El peor sismo de la historia
El 21 y 22 de mayo de 1960, hace casi medio siglo, el miedo y la ansiedad se apoderaron de los chilenos cuando la tierra tembló y el mar ganó sus costas. Durante ese trágico fin de semana, la naturaleza se encargó de recordarnos su poder destructivo.
El primer terremoto (7,5 grados en la escala de Richter) sacudió la ciudad de Concepción el sábado 21 de mayo de 1960. Los relojes marcaban las 6:05 a.m. cuando un tremendo remezón de tres minutos despertó a cientos de chilenos. Concepción quedó sin servicios de agua y luz. Casas y edificios quedaron en ruinas. Miles de pobladores salieron a las calles con el recuerdo del devastador terremoto de 1939.
Sin embargo, lo peor estaba por llegar. El domingo a las 3 p.m. un sismo de 9,6 grados en la escala de Richter segó la vida de unas 3.500 personas al sur de Chile. Este sismo es hasta el momento el mayor movimiento telúrico producido en el mundo. La explicación científica indica que se produjo una ruptura de las placas de Nasca y Suda-mericana a lo largo de 1.000 kilómetros. (Ver EC2 1960.pdf)
Las ciudades afectadas quedaron a oscuras, sin agua ni servicios telefónicos ni telegráficos. Las primeras noticias del desastre se conocieron a través de los radioaficionados que se comunicaban entre sí para informar sobre la situación de sus pueblos.
En Valdivia, lugar del epicentro, unas 20.000 personas perdieron sus casas. Las principales avenidas fueron inundadas por el desborde del río Calle Calle. El hospital principal y la estación de bomberos colapsaron.
Cerca de Concepción, el puente de 1.885 metros de largo, que cruza el río Bío Bío, el más grande de Chile, se fragmentó en tres partes. El 65% de las viviendas fue destruido en Talcahuano, mientras que un alud sepultó a más de 300 personas en Peihueco.
A los pocos minutos del sismo, una serie de olas de entre ocho y diez metros de altura azotó la costa chilena en una extensión aproximada de 825 kilómetros, desde Puerto Montt hasta Aysen. El maremoto arrasó gran parte de la localidad portuaria de Ancud, se llevó a 100 personas y destruyó sesenta edificios y viviendas.
En Puerto Saavedra, la furia del mar arrastró las casas más de 2 km tierra adentro. La oportuna alerta de la sirena de bomberos logró que la población huyera hacia zonas altas. Otros puertos y caletas de pescadores no corrieron la misma suerte, pues no solo fueron arrasados por las aguas, sino que se registraron incendios como en la comisaría de Puerto Montt. (Ver EC3 1960.pdf)
En el Perú, los efectos se dejaron sentir con más fuerza entre Pisco y Talara. Nuestros corresponsales en provincias reportaron cuatro marejadas. Un nerviosismo general se apoderó de los pobladores de San Andrés, La Puntilla y el balneario de Paracas, donde se inundaron varias casas.
Hasta en ciudades tan distantes como Sidney (Australia), San Diego y San Francisco (EE.UU.) se produjeron marejadas. En Japón, el tsunami causó la muerte de 150 personas y la desaparición de 300 embarcaciones, mientras que en Hawái 50 personas murieron.
Al amanecer del lunes 23, los chilenos no asimilaban la magnitud del desastre. Las carreteras se hundieron, por lo que la ayuda tardó en llegar. Centrales hidroeléctricas, muelles, malecones, plantas siderúrgicas y puentes fueron destruidos. Las estadísticas indican que tres millones de personas, en las 11 provincias afectadas por el sismo, se quedaron sin hogar.
Nuestros enviados especiales, Dante Cussato y Raúl Duque, recorrieron las calles y puertos del sur de Chile. En sus despachos informaron sobre la situación de los damnificados que buscaban refugio en las carpas instaladas por el Ejército. El panorama que encontraron en los pueblos era desolador. Muros inclinados a punto de caer, gente caminando en los techos de lo que fueran sus viviendas y buques varados mostraban la magnitud del desastre.
La ayuda humanitaria viajaba en aviones y barcos hacia la zona devastada. Cerca de 2.000 toneladas de carga, 236 médicos y enfermeras envió EE.UU. por medio de un puente aéreo tendido con 79 aviones.
En el aeropuerto de Santiago, las escenas de reencuentro de los damnificados con sus familiares contrastaban con el llanto de los niños y adultos que perdieron sus hogares y tenían que rehacer sus vidas en la capital.
Por si fuera poco, el 24 del mismo mes cinco volcanes ubicados en las provincias de Osorno y Cautín hicieron erupción.
Cinco décadas después, la furia de la naturaleza se ha vuelto a ensañar con Concepción y Talcahuano. Sus pobladores han revivido el temor al experimentar un nuevo sismo con consecuencias devastadoras.
Con el fin de recordar los 50 años de la tragedia, los pobladores de Valdivia han creado el blog Terremoto en Valdivia para compartir sus experiencias y construir una memoria colectiva local. A raíz del sismo del 27 de febrero, este se ha convertido en un espacio de ayuda donde se publican enlaces útiles para la población afectada.
(Lili Córdova Tábori)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio