Ahora que Rusia 'ya fue' (hace rato)
No se ganó, tampoco se empató. Yo me equivoqué y no se rompió aún la racha de sinsabores afuera. Encima, el quinto cupo es más improcedente que nunca ya para la percepción de cualquier peruano (al menos eso quiero creer, ¿o aún quedan ilusionados?). Y como a todas las cosas malas que nos pasan en la vida igual hay que sacarles provecho, este momento, el de la resignación bajo sedantes, sirve para al menos tener claro cual es el horizonte.
1. El núcleo joven de la selección es el correcto. Joven se es a los 25, 26 años todavía. Hay algunos que escuchan esa palabra y gritan: “¡Mentira, mentira, son ‘viejos’ también!”, quieren que un poco más y jueguen los de la Copa Amistad. No es así, salvo excepciones, tipo Marlos Moreno en Colombia, 20 años. Ahora, decir que estos mismos hombres van a estar en la lucha por llegar a Qatar es prematuro, porque hay algunos que aparecerán y se irán sumando de manera natural para la próxima Eliminatoria, no olvidemos que falta un buen trecho. De los actuales, uno entiende que Carrillo o Ascues podrían agregarse salvo que en la Videna sepan algo de sus movimientos que nosotros desconocemos. Yo creo que Carrillo no está porque quizá pidió que no lo llamen un tiempo, para consolidarse en Benfica, no sé, ya no hallo otra explicación porque Gareca lo fue a ver a Portugal, inclusive. Salvo que no le haya abierto la puerta o le haya servido comida pasada. Farfán me parece un muy buen jugador de selección, pero veo difícil que esté en la próxima Eliminatoria y en esta, ya para qué.
2. Tenemos un seleccionador confundido. Oblitas dice que estamos en un proceso de renovación, pero Gareca afirma que no, que parece nomás pero no es así, que todo es pura casualidad. Un poco más y nos asegura que el ‘Loco’ Vargas vuelve en cualquier momento. Entonces las cosas que uno puede rescatar en su trabajo, pierden valor, él mismo las destruye. Apuesta por Flores o Benavente, pero de pronto convoca a Lobatón, 38 años, que ni siquiera pasa por un buen momento. Y lo pone, pese a que todos le sugieren que no lo haga, lo que sería entendible si no fuera porque antes de terminar el primer tiempo ante Chile. lo tuvo que sacar, admitiendo de modo tácito entonces, que no ve lo obvio con facilidad. Esos errores los puede cometer con equipos de nivel, pero con Perú es un crimen, porque debido a nuestras limitaciones, enmendar a tiempo, para nosotros es casi imposible. Con Argentina puso a Benavente en un puesto que no es el suyo, solo porque le faltaba un extremo. ¿No puede jugar de otra manera? En los últimos partidos, regaló un tiempo.
3. No todo es malo. El técnico descubrió a Cueva para la selección, el único duelo que ganó frente a la opinión pública, y también dio vida a Trauco. Hay otros que gracias a la oportunidad de jugar en la selección, que antes no tenían -inclusive con el propio Gareca- partieron al exterior. Ese mito absurdo de que primero hay que jugar fuera para luego ser convocado, sostenido por los que defendían la permanencia vitalicia de Pizarro y compañía, se cayó a pedazos. Acá, porque el torneo local es imperceptible para el mundo, primero tienes que ser llamado y jugar, mostrarte en la selección, luego sales. Después vuelves para las convocatorias ya repotenciado. Así funciona la ecuación, en eso sí Gareca apostó y nos hizo ganar elementos nuevos. Lo que no sé es si lo hizo de manera consciente.
4. Gareca debe terminar el contrato, no renovarlo. Ello pese a que en Videna aún piensan en prolongar su permanencia, tema del cual se habló por primera vez en esta esquina, ¿se acuerdan?. Podríamos decir que el ‘Tigre’ tomó las decisiones correctas para darle una vuelta de tuerca a la selección. El problema es que lo hizo un año y medio después de llegar. Si lo comparamos con Markarián, ¡gracias! por el valiente aporte. Si lo valoramos por sí solo, ¡gracias! también, pero hasta otra oportunidad, renovarle debería ser inviable. Además, da la sensación que en cualquier momento se va a echar para atrás con lo de la renovación que ensaya pero niega, porque ha preparado un discurso que le permitiría perfectamente hacerlo. Total, convencido no está, no fue idea suya tampoco. Cierto, el equipo no es un desastre aunque por momentos lo parezca. Tiene poder de recuperación, sabe jugar con marcador en contra, posee temple, pero eso más parece una virtud de los jugadores que una cualidad del estratega.
5. El técnico no está para educar. En eso libero de toda responsabilidad a Gareca y por ello respaldo la ‘poda’ que él niega haber hecho. Hay quienes dicen que el entrenador debe: “convencer”, que ese es su trabajo. Convencer sí, pero de un plan de trabajo, de una forma de juego, no de aspectos conductuales. Por ejemplo en la previa a un viaje no le va a decir a un jugador: “Pepito, no te vayas a robar los chocolates en el ‘Duty Free’. seamos buenas personas”, no se pasen. No es un terapeuta de centro de salud mental o un auxiliar de colegio. Para algunos, el trabajo de entrenador implica traer a los desordenados, encerrarlos y amarrarlos a la pata de la mesa, si no entienden que hay que portarse bien. Entonces que la selección la dirija Urresti.
6. Qatar es para lucharlo. Hay un plantel interesante, más allá de si tenemos o no infraestructura, trabajo en menores, lo que quieran. Por primera vez en décadas se ve un grupo joven sin liderazgos claros, pero con condiciones de nivel promedio. La mayoría juega afuera, van a crecer. Es cosa de saberlos utilizar y poner a cada uno en su lugar. Pensemos en un buen piloto para el coche. Si empezamos para apuntar a Qatar con la mediocridad de decir: ”Que dirija cualquiera porque igual no vamos a ir, el entrenador es lo de menos”, seguiremos a los tumbos, presagiando derrotas con sonrisas socarronas, algo que enriquece nuestro enorme y divertido sentido de autodestrucción.