"Huaqui" Gómez Sánchez, el rey de los latigazos
Era un extraordinario alero, un wing, como se decía antes, alguien que en base de habilidad y velocidad atormentaba a sus marcadores, para luego rebasarlos y lanzar un centro preciso, o definir él mismo ante el arco rival. Óscar “Huaqui” Gómez Sánchez fue un delantero de leyenda en una época en que el fútbol peruano estaba plagado de estrellas. Hace un par de años nos dijo adiós.
Sus primeros amagues los hizo en la cancha de los muertos, en Chorrillos. Allí los victorianos lo descubrieron y se lo llevaron. Fue puntal en la seguidilla de campeonatos con que los aliancistas adornaron sus vitrinas en la década del cincuenta (1952, 1954 y 1955). Con los íntimos cerraba por la izquierda un quinteto de polendas que completaban los endiablados Félix Castillo, Guillermo Barbadillo, Valeriano López y Vides Mosquera… casi nada.
“Era veloz y dribleador, pero sobre todo inteligente para el pase oportuno”, recuerda un aficionado que lo vio en acción. Se lució ante los ingleses y jugó las eliminatorias ante Brasil en 1957, cuando en Lima empatamos con el scratch 1-1. En la jugada previa al gol peruano dejó su huella. “Jaló a sus marcadores sobre la izquierda, los entretuvo con sus amagues y después soltó un pase elevado a Terry, quien finalmente anotó”, cuenta el veterano hincha.
En la selección peruana su aporte fue superlativo, especialmente en el Sudamericano del ‘59. Allá en Buenos Aires, ante Pelé y los campeones del mundo, hubo baile. El primer tiempo había terminado 1-0 a favor de los brasileños. Empezando la fase final nos convirtieron el segundo tanto. Parecía que todo estaba finiquitado, pero los incaicos no se amilanaron. En una arremetida Gómez Sánchez desarmó a la zaga carioca y cedió un pase a Seminario, quien batió al golero brasileño Castilho. El empate lo selló el propio Seminario y el Perú terminó mandando en la cancha.
(Ver SUDAMERICANO3.pdf)
Aquella jornada, disfrazado de puntero derecho, a pesar de ser un zurdo nato, “llevó al desconcierto a las zonas defensivas brasileñas”, describe en una nota Juan Honores, enviado especial de El Comercio. Muchos consideran que esa fue la mejor delantera peruana de todos los tiempos: Óscar Gómez Sánchez (puntero derecho), Miguel Loayza, Juan Joya, Alberto Terry y Juan Seminario.
Luego de recibir un gol del ariete peruano, Roque Gastón Máspoli, el arquero uruguayo y campeón del mundo, habría dicho: “Después de lo que hizo Gómez Sánchez creo que llegó mi hora de dejar el arco”.
Algunos decían que tenía cosas del gran Garrincha, escribió el recordado Veco hace dos años en una nota de homenaje. Y agregaba: “Juntó la habilidad con la eficacia. La gambeta incontrolable y el gol, dos facetas que catapultan a un delantero para elevarlo a la categoría de crack con sello y lacre”.
Ambidiestro y creativo, patentó una jugada con el rótulo de “el latigazo”. El ingenio consistía en iniciar un pique desde el lado izquierdo de la cancha hacia el área, para luego soltar un poderoso remate de derecha y batir al guardameta de turno.
Su hoja de vida consigna un total de 10 goles en cuatro torneos sudamericanos: 1953, 1955, 1956 y 1959. Además, paseó sus cualidades por canchas argentinas, ganándose la admiración de los exigentes hinchas del River Plate y del Gimnasia y Esgrima de La Plata.
En una entrevista que le hizo El Comercio antes de fallecer contó con humildad: “Yo era el único moreno en ese país cuando salí campeón con River en 1966. No puedo ser soberbio al decir que era el mejor jugador, pero sí puedo decir que ni en River ni en Gimnasia fui suplente”.
El 4 de marzo del 2008 un sombrío marcador, vestido de enfermedad, lo encaró con la intención de detenerlo. Ambos se miraron cara a cara. “Huaqui” amagó hacia un lado, pero salió por el otro. Ahora está en el recuerdo de los que queremos el buen fútbol, inteligente y ganador.
(Miguel García Medina)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio