Si tenía pendiente “ir al dentista” antes del 16 de marzo, es importante que sepa que cuando lo haga, deberá acogerse a la nueva normalidad que el coronavirus ha impuesto en los consultorios odontológicos.
Para empezar, tras agendar la cita, es probable que pase por teleconsulta con el doctor (llamada o videollamada), para luego definir un día y hora de atención personal, que deberá cumplir con rigurosa puntualidad (no llegar después ni antes, pero llegar solo o sola, salvo en el caso de niños y adultos mayores). Al entrar, le tomarán la temperatura, le darán una bolsita para guardar sus artículos personales (incluida su mascarilla) y lo invitarán a desinfectarse las manos y cubrirse la cabeza y los pies con equipos de protección personal. Pasará al consultorio propiamente y, ya en el sillón, se deberá enjuagar la boca con un desinfectante bucal, para reducir la concentración microbiana y dar inicio a la consulta. Es probable que al ingresar ya haya tenido que pagar la consulta vía transferencia bancaria.
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Ese ejercicio protocolar para prevenir contagios por coronavirus no solo es retador para los pacientes -que se animan a asistir al consultorio, sobreponiendo el miedo al contagio y quizá también a otros temores personales propios del psicoanálisis. Representa, asimismo, un esfuerzo por parte de los centros de atención dental por estar a la altura de la emergencia, pero sobre todo por sobrevivirla y recuperar la rentabilidad perdida, que por estos días es igual o inferior a cero.
CERO INGRESOS
Así de difícil es la realidad de esta actividad, atendida en su mayoría por el sector privado [ver infografía], según supo Día1 tras consultar a varios voceros autorizados.
Entre ellos, está la cadena de centros odontológicos Multident y la clínica Infinity, que volvió a operar hace dos semanas.
“La empresa ha logrado mantenerse en la crisis a pesar de haber tenido cero ingreso. Pero el reinicio ha sido con solo emergencias desde hace dos semanas en todas las sedes. Eso nos ha servido para reacomodarnos para esta nueva etapa”, afirma Jesús Ochoa, su fundador y director. Según señala, para evitar despidos tuvieron que “sacar la platita debajo del colchón”, así como reestructurar créditos y renegociar alquileres y el pago que reciben por las franquicias (42 de las 50 sedes del grupo operan bajo ese formato).
Con 35 sedes en el país, el Centro Odontológico Americano (COA), reabrió 18 semanas después del inicio de la cuarentena, informa César Delgado, su gerente general. Entonces, la empresa - con 490 personas y 250 odontólogos en planilla, según indica- operaba al 30% de sus capacidad. “Ahora está en 55% de atención. Hay respuesta de los pacientes y mucha confianza”, sostiene, aunque reconoce que esa situación los dos primeros meses mermó su rentabilidad. Para atender el pago a personal (no han realizado despidos) y a proveedores, han optado por líneas de financiamiento bancario y están a la espera de la aprobación de un préstamo del programa estatal Reactiva Perú.
En tanto, el centro especializado en oftalmología y odontología pediátrica Alinea Visión y Dental, con una sede de consultorios en Surco, que empezó esta semana a atender emergencias, está enfrentando la misma suerte. No ha despedido personal, gracias a capital de la compañía, informa Claudio Cuadros, médico y socio del centro. “Se manejó a través de los fondos de la empresa. Esperamos que para fin de año podamos empatar la pérdida y terminar el año en azul”, confía.
LOS INDEPENDIENTES
La situación no es diferente para los odontólogos independientes, con consultorio propio, pues la cuarentena puso también en pausa su trabajo. En efecto, en el país existen alrededor de 45 mil dentistas, según el Centro Odontológico del Perú (COP).
“Desde el principio de esta cuarenta ha sucedido una suerte de desempleo masivo y esto ha repercutido no solamente en profesionales de la salud que trabajan de manera independiente, sino también en muchos otros que trabajaban para centros de salud bajo la modalidad de recibos por honorarios", sostiene el especialista en implantología Patricio Quevedo, que atiende en una única sede en Miraflores.
