Las tijeras de los Yataco
Un chinchano fundó la más prolífica dinastía de peinadores en nuestro país. Han pasado más de 60 años, los tiempos de gloria se marcharon y el patriarca ya partió pero, peine en mano, parte del clan continúa vigente
Juan Yataco solo necesitaba un poco de agua, un peine delgado con cola, unos ganchos negros y un fijador de color rosado para realizar maravillas con el pelo de las damas. A despecho de sus dedos gruesos, los bucles y moños de las novias quedaban impecables y, gracias a una rociada final de laca, podían durar horas, como para que la novia llegara espléndida hasta la noche de bodas.
Era 1941 cuando Juan, con solo 17 años, dejó Chincha y llegó a Lima dispuesto a convertirse en peinador de mujeres. Su padre, un peluquero modesto, fue el primero que le había enseñado las artes del oficio.
Ya en la capital, en una peluquería sencilla, y sin un sueldo fijo, empezó a destacar por su habilidad y creatividad. Pronto pasó a una de las más concurridas peluquerías de la sociedad limeña, Lux, ya desaparecida, que se ubicaba donde hoy se encuentra la tienda Saga Falabella del Jirón de la Unión.
A falta de personal en el lugar, Juan recomendó traer a uno de sus hermanos y pulirlo en las técnicas del peinado. Pero no vino solo uno sino todos sus hermanos, más tarde los tíos, primos y sobrinos, varones casi todos. El clan Yataco comenzó a surgir, cual imperio Inca, con don Juan como estandarte indiscutible.
Eran tiempos en los que las señoras no permitían ser vistas por los caballeros en las peluquerías. Distinguidas y famosas clientes empezaban a confiar sus cabelleras a peinadores exclusivos como los Yataco.
La esposa del general Manuel A. Odría, María Delgado, tenía como peinador exclusivo a don Juan. Antes de una presentación oficial, una comitiva con tres carros de seguridad llegaba hasta la casa del peinador, en La Victoria, para escoltarlo a Palacio de Gobierno a realizar lo que a él más le gustaba: peinar.
Con Rufino Yataco la historia fue parecida. Tenía como cliente a la hija de Fernando Belaunde Terry, Carito Belaunde Aubry. Los demás parientes, poco a poco abrieron sus peluquerías en toda Lima. Peinados Yataco se ubicaba tanto en zonas exclusivas como en barrios populares.
La caótica avenida Abancay albergó a una de las peluquerías pioneras, la de don Juan, hasta que la competencia de dos nuevos soles por corte la sepultó. En el 2008, tras 40 años de existencia, cerró definitivamente.
“Todos iban a esa peluquería: actrices, cantantes, caballeros y niños, es que esa avenida antes era otra cosa”, cuenta Olandina Arana, esposa de Juan y madre de sus tres hijos.
Con el aumento de la popularidad, apareció el encanto de las cámaras, luces y los sets de televisión. Ya en los años 60 del siglo pasado el clan Yataco se ganó el título de la familia más numerosa de peinadores del país.
Héctor, Fernando, Alfonso, Juan, Zenón, Rufino, Pedro, Manuel, José, Luis, Francisco y la lista continúa, tijera en mano, posaban para las cámaras con pulcros trajes y el bigote corto, que fue una marca registrada.
El éxito lo puedo ver en mis manos. Las fotos no mienten: en una observo a la argentina Linda Guzmán, una de las pioneras de los programas del mediodía, al lado de Fernando S. Yataco. En otra aparece un gordito bonachón, el mismísimo don Juan Yataco, en el programa concurso de Humberto Vílchez Vera, que alguna vez reunió a 150 Yatacos.
El “boom” de las telenovelas no les fue ajeno. Las actrices los convirtieron en sus engreídos. Fernando S. Yataco, por ejemplo, era el encargado de peinar a Saby Kamalich, quien en 1969 hacía llorar a todo el Perú con el clásico “Simplemente María”.
Fernando recuerda que conoció a Kamalich por Camucha Negrete. “Se pasaban la voz entre ellas y venían a mi peluquería en Lince”. Como ejercicio para su memoria me da más nombres de famosas cuyos cabellos pasaron por sus diestras manos: Regina Alcóver, Meche Solaeche, Ofelia Lazo, Anita Saravia, entre otras.
Las pelucas también son parte de su historia. Hasta Sebastián Ligarde “Memo”, el villano de la recordada “Quinceañera”, utilizó una de ellas para no ser reconocido por las calles. “Era tan buena que el actor pasó desapercibido”, recuerda, entre risas, uno de los hijos de Fernando, y el único que sigue los pasos de papá.
“Me apena que las nuevas generaciones de la familia no tengan interés por esta profesión, yo tengo 60 años y no me canso, este oficio es un arte”, dice Fernando, actual presidente de la Asociación de Peinadores del Perú.
Como escuela, los Yataco han formado a muchos peluqueros y estilistas como el fallecido Marco Antonio, Francisco Ysique, Amparo Jara, y otros más. Y como familia, muchos de sus miembros no están más. Don Juan, el patriarca, se fue como durmiendo hace nueve años. Otros ya colgaron las tijeras, los peines, las pelucas y todos instrumentos de su época de esplendor. Por ahora, Fernando y su hijo siguen manteniendo viva esta genuina estirpe de profesionales del cabello.
(María Fernandez Arribasplata)
Fotos: Album familiar