Apuntes sobre "The Following"
Cuando vi el piloto de “The Following”, casi seis meses antes de su estreno en Latinoamérica, quedé sorprendido. Hacía tiempo que no veía algo tan intenso y tan bueno en la televisión. No solo por tener a Kevin Bacon (lo cual ya es bastante), sino porque su actuación, la del villano (James Purefoy), y la historia, todo en conjunto, formaban una gran serie.
Sin embargo, tras la emoción me embargó la duda. ¿Sería posible mantener ese nivel durante 13 episodios? Y es que en el primero no se apreció la magnitud del problema del personaje de Bacon: se enfrentaba a un ase
sino en serie que no trabajaba solo, sino con cientos de seguidores que estaban dispuestos a matar por él. Aquí es donde falla “The Following”. Andamos caminando por la calle, pedimos ayuda a un policía, pero ¡oh sorpresa! resulta ser un seguidor de Joe Carroll. Luego, pensamos: “Hey, vamos a refugiarnos donde mi vecina, ella es buena onda”… ¡Pero resulta que es seguidora de Carroll!
La genial historia de la serie, que puede ser explotada por su crudeza, termina centrándose en el alcance y la influencia del asesino, por lo que nos preguntamos: ¿Realmente se puede llegar a tanta gente?, ¿puede haber tal cantidad de asesinos en serie en Estados Unidos? Al final de la temporada 1 nos hacen creer que Carroll murió. Ya sabíamos que habría segunda parte, así que ya nos imaginábamos a qué nuevo asesino intentará capturar Kevin Bacon. Pero no, resulta que el asesino está vivo, que nos engañó a todos fingiendo su muerte. Es decir, otra temporada con el mismo enemigo y sus cientos de seguidores. Con todo respeto, el morirse y resucitar es un recurso que hoy en día solo se lo creemos a Sherlock Holmes.
Los dejo con un adelanto de lo que veremos hoy por la noche: