Si Bob Dylan estuviera en Lima
Si un joven Bob Dylan se mudara a Lima, quizás establecería su centro de operaciones en el bohemio jirón Quilca, en el Centro de Lima. Nos imaginamos al genial cantautor tocando los acordes de una canción en El Averno, centro cultural más representativo del lugar. Vestido en elegantísimo traje negro y protegido por sus míticos lentes Ray-Ban Wayfarer, entonaría Aint’me Baby, luego de fumar un cigarrillo. Huellas Digitales recorre las bohemias calles de Quilca en búsqueda del legendario cantautor, quien cumple 70 años de vida.
Nos preguntábamos a qué lugar iría Dylan (1941) si se encontrara en medio de la congestionada Lima, donde la mayoría de espacios culturales se resume en galerías alejadas del gran público y puestas en escenas con precios exorbitantes. Y sin dudarlo mucho pensamos en las cuadras de Quilca, el lugar perfecto para que Robert Allen Zimmerman (verdadero nombre del compositor) disfrutase de nuestra cultura urbana.
Silbando en el viento
Llegamos a la Galería Musical Quilca, tras cruzar la avenida Wilson, invadida por taxis y buses de transporte público. En una avenida así, sería difícil reconocer a Bob entre las personas que circulan por sus calles. Se desplazaría sin sobresaltos, con las manos en el bolsillo de su sobretodo negro, ansioso por saber qué vinilos encontrará entre los stands.
Luego de consultar a los diversos vendedores de vinilos, fuimos hasta el puesto de Dante. Él tiene muchas producciones del legendario artista. Los precios varían entre 40 y 60 soles, “todos son originales, es casi imposible que encuentres vinilos piratas”, nos dice.
Ahora Robert Allen cruza de nuevo, prende un cigarrillo para combatir el frío limeño y se adentra a visitar los puestos del Boulevard de la Cultura. Es interesante ver cómo diversas corrientes musicales se entremezclan en un híbrido sonoro.
En medio de góticos, metaleros y punks encontramos una librería que también rinde homenaje al músico que en 1965 lanzó el single “Like A Rolling Stone”, canción superada sólo por “Help!” de The Beatles en los charts norteamericanos. Una camiseta del cantante, con el coro de la canción citada, puede ser apreciada junto a otra de Andy Warhol. John Coltrane y Lou Reed también tienen sus estampados.
Como una piedra rodante
A finales de los años 70, tras sumergirse entre el alcohol y otras adicciones, Bob Dylan decide convertirse al cristianismo. Su poco interés en declarar a la prensa, o mantener una vida expuesta a la opinión pública, hace difícil saber si aún continúa con su fe.
A pesar de ello, apostamos que disfrutaría visitando el Bar Queirolo, hogar de la bohemia literaria y musical de la ciudad. Canción que entonaría para el deleite de los parroquianos, “Rainy Day Women #12 & 35”, del álbum Blonde On Blonde (1966). (But I would not feel so all alone, Everybody must get stoned).
Podría quedarse ahí, compartiendo un buen rato con los antiguos limeños o bien pedir la cuenta y marcharse sin decir más. Bob Dylan siempre será un misterio fuera de los escenarios; su poco interés en buscar reconocimiento contrasta con el éxito que ha tenido hasta la actualidad.
En el año 2000 ganó un Óscar a la mejor canción original por “Things Have Changed”, compuesta para la película Wonder Boys. Este año realiza una exitosa gira mundial, hace poco realizó un concierto en Pekín, China, donde diversos medios señalaron que el artista fue objeto de censura por parte de las autoridades del país asiático. A Lima es difícil que llegue, pero no imposible. Hay que soñarlo, por lo menos.
(José Iván Gonzales Geldres)
Fotos: José Iván Gonzales Geldres/ Agencias