Cambios
Nada es más vulnerable que el espíritu humano y nada es más cambiante. Las prioridades cambian, se alteran y se reconstruyen y se vuelven a alterar con los años. La pasión que te turbó ya no es la misma, o mudó de interés o de persona. El amor eterno dura tres meses. Toda promesa, como decía Borges, es un desafío a la muerte (o al cambio).
No se crea que los pensamientos cambian tan fácilmente o que las doctrinas no son las mismas, lo que cambian son los intereses y las prioridades aún cuando las concepciones se sostengan en buen pie. Si a Mariano Melgar le daban tiempo, hubiera virado de su amor por Silvia a su amor por Isabel o Mariana. Quizás él mismo hubiera quemado los versos que algunos curas españoles, a su muerte, se encargaron de quemar.
En la ficción y el supuesto, si Romeo y Julieta hubieran tenido un buen fin, con boda y reconciliación familiar de por medio, probablemente en sus veinte años de unión matrimonial los platos hubieran volado por la cabeza del Montesco y las invectivas hubieran reventado en los oídos de la Capuleto. Unos años más y Madame Bovary se hubiera aburguesado como su marido.
La realidad es igual y a confesión de los más jóvenes y los más viejos que he conocido, la vida sí es, como Jorge Manrique previera, los ríos que vienen a dar a la mar. Heráclito estaba en su razón, como lo estaba Hegel. Cambia mucho el camino y la estructura del castillo se arma y se rearma sin tregua. Un hombre escribe un largo poemario de diatriba contra la mujer que amó y odió y al llegar al poema 40 repara que el odio amainó, sencillamente calmó y se fue. El poemario pierde su sustancia y su fe.
¿No te ocurrió que hace algún tiempo te ganó la pasión por alguno o alguna en particular y pasado el tiempo te empiezas a preguntar “Y qué fue lo que le vi”? Tramas una novela por el impulso de una obsesión, la obsesión se deshace y la novela ya no tiene muy buen pie…
El amor, la pasión que trenza las carnes, la religión, el ideal, la misión, los gustos….nada es igual a los 20 que a los 40 ni a los 40 que a los 60 ni a los 60 que a los 80. También cambia la percepción del tiempo y de la prisa y cada década congrega su edad y su crisis coyuntural. Se altera el orden de la prioridad. Desde luego, el fenómeno es original y único entre persona y persona, dependiendo del carácter y de las circunstancias.
¿Recuerdas, amigo, tu estructura de prioridades a los 20? ¿Cómo es a los 40? ¿Cómo crees que será al alcanzar los 60 o los 80? (En el caso que por fortuna o infortunio tales edades llegues a alcanzar).