Universitario: más allá de las excusas
“Nos faltaron cuatro jugadores”. La no excusa de Troglio es una del tamaño de una catedral. Pudo postergar el clásico y no lo hizo, así que sabía cómo venía la mano. Además, apalancó su deseo con una expresión tan motivadora como tribunera (“contra todo”). Tomó sus riesgos, jugó con lo que tenía y perdió. Así no hay excusa que valga.
Perder duele, siempre duele. Sobre todo si el rival no fue superior. Alianza nunca fue más que Universitario. Equiparó las acciones, tuvo más calma en los momentos álgidos, pero no mostró superioridad. Ganó porque en su arco tuvo un portento y en el crema hubo un arquero que, más allá de su inactividad, hace tiempo que no genera confianza.
La derrota amarga, nubla, hace paté el hígado mientras nos ahogamos en maldiciones. Pero hay puntos positivos que no debemos soslayar. El principal es que esta ‘U’ juega con hombres, no con nombres. Cierto es que la urgencia ha obligado al profe a usar lo que tiene a mano (gente que, recordémoslo, él no eligió), pero ha logrado potenciar a jugadores que hasta hace poco eran mirados con duda –y hasta repulsión- desde la tribuna. Pongo a dos en primera fila: Romero -pese a que no hizo un clásico redondo, es un 5 con presencia y pase largo- y Gómez, el gran ausente la noche del sábado. A ellos se suman Páucar, Schuller y hasta el poco querido Benincasa.
El resultado no ha sido igual con todos. Aún no puede rescatar del declive a Rengifo (fundamental el año pasado) ni disimular la mediocridad de Estrada. Sin embargo, más allá de las diferencias entre los intérpretes, esta ‘U’ tiene un libreto, sabe a qué juega y qué quiere, para bien o para mal.
¿Qué le falta? Cubrir ciertos puestos (los laterales, en particular el derecho, sobre todo si se va Corzo; un extremo para no sufrir cuando no esté Quintero; un central que haga pareja con Rodríguez; un arquero que compita con Cáceda, otro volante con salida).
Y, del lado de Troglio, la suficiente flexibilidad para cambiar de plan cuando escasean las ideas. Si bien se crearon tres ocasiones de contra en el segundo tiempo, el partido pedía pausa y nueva organización en los últimos 25 metros. El clásico pedía a Manicero. El problema era el cupo de extranjeros. Con Quintero enterito, las opciones eran Figuera y Tejada. El primero seguía siendo fundamental en la salida, pero empezaba a exasperarse y el segundo se las arreglaba para atraer marca y meter miedo.
El argentino pensó que el gol llegaría con la fórmula de siempre (presión para el quite y salida rápida) y apostó por el doble punta con Rengifo. Cierto: Butrón estuvo inmenso. Pero el equipo perdió los papeles y buscó el empate con centros a la olla.
Los goles mandan, los resultados aplacan las críticas, pero visto el torneo en perspectiva, la ‘U’ tiene claro el camino. Y eso, en cualquier lado, suele ser lo más difícil de conseguir.