Aventura en el desierto: crónica del Desert Challenge 100k Paracas
Me encanta practicar muchos deportes, sobre todo los de aventura en contacto con la naturaleza. A pesar de eso nunca me consideré una persona a la que le gustara correr, era un deporte que me costaba practicar mucho más que otros como el kayak o la bicicleta de montaña, pero sabía que correr me hacía muy bien y me ayudaba a tener la resistencia necesaria para practicar otras disciplinas que me fascinan.Debido a una lesión en una rodilla empecé a caminar con la agrupación Perú Runners como parte de mi rehabilitación. Poco a poco dejé de caminar y empecé a correr algunas carreras como las 5K, 10K, 21K hasta que me sentí cómodo con este deporte, además que poco a poco iba probando mi resistencia física y mental.
Hace dos años me invitaron a participar en la ultramaratón de Yumax 80K que se realizaba a lo largo de la Costa Verde, me parecía una locura pero era un gran reto que nunca había hecho y quería ver si era capaz de lograr recorrer los 80 kilómetros. En esa oportunidad llegué a cumplir el reto fuera de hora y muy cansado, pero me quedé con ganas de repetirlo y sacarme el clavo.
Cuando mis amigos de Perú 8mil me comentaron que harían el Desert Challenge 100K – una carrera a pie, por tramos, con autosuficiencia alimenticia y en libertad de ritmo sobre una distancia de 100 km aproximadamente con la obligación para cada competidor de cargar su equipo (comida + material) desde la laguna de la Huacachina en Ica hasta la bahía de Paracas- no lo pensé en ningún momento e inmediatamente les dije “ya”. Tenía que estar dentro de este desafío sí o sí, era un gran reto en una locación que me encanta, de noche, con tiempos que tenías que cumplir. Era una carrera que me motivaba mucho.
Como les comenté, la partida iba a ser en la laguna de la Huacachina, que está ubicada a solo 5 kilómetros al oeste de la ciudad de Ica y es un verdadero oasis natural de aguas color verde esmeralda en medio del desierto. Alrededor de la laguna existe una abundante vegetación compuesta de palmeras, eucaliptos y los típicos guarangos, que sirven para el descanso de las aves migratorias que pasan por esta región. Todo ello contribuye a hacer de la Huacachina uno de los lugares más vistosos y bellos de la costa peruana.
La meta sería en el hotel Double Tree Resort by Hilton Paracas, que se ubica en la bahía de Paracas, en pleno desierto frente al mar.
Iban a ser 100 km en plena reserva con el frío extremo de la noche y los vientos más fuertes y constantes que darían vida a las arenas, convirtiéndolas en verdaderas tormentas del desierto. A eso había que sumarle el sol y el calor abrasador durante el día.
Al principio me metí a entrenar a conciencia, arreglé mi dieta, bajé de peso y me cuidé mucho, pero a veces el trabajo y las obligaciones hacen que tu programa de entrenamiento cambie bruscamente. En mi caso empecé a viajar muy seguido por temas laborales y eso cambió mi entrenamiento.
La suerte que tuve es que gracias a mi trabajo tenía que hacer muchas caminatas arriba de los 4000 msnm. Eso me ayudaba a mantener mi resistencia aeróbica y a no perder el estado físico que había ganado anteriormente. Lamentablemente unos días antes de la carrera me dio un resfrió total dejándome una tos seca como secuela para la competencia.
Llegó el día del evento y yo no había dormido mucho por la emoción de la carrera.
Viajé con mi amigo Pablo Sarmiento, quien me llevó hasta la laguna de la Huacachina. Él se estaba yendo a Palpa. Estábamos a minutos de la partida y ya quería correr.
Empezó la carrera a las 5.30 p.m. trepando la primera duna de la carrera. Esa subida me agarrotó los músculos de las piernas inmediatamente, era un indicativo que este desafío no iba a ser nada fácil.
La carrera constaba de tres tramos importantes donde estaban los campamentos. Un campamento es una instalación donde la organización realizaba un control y asistencia médica de los competidores, proveía de la hidratación y la revisión del equipo reglamentario, controlaba los tiempos, comprobaba el peso de las mochilas y sellaba la tarjeta de control para que el participante pueda continuar en competencia.
En la ruta se ubicaban los siguientes campamentos:
Tramo 1: Primer campamento – Km 30
Tramo 2: Segundo campamento – Km 60
Tramo 3: Campamento Final – Km 100 (llegada)
El primer tramo me pareció muy difícil y terminé muy cansado, mojado, sintiéndome un poco enfermo y con mucho frío. Tal era el frío que sentía que no podía abrir las botellas de los hidratantes, me temblaban demasiado las manos.
Después de comer, hidratarme adecuadamente y cambiarme de ropa (por suerte estaba con buen equipo y ropa de recambio), salí hacia el segundo campamento. Sabía que con el ritmo que estaba corriendo llegaba al campamento por debajo del tiempo límite. Con lo que no contaba era con que la temperatura bajó más de lo que pensé y la neblina nos jugó una mala pasada llegando a quitar casi toda visibilidad de la ruta.
Llegué a buena hora ya de día junto con un grupo de corredores de “Corre Perú” (del que no me despegué hasta llegar a la meta) e hice la misma rutina que en el primer campamento para poder estar cómodo los últimos 38 km que faltaba para llegar a la meta.
Empezó el último tramo. Se suponía que ya no había subidas y que todas eran bajadas… pero no era así. Salimos y al cabo de 3 km de recorrido empezó una subida a un cerro. Después de correr toda la noche mis piernas y las plantas de mis pies no daban más. Cada uno de los corredores, ahora amigos, “los comandos” y yo mostrábamos signos muy visibles del agotamiento y del agarrotamiento muscular.
Lo único que nos motivaba en seguir avanzando era que ya faltaba poco y el desafío iba a ser cumplido. Teníamos la cabeza muy dura y el objetivo de llegar a la meta no lo íbamos a declinar. Cada uno de nosotros fue clave en varios momentos de la ruta y sabíamos que trabajando en equipo todo se puede.
Después de varias horas bajo el sol del desierto llegamos al final del recorrido, a la meta, recibidos por los organizadores del desafío, por un gran público y sobre todo por nuestros seres queridos, quienes nos llenaron el corazón de alegría. Cualquier cansancio es superado por este hermoso sentimiento.
El ‘Desert Challenge’ se caracterizó por su alto nivel de dificultad debido a que es una carrera donde primó la estrategia. Fueron más de 100 participantes del Perú y el extranjero los que compitieron en cuatro categorías: individual, hombres, mujeres y por equipos.
Los corredores partieron a las 5.30 pm y tenían tiempo límite de llegar a la meta hasta las 5:30 pm del día siguiente. Esto hizo que la gran parte de la travesía sea nocturna.
Fotos: Patricia Caels e IFitness.pe
MAYOR INFORMACION:
• www.peru8mil.com
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