Metal y nazismo: una unión antinatural
La existencia del llamado NSBM, y algunas bandas que reivindican un pensamiento nazi dentro del metal me motivó a escribir este texto en el que trato de desentrañar por qué tal relación me parece inconsistente. Para ello me he basado fundamentalmente en ideas de Charles Taylor, en su Ética de la Autenticidad y en Jeffrey Herf en su texto El Modernismo Reaccionario, todo en busca de una mejor comprensión del metal.
El metal no es primariamente un género ideológico. Hay bandas que han expresado sus posturas políticas a través de las letras de las canciones o de sus opciones estéticas, pero el metal ha recurrido principalmente a la simbolización para la creación de un mito, antes que a una formulación ideológica explícita y coherente (un poco de eso acá). Por supuesto que es posible, desde un punto de vista sociológico, derivar una ideología implícita a partir los productos culturales explícitos, pero eso no es en sí una ideología de orden político, sino más bien una cosmovisión con consecuencias prácticas. Además, el metal desde sus inicios, se ha diversificado en tantos tipos de expresión, con características muy disímiles y hasta contradictorias entre sí, que no sería coherente hablar de una ideología común a todo el metal. Sin embargo me parece que es posible formular un núcleo básico de supuestos que permiten la existencia del metal de manera consistente a partir de su ubicación en su propio imaginario. Creencias implícitas que posibilitan su existencia con las opciones estéticas que ha elegido y con la actuación social de sus integrantes al interior de sus respectivas comunidades nacionales, e incluso de la percepción generada en los que no son headbangers pero que contemplan su existencia.
Así, es posible determinar que clase de ideologías serían consistentes con el heavy metal y cuáles serían, por así decirlo, uniones antinaturales. El término antinatural es meramente metafórico, quiero decir que hay tipos de ideologías que no son coherentes con la evolución histórica del metal ni con los supuestos que le sustentan. El metal al ser una creación de la cultura no es natural y todo lo que se haga con él escapa a lo natural. Por ello tampoco puede ser antinatural, es cultural (en el sentido que la antropología le da a esa palabra), solo decimos que si se toma al metal desde un punto de vista que busque la consistencia interna no habría coherencia entre el metal y determindas posturas ideológicas
Lo anterior viene a cuento porque desde mediados de los 90, ciertas posturas políticas de extrema derecha se han ido infiltrando dentro del metal y generando a la vez una pequeña escena de bandas que profesan ideologías de orgullo blanco, supremacismo ario y hasta nazismo. La mayoría se restringe al black metal, aunque hay algunos ejemplos en el heavy y el death. Incluso se ha formado un black metal nacional socialista que emplea el acrónimo NSBM y entre ellos militan bandas como Absurd y otras, la mayoría en Europa Oriental. Más allá de la calidad de la música presentada (buena regular o mala, eso no interesa en el plano ideológico) la preocupación de este texto se centra en qué tan viable es a la larga ser headbanger y profesar ideologías de extrema derecha con componentes racistas.
Primero, es necesario establecer las fuentes históricas del metal más allá de lo musical, es decir, ¿de dónde procede ideológicamente el heavy metal? El metal históricamente nace de una crisis, como todo lo importante en la cultura occidental moderna, que se vuelve patente a fines de los 60. La bancarrota ética del movimiento flower power que había empujado al rock and roll y a la cultura juvenil de entonces a cuestionar a la cultura dominante involucrada en la Guerra Fría. La muerte absurda de artista señeros de esa cultura, símbolos de los jóvenes, como Jim Morrison, Jimmy Hendrix o Janis Joplin, produicta de su irracional estilo de vida, las muertes en el festival de Monterrey y los crímenes de “La familia” Manson demostraron que el mundo propuesto por esa suerte de contracultura hippie que trataba de ser el rock, el paraíso de las drogas, no era más esperanzadora que los juegos políticos con costos enormes en vidas humanas del mundo adulto de entonces. En medio del colapso de esas propuestas nacen el metal y el punk (en realidad un proto metal y un proto punk todavía) y un elemento constitutivo de esa génesis es la reivindicación de cierto espíritu primario del rock. Hay una rebeldía ínsita en el metal contra lo establecido, contra la posición dominante, un constante sarcasmo contra lo que las mayorías consideran valioso y que a la luz de la razón no resulta serlo de verdad. El cuestionamiento contra las instituciones consagradas por la costumbre y la tradición, pese a sus evidentes inconvenientes y, principalmente, la reivindicación del gran objetivo del rock: la libertad del individuo para decidir sobre su propia vida. Este es el principal valor ideológico del heavy metal, la libertad individual y todo lo que se asocia a este ideal, por ejemplo la dignidad de la persona humana, la supremacía del bienestar e integridad de las personas por sobre el de las corporaciones de cualquier tipo. El metal reivindica la idea de una capacidad fundamental del hombre para decidir sobre sí mismo en consonancia y con su conciencia y siendo fiel a ella. Desde esta perspectiva es posible distinguir otro ideal fundamental y caro al metal y que todos los headbangers conocemos muy bien, hasta la caricatura en realidad, el de la autenticidad.
