Londres: libros, películas y mudanzas
Han pasado algunas semanas desde la última vez que escribí por aquí. En este tiempo he descubierto que mudarse de país es un trabajo a tiempo completo: todo setiembre me he dedicado a desarmar el departamento que alquilaba en Lima, llegar a Londres, buscar un departamento aquí y mudar las dos maletas que traje conmigo. Todavía tengo varios pendientes pero desde el domingo pasado estoy oficialmente instalada en mi nueva casa. Y desde hoy, tengo internet en la casa y no podría estar más contenta.
Durante todo el trajín que ha implicado llegar a este punto, he tenido, felizmente, todavía tiempo para leer algunos libros. En el aeropuerto de Lima compré La Cuarta Espada, de Santiago Roncagliolo.
Hace tiempo lo quería leer, pero lo había ido postergando. Esta lectura que me acompañó en el avión me pareció muy útil para entender un poco más la figura de Abimael Guzmán. En varios lugares del texto, plantea además preguntas importantes. Por ejemplo: ¿cómo así el grupo más sanguinario de la historia peruana fue dirigido por maestros?
Terminado ese libro, fue momento de buscar alguno más. A los pocos días de llegar a Londres –y entre caminatas por varios barrios que quería conocer para ver si eran una buena alternativa de mudanza– fui a una de mis librerías favoritas aquí, Bricklane. Queda en Shortdige (que es, básicamente, el barrio hípster).
Entré con la intención de comprar The Man in The High Castle (El hombre en el castillo), el libro de Philip Dick en el que se inspira una serie de la que hablé en el blog hace algún tiempo. No lo tenían, pero lo podían pedir y a los pocos días llegó a la librería. (En Lima he visto que lo encuentran en la Librería Communitas, tanto en inglés como en castellano).
The Man in the High Castle cuenta una versión alternativa de la historia, en la que Alemania ganó la Segunda Guerra Mundial y se dividió Estados Unidos con el otro gran vencedor, Japón. La costa este pertenece a Alemania, mientras que San Francisco y un gran sector del Oeste está controlado por los japoneses (un pueblo que, además, no ha dejado la superstición). El orden amenaza con alterarse no solo por la muerte de una de las cabezas del gobierno alemán, sino también por la existencia de un libro que narra una realidad alternativa: una en la que fue Estados Unidos el que ganó la Segunda Guerra Mundial…
En estas semanas todavía no he ido al cine, pero sí he visto algunas películas por Netflix (que tiene una selección bastante más grande que la peruana).
Una fue… Legalmente Rubia. A veces simplemente en medio del estrés de caminar 10 kilometros al día en búsqueda de casa, pasar horas en los metros y no tener ninguna certeza del tipo de casas que podrás encontrar es necesario ver algo muy (muy, muy), ligero. De todas maneras, sigo creyendo que es una muy buena película. Y, para las nuevas generaciones: véanla.
También vi El club de las divorciadas (1996), con Bette Midler, Goldie Hawn y Diane Keaton. La verdad, también es básicamente una película para reírse un rato. Es la historia de tres mujeres que buscan vengarse de sus esposos por dejarlas.
Finalmente, hace un par de días vi Good Will Hunting (1997), de Gus Van Saant. Esta es una película que tenía pendiente, y me gustó bastante. A pesar de que sigue el clásico esquema de película de Hollywood hecha para hacerte sentir bien, creo que es evidente que está bien hecha. De hecho, se ganó el Óscar a mejor guión (escrito por Ben Affleck y Matt Damon) y a mejor actor secundario (Robin Williams).
Hoy comienzo clases en la universidad, donde estaré haciendo un máster en políticas públicas. Ya iré escribiendo un poco más sobre eso, y también sobre mis siguientes lecturas.
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