El gran ajedrecista de la Plaza Francia
El pisqueño Moisés Fuentes tenía 15 años cuando se dejó conquistar por la imponente figura del caballo y el veloz movimiento del alfil. Aunque empezó bastante tarde, la pasión por el ajedrez lo llevó a impulsar su práctica a través de la enseñanza. De carácter reservado y huraño, en la foto (a la izquierda) lo observamos haciendo gala de su destreza con las fichas negras.
Era noviembre de 1977 y una nueva modalidad del deporte-ciencia arrasó con la popularidad de los clubes tradicionales. Se trataba del juego de tableros ambulantes, sin técnicas ni relojes, que tuvo por cuna el jirón Lampa, en el centro de Lima, y que acogió a jugadores de los más diversos estratos sociales.
Sin embargo, debido a las mejoras en el ornato limeño, los tableros fueron trasladados al Parque Universitario a mediados de 1981. El número de asistentes disminuyó. Incluso Fuentes se alejó temporalmente para volver en 1988, cuando la práctica regresó a Lampa.
Para 1991 el ajedrez se había instalado en la Plaza Francia. Un lugar de pasión y entrenamiento, donde maestros y aprendices dedicaban agitadas horas de ensayo a la práctica del juego rápido y estratégico. La informalidad era visible. Walter, un humilde vendedor de peines, dio inicio al alquiler de tableros (planchas de triplay a 0.20 céntimos la partida). El negocio rindió frutos y poco tiempo después el “administrador” incorporó una mesa de fulbito a su local, el primero de la plaza.
La “actividad” se tornó mucho más dinámica y profesional cuando Fuentes -Maestro Nacional en 1987- introdujo el reloj y nuevas modalidades como las partidas Blitz. Fuentes fue uno de los más grandes de su tiempo, muy reconocido y recordado por las distintas generaciones de “franceses”, un maestro en vida del juego informal, de aquellos que forjaron su carácter en las plazas.
Por su alto nivel competitivo, no cabe duda que la época de oro del ajedrez callejero fue la de Plaza Francia. “Se constituyó en un lugar de práctica habitual y constante para jugadores noveles y experimentados”, recuerda Fuentes.
En ese limbo se foguearon reconocidos ajedrecistas que representaron internacionalmente al Perú: Miguel Muñoz, Javier Longa, Filemón Cruz, Wilder Cotrina –quien le ganó una partida al GM ruso Kasparov durante un torneo en la UNI en 1993–, Emilio Córdova, los hermanos Cori, entre otros.
A sus 56 años, Fuentes aún conserva aquel temperamento fuerte que solo la calle proporciona. Confiesa con egoísta orgullo haber sido maestro de grandes. A Filemón Cruz le enseñó el método, Miguel Muñoz recibió su impulso y dedicación, y los hermanos Cori fueron sus alumnos por un año en la Federación Peruana de Ajedrez: cuatro horas, tres veces a la semana.
No está casado ni tiene hijos, de haberlos tenido probablemente “Francia” no hubiese contado con tan buenos jugadores. “Moshe”, como lo llaman los amigos, ya casi no participa en torneos oficiales. Se despide jugando una partida como profesor del último de sus pupilos, al que lanza el último de sus ataques.
(Rosa Aquino Rojas)