Accept - Stalingrad - Nuclear blast - 2012
Cuando supe que Accept volvía sin Udo a las voces, no esperaba mucho de la agrupación veterana. La principal razón de este escepticismo yacía en la experiencia anterior, cuando siguieron con su carrera luego de la salida de Udo a fines de los 80. Mientras nuestro querido troll siguió lanzando discos de indudable y demoledor heavy metal, en un contexto abiertamente hostil al viejo sonido, los Accept con Wolf Hoffman a la cabeza nos ofrecieron realizaciones débiles y hasta acomodaticias con la época que desprestigiaron el gran nombre ganado por la banda en clásicos que sería un insulto a los lectores nombrar en este momento.
Por ello Blood of the Nations fue una gran sorpresa, más que por su buena calidad, por superar las paupérrimas expectativas que la mayoría se había hecho. Si bien Blood of the Nations no es el máximo estándarte del metal ni mucho menos, es un muy buen ejercicio de heavy metal clásico con sus puntos altos (como la genial Teutonic Terror). No deslumbra por su innovación, ya casi nadie lo hace entre los clásicos, ¿para qué?, sí nos entregaba a un vocalista eficiente y sin complejos en la persona de un casi desconocido Max Tornillo (quien cantara en los 80 en una muy mediocre banda llamada TT Quick). Sin embargo, ¿hasta dónde podría mejorar o llegar en lo susecivo una banda formada no presisamente por adolescentes?
Stalingrad es la respuesta. De entrada el nombre es poderoso, Stalingrad, Estalingrado, la ciudad en la que la Segunda Guerra Mundial cambió de curso definitivamente. Stalingrad, hoy Volgogrado, ciudad del Volga, fue llamada por algunas décadas del siglo XX con el seudónimo de uno de los más temibles tiranos de la historia, Stalin, el de acero. En esa ciudad se vivieron los horrores de la batalla manzana a manzana, edificio a edificio y cuarto a cuarto entre las tropas de la Werhmacht y el Ejército Rojo soviético, durante meses. Acá los alemanes comenzaron a retroceder y cambió el curso de la historia del mundo.
No diré que este disco va a cambiar la historia del metal, pero se trata de un paso adelante en la carrera de Accept (sí, a estas alturas). El título cumple a cabalidad con los fines grandilocuentes del metal. Si han querido evocar poder y destrucción, lo han logrado. Luego de BotN ya esperaba algo a esa altura, a veces uno se estrella y no recibe gran cosa. Luego del When Death Comes, de Artillery, esperaba un disco demoledor y nos dieron My Blood, un álbum flojísimo. Pero Stalingrad me ha encantado.
Se trata de un disco que respeta la tradición de la banda, de tal forma que uno oye cualquiera de los temas y se da cuenta de que es Accept y sin que medie la voz de Udo (por fin lo lograron).
No vayan a creer que es un disco repetitivo o cansino, no. Han sabido dosificar las partes fuertes con las más melódicas, y poner los riffs y solos donde deben sin exagerar ni ser avaros. Por ejemplo, tenemos temas muy veloces como Flash the Bang que nos recuerdan a la época de Restless and Wild y otros que son medio tiempos épicos como Shadow Soldiers, con una melodía realmente acojonante que nos remite al clásico Princess of the Dawn. Helfire, el tercer corte es brutal y con un solo de guitarra que es de lo mejor que vengo escuchando estos años en el metal alemán. La apertura y cierre del disco son muy buenas Hung, Drawn and Quartered es completamente ochentas, veloz y contundente, el comienzo del tema es sensacional. El final del álbum está en uno de los mejores temas del disco, The Galley, una canción con aires a lo Eye of the Beholder de Metallica con una voz de Tornillo no tan aguda como suele ser. La canción que le da título al disco es un caso aparte y especial. Es uno de los mejores temas de Accept y no hablo solo de este disco. Tiene el sello sonoro clásico del grupo, pero además el tema retrata con gran manejo de recursos musicales el escenario bélico de la batalla de Estalingrado. Un tema superlativo.
La producción del disco corrió a cargo de Andy Sneap quien, para variar, no ha aplanado el sonido del disco, algo que hace con frecuencia en sus trabajos sino que le ha dado un personalidad propia y fiel a la herencia Accept. Se ve que le ha puesto cariño y no es para menos porque Hell, la banda en la que está tocando, serán los teloneros del periplo europeo de este disco (ojalá Post Under o algún otro se anime a traerlos de nuevo). Estamos ante un verdadero gran disco, no solo uno bueno para lo que esperábamos sino uno bueno sin más. Excelente trabajo y ojalá la flama teutónica no se apague después de este.
Alineación:
Peter Baltes: bajo
Wolf Hoffmann: guitarra
Herman Frank; guitarra
Stefan Schwarzmann: batería
Max Tornillo: vocalista
Andy Sneap: productor