El fin de la Segunda Guerra Mundial
Se cumplen 70 años desde que llegó a su fin la Segunda Guerra Mundial, uno de los enfrentamientos bélicos más destructivos de la historia de la humanidad. Exactamente, el 2 de setiembre de 1945, con la rendición oficial de Japón ante los Estados Unidos, cesó la devastación de ciudades enteras y el aniquilamiento de millones de inocentes. Como evidencia, solo quedaban paisajes desoladores.
Transcurridos casi 6 años del inicio de una guerra que llegó a involucrar a 56 países, el frente de los aliados (liderado por Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Soviética) había logrado disminuir militarmente a las potencias del Eje. Con la muerte del primer ministro italiano, Benito Mussolini, y el suicidio del líder nazi, Adolfo Hitler, el objetivo de las fuerzas aliadas se concentró en derrotar a Japón hasta lograr su rendición. No obstante, los japoneses se negaron a capitular aún a costa del sacrificio de miles de sus habitantes.
Los ataques definitivos llegaron mediante el uso de las bombas atómicas, recurso al que los aliados acordaron apelar en la conferencia de Potsdam, en Alemania, celebrada entre el 17 de julio y el 2 de agosto. Durante la reunión, los estadounidenses comunicaron que la ofensiva con la nueva arma era inminente, ya que las pruebas realizadas en el desierto de Nuevo México habían resultado satisfactorias.
Ataque a Hiroshima
Con la decisión tomada, el bombardero B-29 Enola Gay, pilotado por el coronel Paul Tibbets, arrojó la bomba “Little Boy” sobre Hiroshima la mañana del 6 de agosto de 1945. La detonación alcanzó una potencia de unos 15 kilotones, equivalente a 15 mil toneladas de TNT, lo que provocó la desaparición del 60% de la superficie de la ciudad y pulverizó al instante a miles de inocentes.
Aproximadamente 80 mil personas fallecieron, y un número similar resultó con heridas de gravedad. Muchos de los afectados por la radiación fallecieron meses o años después a causa de leucemia, cáncer de tiroides, cáncer de pulmón, etc.
La finalidad del ataque era demostrar al gobierno japonés que toda resistencia era inútil, y que solo acabaría con su país devastado. Asimismo, el presidente estadounidense Harry Truman buscaba, más allá de vengar el atentado de Pearl Harbor, demostrar una supremacía bélica frente a la Unión Soviética (URSS), por entonces su aliado y pronto rival durante la Guerra Fría.
Ataque a Nagasaki
Al encontrar resistencia por parte del gobierno japonés, el presidente Truman autorizó el uso de la segunda bomba atómica. Esta tuvo como objetivo inicial la ciudad de Kokura; sin embargo, por complicaciones climatológicas, se decidió optar por la segunda alternativa: la ciudad de Nagasaki.
El ataque sucedió tres días después de la tragedia de Hiroshima, cuando el golpe psicológico estaba muy fresco en el pueblo nipón. El comandante Charles Sweeney, quien pilotó el B-29 Bockscar, se encargó de lanzar la bomba “Fat Man” sobre una ciudad en la que en ese momento todo se desarrollaba con tranquilidad: los niños estaban en plena clase en las escuelas, las mujeres cumplían con sus quehaceres cotidianos en sus casas y la mayoría de hombres trabajaba en las fábricas.
La detonación de la bomba de plutonio causó la muerte de unas 39 mil personas, mientras que los heridos bordeaban los 25 mil. La orografía de Nagasaki había contribuido a que el número de víctimas fuese menor al de Hiroshima. No obstante, el 68% de las instalaciones industriales de la ciudad fue arrasado.
“La segunda bomba atómica lanzada contra el Japón ha borrado del mapa, literalmente, a Nagasaki”, tituló El Comercio la mañana del día siguiente. En la misma edición, el Diario informaba que Japón había amenazado con usar un arma similar a la bomba atómica contra las fuerzas armadas de los Estados Unidos. La amenaza nunca se cumplió.
La rendición
Los japoneses, al temer el lanzamiento de una tercera bomba atómica, aceptaron la derrota. A través de intermediarios suecos y suizos, el gobierno hizo llegar a los aliados el mensaje de que aceptarían la rendición con la única condición de mantener al emperador Hirohito a la cabeza del país.
Con el apoyo del primer ministro británico Attlee, y en contra de la Unión Soviética y China, que querían eliminar el sistema imperial japonés, el presidente Truman aceptó la condición planteada por Japón. El 14 de agosto, Hiroito grabó un mensaje para la nación en el que anunció el fin de la guerra y pedía obediencia al pueblo japonés. Al día siguiente se retransmitió a todo el país.
Finalmente, el 2 de setiembre de 1945, a bordo del acorazado USS Missouri, el general japonés Yoshihiro Umuza firmó la rendición oficial del Japón con lo que acababa la guerra en el Pacífico. La Segunda Guerra Mundial había culminado.
(Julio Guerra)
Fotos: Archivo El Comercio/Agencias
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