¿Y qué tal si llamamos a un experto?
En los últimos días he visto que varios temas relacionados con la salud, ciencia y tecnología han sido considerados por programas de televisión de diversa índole (programas de espectáculos, magacines nocturnos, etc.). Esto me parece genial porque es una forma de demostrar que –aunque no lo parezca– estos temas están presentes en todos los ámbitos de nuestra vida diaria.
Sin embargo, creo que se dejó pasar una excelente oportunidad para que el espectador conozca un poquito más y así la televisión cumpla con aquello que le exige la mucha gente: educar.
En un programa matutino de espectáculos se organizó un debate sobre el uso de esteroides anabólicos entre los participantes de ‘realities’ de competencias. Invitaron a cantantes, modelos y participantes de estos programas –algunos a favor y otros en contra– para que comenten sus experiencias.
Hasta ahí, todo bien. Lamentablemente, extrañé la presencia de un especialista que explicara la parte científica del uso de las sustancias en discusión, así como sus efectos secundarios. ¿Es cierto que son fármacos para animales? ¿Qué causa su uso por demasiado tiempo? ¿Son los mismos en hombres y mujeres? ¿Qué alternativas hay?, etc., etc…
EL CASO CONTRARIO
Días después, en un magacín nocturno se planteó el tema: “Niños adictos a los videojuegos”. Un tema muy controversial y recurrente. Sin embargo, en este caso –y desde mi punto de vista– el problema fue la elección del experto a consultar.
No tengo nada en contra de la experta Rosa María Cifuentes y coincido con muchas de sus afirmaciones. Sin embargo, considero que ahí hubo un error del programa en no conseguir al experto adecuado.
Básicamente por dos razones:
La primera: creo que el experto a consultar debió ser un profesional en salud mental. El tema de los videojuegos habría dado pie a un debate muy enriquecedor para todos, en especial porque constantemente aparecen estudios que demuestran tanto sus beneficios como sus perjuicios. Si se hubiera conseguido a dos expertos que tuvieran posiciones encontradas, mucho mejor.
La segunda: creo que la entrevistada ya tenía un prejuicio negativo hacia los videojuegos. Esto habría servido si se invitaba a un experto con una posición a favor, pero no se hizo. ¿Eso influye? Claro. La opinión de tu experto será negativa hacia el tema planteado y el televidente se lleva una opinión sesgada.
Por ejemplo, dice: “para mí, cuando un padre le compra un videojuego a un hijo lo hace por ignorancia, por presión de grupo, por moda y porque no sabe cómo ser padre. No sabe cómo hablar con sus hijos y no sabe qué hacer con el tiempo de sus hijos y darles un tiempo de calidad”.
Coincido con que muchos padres –entre los que me incluyo- a veces solemos facilitar el acceso a este entretenimiento tecnológico a nuestros hijos. Pero haciendo memoria, antes muchos padres hacían lo mismo sentado a sus pequeños frente al televisor. Sin embargo, hace generalizaciones y no contempla que muchos de los padres aludidos fueron niños que se criaron con videojuegos. Pero nuevamente, antes de entrar lo que me parece bueno o malo (y lo que tú también puedas opinar sobre el tema), hubiera sido más enriquecedor escuchar a un experto en la materia.
Y esta semana el tema ha sido la celulitis. ¿Se imaginan matizar una conversación entre personajes mediáticos con algún profesional que explique el origen de esta condición y cómo solucionarla? He escuchado -de manera muy acertada- a algunos protagonistas de este nuevo escándalo mediático señalar la importancia de dar una información correcta, debido a que los más jóvenes pueden tomar malas decisiones. Ahí era el momento de convocar al experto.
Una cosa es clara y lo sigo confirmando: la gente quiere saber de ciencia y de tecnología. Los medios tenemos que satisfacer al máximo esas necesidades. Esta oportunidad no la debemos dejar pasar.