El metal nos dice que hay dentro de nosotros algo que somos realmente, que debemos fidelidad a esa especia de voz interior, que si no obramos en consonancia con ello entonces no somos auténticos y el no serlo se constituye en una forma de alienación; los headbangers hemos encontrado en el heavy metal una forma en la que expresamos nuestra forma de ser que no es posible de otra manera. El metal es un vehículo de nuestra identidad y este vehículo se basa en la libertad individual reivindicada para el hombre y los valores que se requieren para el ejercicio de ella, como la dignidad, el bienestar, la satisfacción de sus necesidades básicas, la búsqueda de la felicidad, etc.
Visto así, es fácil determinar el tronco ideológico del cual se desprende el metal. Nuestro amado heavy metal es uno de los hijos lejanos de la Ilustración del siglo XVIII, aquel movimiento intelectual que socavó las bases del Antiguo Régimen en Europa y América y que permitió el nacimiento moral de la individualidad y de la autenticidad personal como ideales supremos. Es la base sobre la que se construyó la Revolución Francesa, la independencia de los Estados Unidos y de los países latinoamericanos y que luego fue la inspiración de las sucesivas luchas de liberación nacionales en Asia y África del colonialismo. Esa búsqueda política de la libertad individual es una lucha que no termina, pues una vez constituido un nuevo poder, aunque no sea de Antiguo Régimen, se establecen nuevas formas de dominación. Esa búsqueda por la libertad vuelve a mover a los hombres a una nueva lucha reivindicatoria y la libertad alcanza una nueva etapa. El heavy metal es uno de esos momentos de búsqueda de la libertad. Así la tradición en la que se enmarca el metal es plenamente libertaria y moderna. A partir de esto podemos imaginar con poca dificultad cuáles son las opciones ideológicas más coherentes con el metal. Soy de la idea de que el nazismo no es consistente con esta tradición.
El nazismo, muy por el contrario, es un producto de la antimodernidad, de la reacción. Surge como una protesta ante el desmoronamiento del Antiguo Régimen y de las jerarquías premodernas por él establecidas. La libertad individual y la capacidad de decidir personalmente el propio lugar que se debe ocupar en la sociedad, el cuestionamiento hacia las autoridades familiares y tradiconales en general eran censuradas por el pensamiento nazi, para el que la noción de jerarquía y caudillaje le eran esenciales. La idea de un espíritu nacional más allá de los individuos como una forma de resistencia a la inagotable fuerza de la libertad individual y la búsqueda de la identidad personal se convirtió en la directriz del pensamiento fascista en Europa y en particular del pensamiento nazi. Esta aproximación ha sido llamada modernismo reaccionario, se trata de una forma espuria de la modernidad, en la que se repudian los ideales modernos en aras de una supuesta idealidad de orden pero se acogen los adelantos de la técnica moderna como una forma superficial de modernidad.
En esta concepción la autoridad de la tradición es muy importante. La fuerza como tal es aplaudida y la deliberación es vista como una señal de debilidad. En este engranje encuentra su lugar el racismo, una forma de segregación que mantiene un supuesto orden que justifica una dominación jerárquica, en este caso basado en las supuestas razas. Es evidente que la libertad, tal como la entendemos nosotros, no tiene un lugar en esta forma de pensar. De allí que el ideal de autenticidad, producto de la elección personal, tampoco, y como consecuencia lo que revindica el mejor rock, la contracultura moderna, y el heavy metal, tampoco.
La pregunta cae por su propio peso, entonces ¿por qué hay bandas que profesan o defienden el nazismo y se presentan como bandas de metal? No he pretendido decir que tales bandas no existan sino que su postura no es coherente. Supongo que el ambiente social de Europa empuja a los jóvenes a posturas extremas ante una sociedad moderna democrática que tiene pocas luchas que emprender, o en el caso de Europa oriental, con pocas expectativas de que esas luchas prosperen. En ese medio, el escepticismo ante el desarrollo moderno les lleve a concebir el nazismo como una opción y al ver la agresividad ínsita en el metal traten de conjugarla. En otros casos puede ser simplemnte poca formación ideológica o ecasos niveles de autocrítica. Hay algunos elementos en el metal como la idealización bélica que superficialmente son adscribibles a una sensibilidad premoderna. Sin embargo, en su raíz de pensamiento básico profundamente moderno e ilustrado, no es posible pensar en el metal como en un aliado natural del nazismo.
Entonces, es claro que el heavy metal, heredero de las tradicones libertarias y rebeldes del siglo XVIII, es antijerárquico, antiracista, antifacista e individualista; no es coherente, entonces, decir Hail Metal y Hail Hitler si decimos ser headbangers.