“Los ingresos en un principio han sido exactamente igual a cero para posteriormente convertirse en números negativos, ya que para poder estar alineados con las nuevas directivas o recomendaciones que han sido enviadas por el Minsa, COP, y otros organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha tenido que invertir e invertir en muchísimos elementos de protección de bioseguridad, adicionales a los que ya teníamos”, cuenta el doctor.
Carlos Paredes, quien atiende y gestiona su propio consultorio bajo la marca “Jarcardent” junto a su esposa e hijo en Chorrillos, coincide. Según cuenta, para acogerse al protocolo de vigilancia, prevención y control del COVID-19 en el lugar de trabajo (de acuerdo a todas las exigencias del Minsa y la COP) para así reiniciar operaciones tuvieron que invertir unos S/20 mil.
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“Nos ha demandado remodelar todo el consultorio. Ha sido una transformación en la infraestructura misma”, observa y comenta que tuvieron que eliminar cuadros y adquirir un autoclave (equipo de esterilización en húmedo), en reemplazo de equipos que funcionan con calor seco. “El primer principio de este protocolo es que todos los pacientes son positivos. Hay que tomar el criterio y extremar las medidas de protección”, sostiene. En ese sentido, confiesa que el temor a contagiarse los hizo dudar sobre la reapertura.
Ahora, el dilema de los odontólogos independientes es cómo hacer para trasladar los sobrecostos que tienen que asumir para trabajar al paciente. Según Quevedo, el precio de algunos insumos ha pasado de S/8 a S/150. Paredes advierte el incremento en la caja de guantes quirúrgicos, que antes de la cuarentena compraba a S/15 y ahora a más de S/60.
Las cadenas y franquicias advirtieron el problema desde el inicio de la emergencia y han logrado reducir esa volatilidad e impacto a través de sus centrales de compras, explica Delgado, del COA.
¿Hasta qué nivel se puede trasladar esa carga al paciente en plena desaceleración económica? Es una disyuntiva que mantiene en vilo a hoy los dentistas, que además son conscientes que -por lo menos en lo que queda del año - deberán operar con la mitad o menos de pacientes por jornada para cumplir con los protocolos de bioseguridad. Si antes atendían a uno cada quince minutos, ahora solo se agenda dos por hora en la mayoría de casos consultados. El tiempo entre paciente y paciente se usa para desinfectar los consultorios. Sin duda, ir al dentista ya no es ni será lo mismo tras el COVID-19.
¿TELESALUD DENTAL?
Otra novedad en la salud dental tras la pandemia ha sido la potenciación de teleconsultas para el primer contacto. Según Cuadros, durante la cuarentena, esta modalidad de atención está ayudando a dar seguimiento a tratamientos en curso, pero sobre todo a tranquilizar y educar al paciente para evitar complicaciones. En su caso, estiman que les permite atender alrededor del 20% de los casos, en particular, las infecciones, precisa.
En el COA, Delgado cuenta que si bien implementan el servicio desde hace unos veinte años para atender cirugías complejas en provincias (un director médico revisa las radiografías y tomografías dentales en Lima para luego programar la operación y viajar para realizarla), actualmente el servicio también lo ofrecen en la capital. “Ahora entre el 7% y el 10% de las cirugías pasan por teleconsulta”, indica y explica que esta medida permite ahorrar tiempo a los doctores y los pacientes, ayudando a preparar la operación. Esto último, opina, la necesidad de minimizar la duración de la atención hará que la preparación vía llamada o videollamada cobre más relevancia en el negocio.
En el sector público, están usando la telemedicina para los servicios de teleorientación, telemonitoreo y teleinterconsulta para urgencias, prevención y capacitaciones, informa Liliana Ma, directora general de telesalud del Minsa. Como se observa en la infografía, la mayoría de los servicios existentes de telesalud dental hoy están asociados a gobiernos regionales.
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