Reseña de Extremity - Extremely Fucking Dead - 20 Buck Spin - 2017
¿Es este el mejor disco de death metal del 2017? Considerando la enorme cantidad de trabajos en este estilo que salen cada año en todo el mundo (creo que el death metal es el estilo con mayor cantidad de seguidores a nivel global del metal, aunque en cada lugar son un número relativamente pequeño) es difícil afirmarlo, pero hace tiempo que no escuchaba a un grupo nuevo, como Extremity, con una propuesta tan enérgica, fresca y a la vez tan centrado en cómo lograr un sonido clásico sin ser repetitivo. En el heavy ya tenemos eso hace algunos años, pero en el death metal todo eran fusiones, retornos de clásicos o brillantes repeticiones, pero con este trabajo se muestra cómo es posible hacer un disco de death metal puro que no aburre y que no suena a “esto ya lo oí en el 89 (90, 91, 92…) y sonaba mejor”.
Extremity es un nombre nuevo en el death metal de los Estados Unidos, en concreto de Oakland, California, aunque sus integrantes tienen ya su recorrido en muchas agrupaciones previas y paralelas del área. Al mejor estilo de Bolt Thrower, la bajista es una chica (no es la única mujer de la banda), y su sonido se inspira claramente en el death metal sueco de principios de los 90, sin por ello limitarse a copiarlos. Siguiendo la premisa que impusiera Slayer en el Reing in Blood el disco no supera la media hora, y eso hace más disfrutable el trabajo pues es tan bueno que al acabar uno dice ¡quiero más de esto! Hoy, por el contrario, estamos un tanto hartos de discos extensos que reiteran y reiteran riffs y medios tiempos casi maquinalmente.
Es una suerte enorme haber llegado a este disco. La avalancha de lanzamientos hace casi inaudible la mayor parte de lo lanzado y condena a enormes trabajos al anonimato sobre todo si se trata de una banda novel. Al final todo depende la promoción y la promoción no depende de la calidad sino del empeño de la banda o del sello por difundir. Aun así son escasas las posibilidades de reparar en todo lo valioso.
Centrémonos en el disco primero ¿qué tenemos? Un trabajo de death metal virtualmente puro, con una influencia muy marcada de bandas como Unleashed, el primer Desultory, Interment, Centinex (90’s) y otras alrededor, además de un poco del estilo crudo de Autopsy. Como vemos, la primera escena sueca ha calado hondo en el sonido de esta banda. Sin embargo, el resultado es muchos más técnico y preciso que sus antecesores, probablemente porque hoy las fórmulas sonoras ya están perfeccionadas. Sin embargo, es posible encontrar en la propuesta de la banda algo propio que hace del disco algo mucho más disfrutable en esta época en la que consumismo voraz se traga todo, incluido el metal.
Ahora veamos algo de la banda. Como hemos mencionado, los integrantes tienen trayectoria aunque no necesariamente en las grandes ligas, han protagonizado trabajos respetables. Para empezar esta Marissa Martinez Hoadley, quien desde que era hombre (bajo el nombre de Dan, es una mujer transgénero) forma parte de Cretin, al lado los exExhumed Col Jones y Matt Wiedner. Este grupo es reconocido por su disco Freakery, moderno clásico del grinde death metal. Ella se encarga de parte de las voces y una de las guitarras. También tenemos a Shelby Lermo quien se encarga de una guitarra y las voces; él participó en Apocriphon. En el bajo está Erika Osterhaut, quien aparece acreditada también con la banda Scolex. La formación cierra con Esopo Dekker en la batería quien es fundamentalmente conocido por Ludicra, aquella banda de melancólico y progresivo black metal de San Francisco que oscureciera el panorama under durante la década pasada.
El peso de sus pasadas trayectorias puede que sean el factor que termina decidiendo la enorme calidad de de este trabajo.
Extremely Fucking Dead es un trabajo ortodoxo que sin embargo no prescinde de una voz propia. Esperaremos con interés futuras entregas de esta agrupación. Especialmente recomendado para aquel que nunca dejó de amar al eterno death metal.