Antiguo linotipista cuenta cómo era El Comercio en 1906
El 4 de mayo de este año El Comercio celebrará sus 175 años de vida institucional. Pero en 1964, al cumplir los 125, entre los visitantes ilustres que llegaron a nuestra sede, hubo uno muy especial. Un personaje anónimo, pero verdaderamente histórico. Estaba agradecido y emocionado, y se acercó a saludar a los directivos de nuestro diario. Se trataba del antiguo linotipista Juan Manuel Campos Mirelli, que en ese momento contaba con 77 años.
Campo Mirelli entró a trabajar muy joven en la imprenta de El Comercio, en 1906, y permaneció en esta casa editora hasta 1920. Se inició como cajista, y a los pocos meses fue ascendido a linotipista, cargo que desempeñó hasta su retiro.
El antiguo trabajador contaba que en sus épocas los redactores escribían sus informaciones a mano, con lápiz o con pluma, pues no habían llegado aún las máquinas de escribir. “Era bastante difícil trabajar algunos originales”, comentaba el veterano linotipista. Recordaba que los textos que más dolores de cabeza le daban eran los de Emilio Bobadilla, que escribía con el seudónimo de Fray Candil. “Era un notable crítico de arte, pero sus originales tenían que llegar con tres días de anticipación para poder descifrarlos”.
“En cambio los editoriales de Don José Antonio (Miró Quesada), que los escribía solamente con lápiz, eran perfectamente legibles. Una particularidad de los escritos de Don José Antonio era que llegaban al taller sin una sola enmendadura, tal era su claridad y corrección para escribir”. Los operarios de hoy (1964), decía sonriente Campos Mirelli, tendrían muchas dificultades para trabajar como lo hacíamos en aquella época.
Los primeros linotipos
En 1904 José Antonio Miró Quesada advierte que la primera rotativa era insuficiente y dispone la compra de una Rotativa Marinoni, en Francia. En el mes de julio la nueva máquina llega al Perú. Pero su funcionamiento necesitaba el acompañamiento de los linotipos, que fueron comprados en Estados Unidos, y empezaron a funcionar el 15 de octubre de 1904 en el local principal.
“En esa época había 6 linotipos. El jefe de Redacción era el doctor Aurelio Arnao y el Regente General era don Manuel Bachman”, refiere Campos Mirelli. Luego evoca con viva emoción: “No ha habido ni hay –dice- un dueño de imprenta como Don José Antonio. Su gran corazón, su bondad innata lo distinguían en todos sus actos. Era notable la preocupación que sentía por el bienestar de quienes trabajaban al servicio de la empresa”.
El viejo linotipista retrocede en el tiempo mientras cuenta sus vivencias: “En una ocasión en que estuve enfermo durante tres meses, se interesó personalmente por mi salud, pagó mi curación en un hospital particular, y cuidó de que se abonara mi haber y se cubriera todos los gastos de mis familiares”, contó. “Gestos como estos eran corrientes en don José Antonio, quien por esto gozaba de toda la simpatía de su personal”.
El linotipo
Se trata de un artilugio inventado en el siglo XIX, similar a una máquina de escribir, que permitía a un operador pulsar un carácter tipográfico que seleccionaba la matriz correspondiente en lo alto del Linotipo. Completada la línea de matrices, el metal se fundía formando un lingote que venía a ser una línea de caracteres de imprenta. Y así se armaba el texto de la noticia para ser impresa.
(Miguel García Medina)
Foto: Archivo Histórico El Comercio
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