La silla vacía
¿Podrá China corregir su postura con una silla vacía, como pretende Occidente? ¿O será que, como dicen los internautas chinos, “la silla está vacía porque el pueblo chino se ha levantado”?. Hasta el último momento, el Gobierno chino intentó que la ceremonia de concesión del Nobel pasara desapercibida entre su población. Pero sus gritos desaforados al exterior podrían haber causado el efecto inverso. Una silla está dando mucho que hablar.
La frase “silla vacía” acaba de ser incluida en la lista de términos censurados en el Internet local. Aún no se sabe si la medida es temporal porque solo ocurre en las principales redes sociales chinas. Desafiando a la censura, algunos internautas han colgado imágenes de sus propias sillas vacías en la red.
El ex disidente chino Yang Jianli había escrito al presidente Hu Jintao: “No quiero que la imagen de una silla vacía en la ceremonia del Premio Nobel se convierta en el símbolo de China en el siglo XXI”.
¿Cómo se explica la reacción destemplada de China?:
A través de las cuatro patas de la silla
Primera pata: Sus sueños
China siempre ha querido ganar un Nobel porque considera consideraba que un premio de este nivel, en cualquier disciplina, genera un respeto mundial a la excelencia no solo del galardonado, sino también, a las políticas educativas de su país. Una marca que alcanzan las potencias.
Y China tiene sueños de grandeza. Pero a pesar de sus esfuerzos y el dinero invertido, lo único que ha logrado hasta el momento es:
1. El Premio Nobel de la Paz 1989 al Dalai Lama, exiliado desde que huyó del país. El Dalai que ha modificado su discurso con los años, pedía en un inicio la independencia del Tíbet. Ganó el premio cuando ya no estaba en China.
2. El Premio Nobel de Literatura 2000 al escritor Gao Xinjian que emigró a Francia y adoptó la nacionalidad francesa. Gao es crítico del régimen chino que censuró sus obras. Ganó el premio cuando ya no estaba en China.
3. El Premio Nobel de la Paz 2010 al activista Liu Xiaobo por pedir reformas democráticas de forma pacífica. Ganó el premio sin salir de China porque está preso. Fue condenado un día de Navidad a 11 años por subversión contra el Estado.
¿Qué refleja todo esto?
Que China, con sus 5.000 años de civilización y sabiduría antigua, no tiene la capacidad para producir un Nobel en su vida contemporánea que sea consecuencia de su propio crecimiento como potencia. Solo puede producir disidentes de calidad, dice Occidente.
Segunda pata: Su posición
Para China, la concesión del Nobel de la Paz a un “delincuente” que ha sido juzgado y está encarcelado por ir contra el sistema es “una payasada”, dice la portavoz Jiang Yu.
Esta “payasada”, ante los ojos de China, refleja la burla de Occidente, es decir, el poco o ningún respeto que sienten los países desarrollados por el gobierno chino y su población.
China tiene un profundo trauma que todavía no ha superado. Fue tan maltratada, humillada y controlada por las potencias occidentales que se apartó del mundo y levantó sus muros en el siglo pasado para construir sus propias fortalezas.
Con un modelo diferente, alcanzó una milagrosa transformación económica que Occidente no parece valorar precisamente porque no siguió su mismo camino. Ahora que está más cerca de alcanzar la cima, China está convencida de que las potencias no quieren competencia.
Para los chinos, Occidente intenta imponer su patrón de desarrollo que le exige a China otro ritmo, otras concesiones y otras tareas, aunque tampoco le garantiza que la convertirá en miembro del Primer Mundo. Se mueve por sus propios intereses.
Y China prefiere seguir con su propio modelo.
Tercera pata: Su reacción
Cerca al 2012, año del recambio, la reacción destemplada de China frente al caso Liu Xiaobo es un reflejo de cómo se está trasladando el poder entre los clanes que conforman el PCCh.
En la cúpula existen tres claras tendencias:
- El ala dura que quiere continuar con el modelo tradicional sin mayores ajustes hasta alcanzar las metas trazadas. Se necesita una posición agresiva ante el mundo
- Los moderados que confían en el modelo económico pero quieren introducir cambios progresivos en el modelo político. Se necesita una posición conciliadora ante el mundo.
- El ala reformista que quiere introducir cambios en el modelo político que le permitan un desarrollo más parejo. Se necesita una posición audaz ante el mundo
Debido a las constantes presiones que recibe China desde varios flancos, y la poca efectividad de los moderados, el ala dura ha tomado el control del poder en esta crisis diplomática.
China ha dividido los bandos: Las potencias VS. los países en desarrollo.
En este escenario se ha sentido confiada para pedir el apoyo de fuertes socios económicos (Rusia, Irán y Arabia Saudí), de países con los cuales mantiene una ideología compartida (Cuba y Venezuela) y de pequeñas economías que han empezado a depender de China (Afganistán, Irak, Kazajistán, Argelia, Egipto, Sudán entre otros).
Según China, ha llegado el momento de ajustar y cobrar cuentas. De mostrar su poder.
Cuarta pata: El paso siguiente
Lui Xiaobo, un desconocido en el país antes del Nobel, es peligroso para el régimen porque representa con la Carta 08 y su activismo, una aceleración del modelo político que al menos dos de las tres facciones no están dispuestas a arriesgar.
Le recuerda al Gobierno chino uno de sus principales temores: La brecha entre las grandes reformas económicas y el poco espacio político que puede llegar a sofocar a su población.
Hasta hace unos años, el éxito del modelo económico permitió dejar las reformas políticas en el congelador y sobornar a la juventud con promesas de riquezas que se han cumplido.
Pero ahora, hay una parte de la sociedad que con mayor poder económico se pregunta si puede “comprar” también más libertades. Lo que se inicia como un pedido se convertirá en una exigencia con el tiempo.
China todavía no esta convencida de que la apertura política le traerá tantos éxitos como la reforma económica. Debido a su inmensa población y otras características ceñidas a su cultura y tradición, el ejercicio pleno de libertades personales y derechos humanos en una sociedad como la china podría terminar en un caos. Este es su máximo miedo.
El rumbo del país quedará mucho más claro a partir del próximo congreso partidario del 2012, cuando la dupla Hu Jintao-Wen Jiabao sea reemplazada por Ji Xinping-Li Keqiang. Para entonces, los clanes habrán medido sus fuerzas y establecido sus cuotas de poder.
Sin embargo, la experiencia del Caso Liu Xiaobo, le habrá servido a China para mejorar su postura aunque antes de esto, tenga que arreglar las cuatro patas.
¿Y tú que piensas, China metió la pata?