Un plan
Es difícil trazar las líneas de una novela sin un plan preconcebido y también, desde luego, los planes son peligrosos. La vida es dinámica, las prioridades del año anterior no son las mismas hoy. Las obsesiones se transforman y, de pronto, la trama anterior ya no nos inspira.
Si el plan del proyecto que nació hace cinco años tenía como fin retratar la sociedad y el poder, el plan que subyace a mi interés hoy es dramatizar sobre la soledad del hombre moderno. Ignoro cuál será el eje de mis aspiraciones en adelante.
Somos seres cambiantes aunque lo esencial nunca se transforme y, por tanto, lograr una novela coherente depende de la constancia. El escritor, ser volátil, debe someterse a la disciplina de la constancia para no reformular sus contenidos. No es un arte fácil, es la fría ingeniería de las historias que retan la pasión itinerante de cualquier poeta que pretenda convertirse en narrador.