Sigue la lista: Desde dibujos gore hasta automóviles convertibles (y no me refiero a descapotables)
55. Happy Tree Friends
Una caso insólito: Happy Tree Friends es una serie de animación Flash que se hizo popular por Internet mucho antes de saltar a la pantalla de televisión. Fue creada por Rhode Montijo, Kenn Navarro y Aubrey Ankrum para Mondo Minishows, una empresa que se especializa en programas de muy breve duración. Narra las intrascendentes vidas de un grupo de personajes antropomórficos que resultan adorables al principio de cada capítulo y desmembrados al final, motivo por el cual no es un programa apto para niños. El éxito de público ha sido tan grande que ahora es un show de culto (han editado tres DVD), y la crítica favorable tampoco les ha sido esquiva desde sectores entendidos. De hecho, su peculiar y gráfico humor gore en escenarios cute, ha sido premiado el año pasado en el festival de animación de Ottawa (y créanme cuando les digo que en Canadá sí que saben de animación).
54. Stressed Eric
Eric es un tipo al borde del colapso nervioso al que nada le sale bien en el trabajo, en la casa y en la vida. Efectivamente, uno de sus hijos es border, la otra tiene todas las alergias del mundo, la nana es incompetente, y su esposa lo ha dejado por el budismo. Por si fuera poco, no lo han despedido del trabajo (donde tiene una secretaria inútil) porque posiblemente ni saben que existe, y vive al lado de la familia a la que mejor le va en el planeta. Así, sus vecinos son el permanente recordatorio de que su vida es irremediablemente miserable. En resumen, “Eric, el estresado” es la respuesta británica a “Los Simpson” y “South Park”. El problema es que en Norteamérica solo se emitieron 4 episodios, después de lo cual la serie suspendió sus transmisiones. De hecho, a pesar de su incuestionable calidad, nunca ha sido demasiado popular, quizá porque muestra un pesimismo sin salida del que da un poco de culpa burlarse. En el Perú se dejó ver por la señal de Locomotion (qué tiempos aquellos).
53. Inspector Gadget
“Sal de mi sombrero, trucohelicoptéro”, era todo lo que tenía que decir el Inspector Truquini para hacer que brotaran de su sombrero un par de hélices y un manubrio. Perdón… para que aparecieran un par de esquís en sus botas. Perdón… para que pasara casi cualquier cosa que nadie esperara, porque si bien el Inspector Truquini estaba colmado de gadgets (nunca supe si él mismo era un cyborg, tal como refería la horrorosa versión cinematográfica con Matthew Broderick), esos gadgets hacían lo que les daba la gana con Truquini. Hasta el perro del disperso, olvidadizo y nerdmente encantador investigador, era más eficiente que él. De hecho se llamaba Cerebro y usualmente le salvaba la vida con tal sutileza que Truquini pensaba que todo siempre salía tal como se había planeado. Hasta cierto punto no le faltaba razón: desde su estreno en 1983 ha sido un éxito rotundo (dejó de hacerse en 1986) y se ha convertido en un influyente personaje de la cultura popular global.
52. Garfield y sus amigos
Jim Davis creó un trío de personajes deliciosos para una tira cómica que terminó siendo superada por su versión televisiva: un gato persa flojo al que le gusta comer lasagna y que toma a su amo por un completo incompetente, un perro baboso que anda lengua fuera por la vida, medio torpe y siempre alegre, y un ser humano idéntico a su perro salvo porque no siempre está feliz. A las cómicas situaciones que se pueden deducir de este planteamiento de personajes hay que añadir el talento de Mark Evanier, un comediante que supo ponerle una cuota de inteligencia y absurdo adicional al cínico gato. Así, en algunos episodios, Garfield hace alusión al presupuesto eximio con el que cuentan, y pide a los personajes que circulan por el encuadre que por favor guarden silencio para ahorrarse el dinero con el que se paga a los actores que hacen sus voces. Humor fino le dicen, del que ahora falta.
51. Transformers
La miniserie original fue hecha por los reconocidos estudios de animación japoneses Toei, los mismos del video de Daft Punk, “One more time”. La serie animada que siguió a continuación fue escrita por norteamericanos pero animada en Japón y Corea del Sur. Sin buscarlo, se ha convertido en un buen ejemplo para entender lo que empezaba a ocurrir en los ochenta en el mundo de los dibujos: la maquinaria de producción estadounidense comenzaba a nutrirse de nuevas estéticas, y reconocía que no siempre el Made in USA era la mejor opción. El resultado de esta coordinación internacional fue bastante loable: estos dibujos creados para marketear juguetes de robots (originalmente hechos por Takara en Japón y luego por Hasbro en Norteamérica), causaron sensación en todo el planeta y han logrado un culto mundial que ya lleva más de dos décadas. Para los que no han seguido la saga les cuento que Optimus Prime se muere, y varias veces: efectivamente lo padres de familia, molestos porque la máxima encarnación de todo lo bueno, fuera exterminada, pitearon tanto que los guionistas tuvieron que traerlo a la vida (como le pasó a Conan Doyle con Sherlock Holmes, aunque este no necesariamente fuera un modelo a seguir). Luego lo volvieron a matar. Luego fueron los fans los que pitearon así que lo resucitaron de nuevo. Una versión japonesa de la serie lo mató una vez más y el pobre Optimus permaneció en el chatarrero hasta que cuatro años más tarde lo resucitaron en un cómic. El año pasado volvió a nacer, más imponente que nunca, en una comentada película a cargo del efectista Michael Bay, a quien no le pareció bien que Bumblebee fuera un Volkswagen y lo sometió a una golpiza en un chatarrero. Creo que hablo por muchos cuando digo “no entendiste ni michi, pero gracias de todos modos”.
*Estimados lectores: Desde enero del 2009, el blog “Tv en serie” lo desarrolla Romina Massa. Este post escrito por el anterior blogger, Javier Masías, seguirá en línea pero sin opción de dejar comentarios.