarias puestas juntas, aunque de gran calidad, no. Se trata de un disco unitario que podría estar formado por un solo track con diversos movimientos. Una especia de sinfonía thrash metal.
South of heaven de 1988 fue un disco que no repitió los efectos de Reing in Blood, menos mal, pues Reing in Blood es irrepetible y Slayer hizo muy bien en intentar otra aproximación, más cercana a su primer disco. Un gran disco aunque incomprendido en su época (hoy, claro, se le reverencia como clásico, pero eso no fue tan así en sus años, me acuerdo muy bien). El Seasons in the Abyss (1990) fue mejor recibido y creo que es su mejor más maduro trabajo. Intenta convertirse en un disco total aunque con menor éxito que Reing in Blood, este álbum nos ha dejado grandes temas que unitariamente y por separado pueden ser mejores que los cortes inidividuales del Reing, funcionan muy bien en cualquier conlección o en vivo, War Ensemble, Dead Skin Mask, Seasons in the Abyss, son algunos ejemplos. El disco doble en vivo de Slayer de 1991, el Decade of Agression, cierra esta época dorada. Luego comienza el periodo negro para el metal, por lo menos en Estados Unidos y los grandes comienzan a mostrar problemas de adaptación muy severos.
1994 ve aparecer Divine Intervention, un álbum que carece de la contundencia de los trabajos anteriores, pero que es recibido con indulgencia, nadie es perfecto nos decimos, no está mal, ya harán algo mejor, es Slayer. Sin embargo el clima artístico en Estados Unidos hacia el metal es malo, muy malo. El glam ha muerto mediáticamente, el death carece de la capacidad de ser popular y masivamente vendible (menos mal, eso le preservó del descalabro) y vuelve al underground luego de cierta ventilación mediática. Metallica decide abandonar sin vergüenza alguna el metal para subirse al carro del rock alternativo. Anthrax pierde a su cantante original y empieza a andar a la deriva. Megadeth se mantiene metálico, pero en una onda muy singular y atípica en toda la década, en realidad son los que se mantienen más fieles en los 90.
Slayer tiene ante sí la posibilidad de retomar su tradición thrash y hacerla vivir y evolucionar, ya que Metallica ha claudicado en ello. convertirse en el estandarte de una reacción headbanger auténtica. Pero no lo hacen, lanzan un disco de versiones metalizadas de temas hardcore, Undisputted Attitude (1996), claramente orientado al público que comenzaba a crecer en Estado Unidos, los seguidores de Rage Against the Machine y luego de Korn. El disco no es malo, pero seguimos en la estacada esperando ver qué hacen luego y bueno, aparece Diabolus in Musica (1998), un disco realmente horroroso desde una perspectiva metálica; se trata de una renuncia total al metal, una verdadera derrota y casi una lápida para el thrash. Para mí, fue la caída de un coloso. No sé luego de este disco, cómo alguien puede decir que Slayer nunca cambió su línea, o como por ahí vi en un documental en el que Scott Ian dice que “nunca perdieron su inocencia”. Bueno, a qué se referirá, es obvio que ese disco fue sacado para captar chibolada nü metal. El problema no quedó ahí, en el 2001, a la par que el thrash volvía y que Destruction sacaba un fenomenal The Antichrist, Slayer editaba un lamentable God hate us all, conocido en algunos círculos como Slayer hate us all. Un disco plagado de grandes ideas echadas a perder que bien pudo ser firmado por Slipknot. Canciones agresivas que comenzaban muy bien y que a la mitad entraban en un indeseable estribillo rapeado a lo Korn, contrario al metal. Y eso pasa una y otra vez en todo el disco. Christ illusion, fue más de los mismo, aunque la portada era buena. El World Painted Blood tiene un gran tema como Snuff y lo demás del disco cae en momentos parecidos a los otros dos o copia, con poca inspiración, algo de su pasado más memorable. Otro punto absolutamente en contra del disco es la producción, ¿dónde rayos han grabado eso? El sonido es horripilante, la voz de Araya adolece de una de las peores ecualizaciones del metal. Todo el disco se oye muy mal. Carencia de ideas frescas, autoplagio, plagio de bandas de menor cuantía. Y eso que es el mejor disco en los últimos 20 años, pero a vistas de la clase de trabajos presentados en ese lapso, la verdad, no es decir mucho.
En conclusión, desde 1991 Slayer no nos sorprende con un buen disco de metal y claro ir a verlos por sus viejos clásicos vale la pena porque son clásicos para toda la vida, pero su actual tendencia no me parece muy rescatable, ojalá eso cambie y comiencen a sacar discos buenos, pero he notado que eso es difícil, una vez que caen es como si perdieran algo y eso como que no vuelve. Supongo que la noche de su presentación nos atacarán con sus grandes temas, lamentablemente estará salpicada de los temas mediocres de los últimos discos. Por ello creo que la velada no podrá ser al cien por ciento, salvo que no toquen tales temas, pero eso no creo que pase.
Supongo que seré crucificado por la parte irreflexiva de la hinchada de Slayer, los que los veneran acríticamente a la banda sin ponerse a sopesar históricamente la totalidad de su trabajo, solo quiero pedir ponderación para opinar. Gracias.
Su época gloriosa: agresividad, equilibrio, metal, concepto
Su época infame: ruido, gritos, rap, desorientación
Aporte de uno de nuestros lectores, a veces es divertido hacer leña del árbol caído.