Para un invierno frío: el verano de Bonjour Tristesse
En medio del frío de Arequipa, aproveché para volver a ver la soleada película Bonjour Tristesse (1958), de Otto Preminger.
En casi exactamente dos meses me mudo a Londres. Eso significa que, además de papeleos, estoy en la etapa de despedidas. Para eso estuve la semana pasada en Arequipa visitando a mi abuelo. Lo que significa que, en realidad, visite a los tres abuelos que vive en esa casa. Uno de carne y hueso, y dos más de óleo.
Mi abuelo era amigo del pintor Ángel Chávez (hermano de Gerardo Chávez) y una vez Ángel lo vio regresar de cazar perdices en Chosica y decidió pintarlo. Mi abuelo pidió que se incluyera su rifle en la pintura, “para que fuera un cuadro admonitorio“.
Este también es de Ángel Chávez, pero está incompleto porque Ángel se murió antes de poderlo terminar. La idea original era que el cuadro fuese a tamaño real y que mi abuelo apareciese vestido de samurai.
En fin, la cosa es que estando con él me acordé de una película que me recomendó una vez hace unos cinco o seis años. O, más bien, de una película que me recriminó por no haber visto todavía: Bonjour Tristesse, de Otto Preminger (1958).Decidí aprovechar los días en Arequipa, entre numerosos platos de sopa de cauche y desayunos con panes triangulares y queso moqueguano, para volver a verla.Y me acordé de por qué me había gustado tanto la primera vez.
Antes de los detalles, la trama: Cécile, una chica de 17 años muy apegada a su papá, va a pasar unas vacaciones con él en su casa en la rivera francesa. Los acompaña la joven enamorada de su papá, una chica algo tonta y muy divertida.
La película (que está en inglés) comienza en un presente en blanco y negro, en el que Cécile se está yendo de fiesta con su papá y sus respectivas parejas de la noche.
Si la actriz les parece conocida, es porque es Jean Seberg, que actuó en la famosa película de Jean-Luc Godard, À bout de souffle. (Al final de la escapada o Sin aliento, en castellano). Godard llegó a decir que en su película, el personaje de Seberg era en realidad una continuación del de Cécile.
El pasado que recuerda Cécile esa noche de fiesta es uno de colores increíbles y al lado de un mar que es envidiable en cualquier momento, pero más cuando estás en la sequedad y el frío arequipeño, muy cerca de un río que solo evoca picaduras de mosquitos.
Obviamente había un chico guapo, rico y exitoso que solo tenía ojos para ella.
A pesar de la diversión, ese verano estuvo también lleno de conflictos. La relación con el chico del momento no parecía importarle demasiado a Cécile; más relevante, en cambio, era el impacto que podría tener el que su padre deje a su joven enamorada por la madrina de Cécile, una mujer bastante más seria que amenazaba poner disciplina en su vida.
Aquí todos los involucrados: la ama de llaves desesperada por trabajar en la familia disfuncional, el padre y las dos mujeres en cuestión, el chico guapo y Cécile.
Inicialmente la película fue recibida con escepticismo, en parte porque la anterior película de Seberg con el director, Preminger, no había tenido buenas críticas. La recepción sí fue buena en Francia, y con el tiempo, la película parece haberse revalorizado en el resto del mundo.
Para entenderla del todo, sin embargo, hay que hablar del libro del mismo nombre -un fenómeno en su época- que inspiró la película. En 1955, Francoise Sagan tenía 18 años y publicó una novela que causó sensación y también controversia. Sobre esos tiempos iniciales Sagan diría, 30 años después, “Era inconcebible que una joven de 17 o 18 años tuviera sexo sin estar enamorada, con un chico de su misma edad, y no tener algún castigo por ello. La gente no podía tolerar la idea de que la chica no se enamorase perdidamente del chico y no quedase embarazada para fin del verano.“
Françoise Sagan.
Aquí va el trailer, por si se animan:
https://youtu.be/WrqucqG3810
Y ya saben que me encuentran en Facebook como Sostiene Menéndez.