Crean un bosque seco en campus universitario
Al ingresar a la Universidad de Piura (UDEP), lo primero que llama la atención es la cantidad de algarrobos esparcidos por todo el campus, las ardillas prendidas de las ramas y los venados que se pasean, inocentes, por el césped. Se trata de un pequeño bosque seco en pleno campus. Es un lugar de conservación e investigación de este frágil ecosistema, tan amenazado en el norte del país. Si te interesa este interesante tema desarrollado por nuestro corresponsal en Piura, Ralph Zapata, sigue leyendo.
Así lo entienden los ingenieros Gastón Cruz Alcedo y Nora Grados Quezada, responsables de la Unidad de Proyectos Ambientales y Desarrollo Integral de la Facultad de Ingeniería de la UDEP. Son 130 hectáreas de bosque seco que forman parte del campus universitario. Y que es hábitat de algarrobo, venados, ardillas, lagartijas, huerequeques, pacazos, entre otras especies propias de este ecosistema.
Ambos se han dedicado, desde hace unos años, al estudio y conservación de este hábitat. Por ejemplo, hace poco descubrieron que este bosque captura 10.625 toneladas de CO2, lo cual contribuye a mitigar los efectos del cambio climático.
“Es un pulmón verde de la ciudad, protege los suelos, la flora y fauna de la región endémica tumbesina, y es un modelo de conservación del bosque seco”, explica Grados. Es cierto: en esta época cuando la tala indiscriminada y la extensión de la franja agrícola amenazan con desaparecer el bosque seco de Piura, espacios como este son una esperanza.
ÁREA PRIVADA
Este pequeño bosque universitario sirve también a los investigadores locales y extranjeros, cuenta Cruz. El Centro de Ornitología y Biodiversidad (Corbidi), por ejemplo, monitorea las aves del bosque seco en el campus. Asimismo, el año pasado un biólogo holandés realizó un estudio para conocer la interacción de los reptiles en este espacio.
La UDEP ha realizado proyectos de reforestación en diferentes zonas del bosque seco de Piura. También ha hecho mejoramiento genético de los algarrobos. “Y hemos empezado, con la Universidad Nacional de Buenos Aires, a estudiar los algarrobos de Locuto, la comunidad Nacho Távara y el Estuario de Virrilá. Queremos rescatar los mejores ejemplares para luego reproducirlos en zonas deforestadas”, dijo Grados.
Ambos investigadores están elaborando un expediente técnico para declarar la zona como área de conservación privada. “La idea es protegerla y luego hacer un plan de manejo ambiental. Realizar visitas guiadas a colegiales, diseñar rutas, etc. Que no sea solo un espacio ornamental, sino que incentive a los alumnos a respetar la naturaleza y sus recursos”, dijo Grados.
CLAVES
- Negocio. Los investigadores buscan rentabilizar este espacio con la captura de CO2 y la venta de bonos.
- Diversidad. Son 64 especies de aves las registradas en la UDEP