Esta U es otra
Algo ha cambiado, sin duda
El equipo jugaba mejor que sus rivales, pero no ganaba.
No lograba un triunfo fuera de Lima desde mayo del año pasado.
Cuando golpeaban a un jugador, el resto solo miraba.
Más que razones futbolísticas -sobre las que podemos discutir- el cambio fundamental desde la llegada de Jorge Fossati está en lo emocional. Hoy se ve a los jugadores de Universitarios más conectados en la cancha, metidos en las necesidades del juego. Calcaterra no parece haberse resentido por dejar el titularato, a Ureña se lo ve más decidido, a Quispe menos tenso, el cambio de capitanía no ha dejado señas de algún temblor.
El 2-1 sobre Binacional así lo refrenda.
No quiere decir que sea un equipo que gobierna sin resquicios. Es vulnerable cuando lo presionan en la salida, se complica cuando juega largo, tiene un par de defensas picapedreros que saben poco con los pies. Y cuando retrocede, sufre si le juegan por los costados.
Pero es otro equipo. Si la contratación de Goyo Pérez fue un salto de calidad, la venida de Jorge Fossati es el regreso a esa senda. Fossati es el Markarián del 93, el abuelo apapachador que se acerca a los jugadores, les conversa, los escucha. El hombre que defiende su manera de jugar sin aferrarse a los esquematismos. El entrenador que tiene claro el valor de la ciencia sin dejar de lado su intuición.
La U es otra. Que lo sea no le garantiza el éxito. El fútbol es, y será, una caja de sorpresas. Sin embargo, que Universitario haya cambiado le hace bien al club, al campeonato y a sus hinchas. Lo que venga luego, depende de ellos mismos.