Cuando camines, camina. Cuando comas, come.
Quién no ha almorzado alguna vez frente a su laptop en un día cargado de trabajo, desayunado frente a la tele viendo las noticias, o cenado un sándwich al paso mientras manejaba hacia su casa. Sinceramente, muchas veces me ha pasado, y es que por lo general nos alimentamos en piloto automático, comemos mientras estamos haciendo otras cosas, como si alimentarnos fuera algo irrelevante e inconsciente, algo que hacemos “por default”.
Hace poco me encontré con este proverbio Zen que dice: “Cuando camines, camina. Cuando comas, come”, que en realidad expresa la idea de hacer una sola cosa cada vez, pero me hizo pensar mucho en la forma en la que a veces nos alimentamos. Estamos apurados, tenemos muchas actividades, pero no priorizamos la más importante, que tiene que ver con decidir conscientemente qué nos llevamos a la boca, cómo y cuándo lo hacemos. Decisión bastante importante como para tomarla tan a la ligera.
Se ha demostrado que existen ciertos hábitos a la hora de comer, que son muy beneficiosos para la digestión y para nuestro organismo, por ejemplo, comer despacio y dejar los cubiertos en la mesa entre bocado y bocado, masticar cerca de 40 veces los alimentos, tomarnos por lo menos 20 minutos para el momento de la comida, hacerlo en bocados reducidos; y por supuesto, no comer estando distraídos en otra actividad, pues esto nos haría perder el control de lo que ingerimos.
Pero lograr todos esos hábitos no es nada fácil, porque, al menos yo, por más que me esfuerzo y repito en mi cabeza el proverbio Zen, a veces termino “caminando mientras como y comiendo mientras camino”. Y a muchas personas debe pasarles lo mismo porque, leyendo un poco, descubrí que el 2013, salió a la venta el “Hapifork”, un tenedor inteligente que posee un software que mide el tiempo entre cada bocado, y que te permite descargar luego la información en tu computadora. Alguien podría llamarlo “tecnología al servicio de la salud”, pero a mí me parece un poco exagerado que un tenedor nos tenga que enseñar cómo comer.
La tendencia, como nos pasa casi en todo, es volver a nuestras raíces y pensar nuevamente en la comida como un ritual, pausado y pensado, un momento consciente, es casi como un “comer despierto”; y sobre esto encontré unos talleres muy interesantes en Argentina, y un proyecto que me gustó aquí en Lima llamado Brisa Alquimia culinaria, que ya convertiré en un próximo post.
¿Pero qué es esto de la alimentación consciente? Es en realidad un concepto Budista (que también ha sido estudiado en Harvard) bastante más profundo, que propone crear una relación y una experiencia diferentes con la comida. En pocas palabras es una modalidad que te permite poner atención en los aromas, las texturas, los sabores, la presentación, la temperatura y hasta en los sonidos de los alimentos que comemos. Bajo esta idea, cualquier problema que tengamos con la comida, proviene de la falta de consciencia al alimentarnos.
Algunos programas de alimentación consciente proponen pasos para iniciarse en esta modalidad, por ejemplo:
- Tomar total conciencia al momento de alimentarte, no solo durante el almuerzo, sino hasta cuando comemos un snack.
- Tomar el alimento con las manos, por ejemplo un fruto seco o una galleta.
- Mirarlo con detenimiento, observando todas sus formas y colores.
- Cerrar los ojos y sentir sus texturas.
- Tomarnos unos segundos para olerlo, girarlo y sentirlo en toda su dimensión.
- Dar un primer bocado, despacio, y saborearlo al menos durante 20 segundos.
Interesante. Qué tal si mañana, antes de comer, nos tomamos un tiempo para hacernos 5 simples preguntas, que nos ayudarán a comer de manera un poco más consciente:
- ¿Qué como?
- ¿Cuánto como?
- ¿Cuándo lo como?
- ¿Cómo lo como?
- ¿Para qué lo como?